El cantautor argentino León Gieco inmortalizó la canción “Sólo le pido a Dios”, en donde hace referencia a no ignorar los dolores del prójimo. Él, junto a su padre, escribió los versos en 1978.
En el contexto actual, me atrevo a tomar la canción como ejemplo para referirme al dolor, al sufrimiento en carne propia de los afectados directos por el accidente de la pipa ocurrido el pasado martes en el puente La Concordia, en los límites de la Ciudad de México con el Estado de México. La jefa de gobierno, Clara Brugada, informó seis defunciones y 90 lesionados el día martes; lastimosamente, es probable que las cifras se eleven.
La explosión de la pipa en el puente La Concordia nos recuerda que el pueblo trabajador no sólo es víctima de las injusticias del gobierno sino también de sus omisiones.
La tragedia nos recuerda no sólo lo vulnerable que es el hombre ante las circunstancias y que, como dice la frase, “no tenemos la vida comprada”, sino también que el pueblo trabajador es víctima de las injusticias del gobierno y de las omisiones de las responsabilidades que le corresponden.
Cuando el pueblo vota por algún candidato, del partido que sea, lo hace confiando en que ahora sí las cosas van a cambiar, pero ya vemos que no sucede así y que las promesas de campaña quedan como eso, en promesas.
Llega un partido al poder y entonces se olvida de los millones de vidas que como gobierno tiene bajo su responsabilidad.
Es importante mencionar que los obreros mexicanos son los que más horas trabajan: de acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad, el mexicano promedio trabaja 42.4 horas a la semana, mientras que el Inegi reporta arriba de 56 horas debido a las horas extra que realiza el trabajador. Estos datos echan por tierra los discursos de quienes dicen que el pueblo quiere que se le brinde todo sin dar nada a cambio.
Los mexicanos pagamos impuestos que necesitamos que regresen en forma de obras de infraestructura que beneficien a la población.
Muchos son los videos que han circulado en redes sociales del momento del accidente de la pipa. Quienes hemos transitado por la avenida Zaragoza sabemos que tiene baches, desniveles y que el tráfico es pesado la mayor parte del día.
Aunque el gobierno declare las posibles causas del accidente, es importante reconocer que las carreteras del país son así como la Zaragoza: con baches, inundaciones, desniveles, y que los que pagan los platos rotos en caso de un accidente, siempre, son los pobres.
A las malas condiciones de las carreteras se suma, en este caso, el hecho de la pipa en mal estado y sin seguro que protegiera al chofer y a los heridos.
Por la avenida Zaragoza circulan diariamente millones de camiones de carga, combis y rutas de transporte de personal, autos privados, motocicletas. Diariamente vemos el ir y venir de millones de personas que van a la escuela o al trabajo, de manera que el accidente pudo tener mayores víctimas de las que el gobierno menciona.
Que el dolor no nos sea indiferente: que el sufrimiento de las víctimas, entre quienes se encuentran fallecidos de diferentes edades, no pase al olvido en dos o en ocho días, sino que sea una bandera de lucha del pueblo mexicano que sufre por malas carreteras, falta de medicamentos en hospitales, falta de empleo y bien remunerado. El pueblo vive hacinado por falta de vivienda y en muchos casos la población en situación de calle se eleva.
Hagamos eco de la voz y el llanto de los familiares de quienes fallecieron, de quienes luchan por su vida desde un hospital. Sintamos rabia por las injusticias y convirtamos nuestra rabia en lucha, en grito de guerra que sea por la liberación del pueblo al que no se le paga con obras de beneficio social, sino que se le somete y se le expone a la muerte.
Que el dolor no nos sea indiferente y alcemos la voz, exijamos al gobierno morenista de la república, al gobierno morenista de la Ciudad de México que se cumpla al pueblo de México; de lo contrario, el pueblo tomará en sus manos el poder sin que nadie lo detenga.
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