Esta semana miles de niños y adolescentes regresaron a clases en kínderes, primarias y secundarias de Nuevo León, pero lo hicieron en instalaciones con filtraciones, baños inservibles, salones sin ventilación y techos deteriorados. Lo que debería ser un regreso alegre y seguro se convirtió en un recordatorio de las carencias que arrastra la educación pública en el estado.
El abandono de la infraestructura escolar no es un problema menor ni local: es consecuencia de los recortes presupuestales y de la falta de inversión directa de la SEP federal en mantenimiento y equipamiento de planteles.
A pocos días del inicio del ciclo, padres de familia de la Secundaria número once General Pedro María Anaya, en Monterrey, exhibieron el mal estado del plantel: hierba crecida, basura y hasta un árbol caído. “Así reciben a nuestros hijos. No es justo que tengan que estudiar en estas condiciones”, expresaron los padres, quienes tuvieron que organizarse para limpiar lo que las autoridades no atendieron. Casos como este no son aislados.
En Apodaca, varios planteles reportaron que los niños iniciaron el ciclo escolar sin agua potable, lo que obligó a suspender clases en algunas ocasiones o a que los padres llevaran garrafones para que sus hijos pudieran usar los baños. “¿Cómo quieren que los niños aprendan si ni siquiera hay agua para lavarse las manos?”, señaló una madre de familia.
La problemática se repite en distintos municipios, donde las escuelas no cuentan con ventiladores ni climas a pesar de que las temperaturas superan los 35 grados. Otras instituciones educativas reportaron fallas en los baños, instalaciones eléctricas en mal estado y áreas recreativas deterioradas.
De acuerdo con reportes ciudadanos, decenas de planteles del área metropolitana presentan daños estructurales y requieren mantenimiento urgente. Sin embargo, hasta ahora la Secretaría de Educación Pública federal sólo ha ofrecido respuestas parciales, responsabilizando a estados y municipios, sin asumir directamente el deber de garantizar condiciones dignas en las escuelas del país.
El abandono de la infraestructura escolar no es un problema menor ni local: es consecuencia de los recortes presupuestales y de la falta de inversión directa de la SEP federal en mantenimiento y equipamiento de planteles.
Mientras se destinan miles de millones a programas clientelares que no resuelven las necesidades de fondo, miles de estudiantes tienen que asistir a clases en escuelas sin agua, sin ventilación y con paredes agrietadas.
Según una publicación del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2025 el gasto destinado a educación, ciencia y cultura asciende a 1 billón 161 mil 164.8 millones de pesos, lo que representa únicamente el 3.2 % del Producto Interno Bruto, una cifra que se encuentra por debajo de la recomendación internacional de destinar entre el 4 % y el 6 % del PIB a educación.
El regreso a clases dejó al descubierto, una vez más, el doble discurso del gobierno federal: prometer una “educación de calidad” mientras se mantienen en el olvido las escuelas donde se forman las nuevas generaciones.
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