MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

En Tláhuac no se respeta el artículo cuarto constitucional

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Hoy quiero hacer hincapié y externar algo que no puede seguir esperando y mucho menos todas las familias que están siendo afectadas: el derecho a la vivienda. Porque tener un techo digno donde vivir no es un lujo ni un favor, es un derecho que tenemos todos los mexicanos y que está asentado en nuestra Carta Magna.

Berenice Hernández aduce que en Tláhuac no hay agua, que no hay servicios, que aquí se sufre de estiaje en toda la demarcación. Pero, entonces, si no hay agua para los pobres, ¿por qué sí hay agua para la gente con más recursos económicos?

Pero, ¿qué está pasando en Tláhuac? Cientos de familias, hombres, mujeres, niños y personas de la tercera edad viven hacinados, en cuartos de cuatro por dos, sin agua, sin drenaje, sin servicios básicos. Y no sólo eso, sino que año con año tienen que enfrentar inundaciones, perder sus pocas pertenencias, arriesgar su salud y vivir en condiciones verdaderamente injustas para cualquier ser humano.

Un ejemplo claro es el predio Buena Suerte, donde familias enteras han puesto su esperanza en un proyecto de vivienda que ha venido gestionando y por el que ha luchado desde hace años el Movimiento Antorchista.

En este largo peregrinar, los activistas que integramos esta organización social hemos tocado puertas e insistido ante el gobierno de la Ciudad de México y ante el Instituto de Vivienda (INVI) para que esas familias tengan por fin una casa donde vivir dignamente, de forma decorosa.

Y parecía que esa lucha ya estaba por dar fruto, pues el subsecretario del Gobierno central se había comprometido, en conjunto con el INVI, a adquirir un terreno en Tláhuac en el que se construirán viviendas populares que, en su momento, serán otorgadas a pagos a las familias mencionadas; o sea, pagarían por ellas, no son regaladas.

¿Cuál sería nuestra sorpresa? Cuando la actual alcaldesa de esta demarcación, Berenice Hernández, se negó rotundamente a dar la autorización para que ese proyecto avanzara.

Esto es sorprendente, pues no se trataba de un gasto para la alcaldía, no era dinero del presupuesto local. El terreno y la construcción serían pagados por el INVI, a través de créditos que los beneficiarios cubrirían poco a poco. A la alcaldía no le costaría ni un solo centavo.

Ante esto, no nos queda más que preguntarnos: ¿Cuál es la razón de fondo de esta mandataria morenista para negarle la vivienda a la gente pobre? ¿No es acaso esto una violación directa al artículo cuarto de nuestra Constitución, que dice claramente que todos los mexicanos tenemos derecho a una vivienda digna y decorosa?

La respuesta que ha venido manejando Berenice Hernández es que en Tláhuac no hay agua, que no hay servicios, que aquí se sufre de estiaje en toda la demarcación. Pero, entonces, si no hay agua para los pobres, ¿por qué sí hay agua para la gente con más recursos económicos?

Porque he de mencionar que, al mismo tiempo que niega la vivienda popular, permite la construcción de un desarrollo residencial de lujo, con casas que van a costar más de 5 millones de pesos, allá por la avenida Guillermo Prieto, en la colonia Miguel Hidalgo, por cierto, con todos los servicios públicos cubiertos y asegurados.

¿Por qué a ellos sí les garantizan todos los servicios, mientras a los pobres les cierran las puertas, los humillan y los atacan?

No se suponía que este gobierno cuatroteísta había llegado al poder bajo el lema de “primero los pobres” e iba a resolver lo que antes no se resolvía; que acabaría con la corrupción y el beneficio a los ricos; que ahora sí los pobres gozarían de justicia social y de derechos plenos; que mejorarían los servicios públicos y un largo etcétera de promesas que se han quedado ahí, en promesas irrealizables, porque, ¿qué vemos en la realidad? Que nuestros servicios están peor, que nuestros impuestos no se reflejan en mejores condiciones de vida y que la vivienda digna se convierte en un privilegio para los ricos, mientras a los pobres sólo nos dan excusas, en el mejor de los casos, porque, muchas veces, de las autoridades recibimos sólo desdén o hasta el odio por la organización del pueblo, el ataque y la calumnia.

Porque eso sí, a los gobiernos en turno les da urticaria que la gente se organice y exija cumplimiento a sus derechos; quisieran que los mexicanos se mantuvieran dormidos, con una venda en los ojos o profesaran la lealtad a ciegas.

Hoy quiero dejar muy en claro que lo que está haciendo la alcaldesa de Tláhuac es condenar a cientos de familias a seguir viviendo en la marginación, y está cometiendo una profunda traición a la confianza de los que votaron por ella, de los que creyeron en sus promesas para que ocupara el cargo que hoy ocupa y que no quiere abandonar, pues, no conforme con sus pésimos resultados, buscó la reelección.

A todo esto, ¿qué le dejan al pueblo organizado funcionarios de esta calaña? Jamás la respuesta será quedarnos callados o cruzados de brazos esperando que el tiempo transcurra y venga otro gobernante cortado con la misma tijera de prepotencia.

Es por ello que el Movimiento Antorchista ha decidido alzar la voz una vez más e intensificar su lucha, porque estamos convencidos de que debemos luchar por el respeto al derecho a la vivienda. Sabemos que tenemos otros derechos que nos da la Constitución, que también ejerceremos: el derecho a manifestarnos y el derecho a organizarnos.

Por eso, ya estamos en marcha con distintas acciones como volanteos masivos para informar a la ciudadanía que en Tláhuac no se respeta el derecho a la vivienda de los ciudadanos; perifoneos en colonias populares; cadenas humanas en Tláhuac y en distintas zonas de la Ciudad de México; pinta de bardas y, si es necesario, una marcha multitudinaria por las principales calles de Tláhuac. Y si, a pesar de todo esto, no hay respuesta, nos veremos en la necesidad de reinstalar nuestro plantón permanente en la explanada de esta alcaldía.

Hoy, el Movimiento Antorchista lucha por el respeto al derecho a la vivienda de familias muy pobres de Tláhuac, pero sabemos que este problema lo padecen millones de familias que han sido marginadas de contar con una vivienda, pues los escasos créditos para adquirirla excluyen a los informales, por ejemplo, y a la gente con ingresos miserables; por eso, todos ellos pueden verse reflejados en esta lucha y, en su momento, unirse al Movimiento Antorchista a emprender la lucha por este gran derecho, no sólo a la vivienda, sino a la justicia social, a contar con servicios básicos, a que nuestra seguridad sea garantizada por las autoridades, a que los recursos que se cobran a través de los impuestos sean invertidos en obra social y miles de problemas más.

Tengamos muy en claro que la vivienda es un derecho y, si el gobierno de Tláhuac no cumple con garantizarlo, entonces el pueblo organizado tiene que arrancárselo con lucha, unidad, inteligencia y, sobre todo, con la plena conciencia de que la razón nos asiste.

Luchemos por justicia social, luchemos por el respeto a nuestro derecho de contar con una vivienda digna; recuerden que todo derecho conquistado se ha logrado gracias a la lucha del pueblo. No decaigamos, adelante, compañeros: estamos condenados a la victoria. Salgamos a las calles, porque la vivienda es un derecho que debemos defender.

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