MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

ASÍ PENSAMOS... | Golpes contra estudiantes avivaron la rebeldía juvenil

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El martes 23 de este mes, muchos medios de comunicación nacionales e internacionales difundieron dramáticas imágenes de los golpes propinados por granaderos desplegados alrededor del Zócalo de la Ciudad de México contra estudiantes integrantes de la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios “Rafael Ramírez”, que exigen la devolución y consolidación de dos albergues estudiantiles que les fueron arrebatados violentamente por funcionarios de Morena en Oaxaca.

Al mismo tiempo que al interior del Palacio Nacional la presidenta Claudia Sheinbaum lamentaba el asesinato de un estudiante del CCH y ofrecía su ayuda diciendo: “cualquier cosa que necesiten los estudiantes, ahí estamos para ayudar y a la Universidad también, si desean nuestro apoyo con todo gusto y aparte la subsecretaría de Educación Media Superior está trabajando para apoyar a los estudiantes de preparatoria para construir ambientes de paz y en caso de que haya un joven que tenga algún problema, que se pueda reportar y atender de manera oportuna y enviamos nuestra solidaridad a la familia”, afuera se ejecutaba una agresión policíaca contra estudiantes de secundaria, preparatoria y universidad.

Las imágenes son elocuentes y exhibieron al gobierno morenista como represor. Por un lado, miles de granaderos, integrantes de ese cuerpo policíaco que la actual presidenta de la República declaró disuelto en 2018, al asumir el cargo de Jefa de Gobierno, pero que evidentemente sigue actuante y fortalecido, fueron desplegados formados en triple fila enfrente del Palacio Nacional y en nutridos grupos detrás de vallas que bloqueaban el paso en todas las calles que dan acceso al Zócalo. A unos pasos de ellos, 2,500 jóvenes estudiantes, algunos con su uniforme escolar, provenientes de Oaxaca y otros estados del país que sólo pedían entregar un escrito y hablar con alguno de los cientos de funcionarios que cobran del erario y están asignados a la oficina presidencial, para pedir que la Presidenta intervenga y detenga el ataque de funcionarios abusivos de Oaxaca que en tres ocasiones han desalojado a los muchachos, con la fuerza policíaca y mediante el uso de golpeadores profesionales, de albergues que los jóvenes ocupan legalmente a través de contratos de comodato debidamente requisitados ante la ley, en edificios construidos con recursos federales años antes de la llegada de los morenistas al poder.

Pero nadie salió a atenderlos; los operadores del gobierno ni siquiera recurrieron a la vieja maniobra de ofrecerles a los manifestantes alguna reunión en una apartada oficina adonde simularan atenderlos, o prometerles que les llamarían a una “mesa de trabajo” a realizarse en alguna fecha y hora imprecisas; mucho menos se tomó alguien la molestia de escuchar en serio su queja, sus argumentos y recibir los documentos que demuestran que tienen derecho a esos albergues y que el gobierno de Oaxaca y el de Miahuatlán están cometiendo delitos y abuso de poder al desalojarlos. En vez de eso, en una de las calles que desembocan más de cerca a las puertas del Palacio Nacional, los granaderos empezaron a empujar a los muchachos, a ofenderlos, y enseguida a golpearlos con los escudos que usan los integrantes del “desaparecido” Cuerpo de Granaderos a manera de toletes para golpear el abdomen, los brazos y la cara de los manifestantes que, en este caso, eran muchachos, muchos de ellos adolescentes.

Pero contra todo pronóstico y demostrando que su reclamo y su indignación son muy hondos y su determinación muy grande, los estudiantes resistieron la agresión, corearon consignas contra los represores y poco después lograron reagruparse y entrar en una fisura que por descuido de los agresores se hizo en las vallas y gallardamente marcharon y se plantaron frente al Palacio Nacional, sin causar ningún destrozo, en medio de danzas, canciones y poemas que llevaban preparados, dispuestos a no moverse si no eran atendidos.

Su determinación y combatividad, acrecentadas por la vil agresión policiaca que sufrieron y resistieron, así como la solidaridad de miles de mexicanos que a través de las redes sociales condenaron la represión, lograron que horas después interviniera personal de la oficina de la titular de la Secretaría de Gobernación, en donde se llevó a cabo una reunión en la cual, después de escuchar los argumentos llenos de razón y convicción de los jóvenes, se acordó un plazo que vence la primera semana de octubre para darles opciones para recuperar sus albergues, así como la formación profesional y la paz a la que tienen derecho.

Escribo esto para dar fe de lo ocurrido y para solidarizarme con los estudiantes agredidos. Desde aquí les muestro mi admiración y reconocimiento a los jóvenes de la FNERRR, por la valentía y limpieza de luchadores sociales que mostraron. En batallas civiles de resistencia como la que protagonizaron el martes, contra la represión, contra las vejaciones de los poderosos y en defensa de un país educado, culto, trabajador en donde todos vivamos con dignidad y sin pobreza, se forjan los líderes cultos, decididos, seguros de sí mismos, con altura de miras y profundo amor por su pueblo y su patria que necesitamos los mexicanos. Adelante, muchachos, defiendan sus casas de estudiantes de Oaxaca y de otras partes de México, exijan que las respeten y les den apoyo para que vivan y estudien con dignidad, reclamen buenas escuelas, seguridad, cultura, deportes, y siempre luchen con todas sus fuerzas por convertir a México en un mejor país, sin pobreza, sin violencia y sin ignorancia. En ese camino, los brazos, la inteligencia y el corazón de millones de mexicanos siempre estarán con ustedes.

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