MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

¿Realmente terminó el infierno en Gaza?

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La multitudinaria presión popular desatada en las ciudades más importantes del mundo, las manifestaciones de personalidades del ambiente artístico y deportistas, así como las enérgicas protestas protagonizadas por estudiantes de reconocidas universidades de prestigio internacional, y hasta los participantes de la llamada Flotilla Global Sumud.

Como podemos ver a la luz de estos datos, Gaza está a años luz de alcanzar la paz; está muy lejos de salir de ese infierno al que lo han condenado los imperialistas.

Sobre todo, las huelgas de los sindicatos de trabajadores como las convocadas por los estibadores de Génova, Italia, quienes salieron a las calles el pasado 22 de septiembre bajo el lema “Blocchiamo tutto” (“Bloqueamos todo” por Gaza), paralizando puertos y ferrocarriles en alrededor de 80 ciudades como Milán, Roma, Nápoles y Florencia.

Tales manifestaciones subían en intensidad conforme se acercaba la fecha del segundo aniversario de la ocupación israelí a la Franja de Gaza, como las recientes marchas del 5 de octubre en Holanda y Pakistán, y las que en todo México encabezó la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios Rafael Ramírez (FNERRR) el día 7 de este mes. A final de cuentas, todo ha contribuido para provocar un alto al fuego a pesar de que la reacción del gobierno y los medios, en la mayoría de los casos, fue la represión violenta y la campaña de silencio.

En el desenlace de los acontecimientos, tuvo que ver también la oposición que Benjamín Netanyahu estaba ganando al interior de Israel que, de acuerdo con el analista político Thierry Meyssan, más de dos terceras partes de sus gobernados pasaron de considerarlo un inepto por no haber podido negociar con Hamás la liberación de los rehenes, a creerlo un perverso que, a pesar de haber sido notificado por parte del Shin Bet (el contraespionaje israelí) cuatro meses antes de los acontecimientos terroristas del 7 de octubre de 2023 de que los palestinos estaban preparando algo grande en contra de Israel, prefirió ignorarlo y dejar que sucediera el ataque armado, para después utilizarlo como pretexto e iniciar la masacre en Gaza.

Se sabe (según la misma fuente) que esta situación provocó que, en una reunión de ministros, el general Gallant reclamara a Netanyahu su pasividad; la respuesta del mandatario fue ordenar su destitución inmediata del Ministerio de Defensa; sin embargo, al ser respaldado el general por la histórica organización sindical Histadrut, decidió dar marcha atrás a su decisión.

Cabe señalar que la Histadrut, que cuenta con alrededor de 400 mil miembros, convocó a una huelga general el año pasado, pero la tuvo que suspender por ser declarada “ilegal” por parte del Tribunal Nacional del Trabajo de aquel país.

Dos años después del inicio de las hostilidades entre Israel y los palestinos, 80 % de la ciudad destruida y más de 76 mil 600 mártires y desaparecidos, según la Oficina de Medios del Gobierno en la Franja de Gaza, este 10 de octubre se ha firmado un alto al fuego: las condiciones son el retiro de las tropas de Israel y la entrega por parte de Hamás de los rehenes restantes. 

Sin embargo, el ejército israelí aún controla el 53 % del territorio palestino y permanecerá ahí hasta que su contraparte cumpla su parte del trato, deponga las armas y entregue el poder a manos de un organismo internacional llamado “Consejo de Paz”, encabezado por Trump y el ex primer ministro británico Tony Blair. Por su parte, Israel deberá liberar a 250 palestinos condenados o sospechosos, así como a mil 700 adultos y 22 menores.

Por lo pronto, Estados Unidos ha dispuesto el envío de 200 soldados para supuestamente garantizar el cumplimiento de los acuerdos. Por su parte, los gazatíes permanecen bajo amenaza constante: desplazamiento, destrucción de infraestructura y privación de necesidades básicas.

Hospitales, escuelas, sistemas de agua y electricidad, y suministros de alimentos siguen bajo asedio. El costo psicológico para los civiles, especialmente los niños, es gravísimo.

Como podemos ver a la luz de estos datos, Gaza está a años luz de alcanzar la paz; está muy lejos de salir de ese infierno al que lo han condenado los imperialistas. Estados Unidos e Israel han sido obligados por las protestas mundiales a detener quién sabe por cuánto tiempo el genocidio, pero siguen y seguirán comportándose como los colonizadores de antaño, que exterminaban pueblos enteros sin ningún remordimiento, con tal de explotar el gas natural y otras riquezas del territorio palestino.

Pero ahora no vienen solos, vuelven acompañados de Tony Blair, otro cómplice de desafortunada memoria, que ayudó a los estadounidenses en 2003 en su invasión a Irak y el asesinato de Saddam Hussein, escondidos tras el taparrabo de las armas de destrucción masiva: una mentira que sólo el ex-Jefe del Gobierno español José María Aznar reconoció años después, cuando en febrero de 2007 confesó la inexistencia de las mentadas armas.

Los acontecimientos de la Franja de Gaza nos enseñan principalmente dos cosas: primero: que los poderosos del mundo siempre están unidos para sacar adelante sus propósitos, por muy malévolos que estos sean; trabajan y se cuidan las espaldas y nos hacen creer, a través de sus poderosísimos medios de comunicación, una versión de los acontecimientos muy diferente a la realidad y acorde a sus intereses; son capaces de llamarle legítima defensa al despojo vil del territorio palestino o nombrar guerra al exterminio por parte de un ejército armado hasta los dientes contra una inerme población civil.

Segundo: que, por muy armados que estén los ejércitos de los señores de la guerra que se enriquecen provocando conflictos por todo el orbe, no podrán jamás contra un pueblo organizado, que se defiende con todo lo que está a su alcance, aunque sólo sea a través de la denuncia pública.

La clase trabajadora constituye la gran mayoría de la población; sólo con su número supera con creces la fuerza del enemigo; si está organizada, sus alcances se multiplican, porque puede lograr unidad en la acción.

Ahí está el ejemplo de los trabajadores escoceses de 1974, que se negaron a reparar los aviones de combate del dictador chileno Augusto Pinochet por haber ejecutado el golpe de Estado contra Salvador Allende y desatado la represión en contra de los obreros de su país.

Hoy, nuevamente el pueblo organizado muestra su poder: ha salido a las calles a exigir un alto al genocidio en Gaza. Los estibadores genoveses en Italia y los del puerto del Pireo en Grecia nos han puesto la muestra y despertado las esperanzas de que unidos no sólo podemos lograr temporalmente un alto al fuego para los palestinos, sino detener definitivamente las guerras y las ansias de expansión de los imperialistas, que hoy tienen la mirada puesta en América Latina.

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