La historia de los pueblos y de los gobiernos nos ha demostrado siempre que las prioridades del pueblo son unas mientras las del gobierno son otras; nunca han sido las mismas, porque hasta en esto se demuestra la existencia de la lucha de clases, salvo excepciones como en el caso de México cuando el 18 de marzo de 1938 el presidente Lázaro Cárdenas del Río realizó la hazaña de expropiar a compañías extranjeras la explotación de los pozos petroleros.
Una de las prioridades de un gobierno realmente progresista y comprometido con su pueblo debería ser apostarle a la educación, porque es el sector de donde emana la ciencia y la tecnología para que el país pueda desarrollarse en todos los aspectos.
Así pues, ahora estamos convencidos de que, mientras el pueblo tiene como prioridades, por ejemplo, la educación, la salud, un mejor salario, el empleo, la seguridad y muchas más, el gobierno, por su lado, no piensa así.
A pesar de que en el discurso dice defender los derechos del pueblo, no ha pasado a la acción concreta; el gobierno actual morenista, por ejemplo, tiene como prioridad principal mantenerse en el poder porque piensa que desde ahí podrá hacer los cambios que nuestro país necesita, pero realmente su forma de hacer las cosas nos dice lo contrario.
Su prioridad, repito, consiste en mantenerse donde está y, para ello, está invirtiendo muchos más recursos económicos en ampliar sus programas sociales, como el de las tarjetas, para seguir entregando dinero a las personas mayores y a sectores en edad de votar, de acuerdo con sus intereses de gobierno y de grupo, pero no está considerando a todo el pueblo en general; lo que demuestra que su prioridad va en otro sentido.
Mientras otros sectores carecen de lo indispensable para vivir y aumenta el costo de la canasta básica, en el sector educativo hay mucha deserción escolar. Por ejemplo, si bien es cierto que en el nivel superior se redujo en un 8.1 % en el ciclo escolar 2022-2023, la deserción del nivel medio superior subió al 11.2 %, algo muy preocupante; en el caso de nivel secundaria la tasa de abandono fue del 3.2 % y en nivel primaria fue del 0.3 %.
Por lo tanto, una de las prioridades de un gobierno realmente progresista y comprometido con su pueblo debería ser apostarle a esto precisamente, a la educación, porque es el sector de donde emana la ciencia y la tecnología para que, a su vez, todo un país pueda desarrollarse en todos los aspectos. Desgraciadamente, en México no se invierten recursos para mejorar la educación.
Las prioridades del gobierno son otras: por ejemplo, seguir en el poder, vivir del erario público a costa del trabajo de todo un pueblo y sólo dar discursos mañaneros y mentir en sus informes diciendo que el país está mejorando y que, por lo tanto, los trabajadores viven mejor, que once millones salieron de la pobreza gracias a su administración.
Muy distinto sería cuando esta declaración se diera como en el caso de China, donde se redujo la pobreza pero con datos concretos, es decir, por comunidad. Si en una determinada comunidad viven cinco millones de personas y a esa comunidad se le saca de la pobreza mejorando sus condiciones en todos los aspectos, entonces sí podemos decir que cinco millones salieron de la pobreza gracias al apoyo o preocupación de su gobierno; aquí hay un dato concreto y palpable.
En cambio, en México se dice que once millones ya no son pobres, pero son gente dispersa; ¿cómo se puede demostrar entonces que su nivel de vida cambió si las condiciones donde viven no han cambiado? Esto significa que es falso lo que se nos está informando: todo esto cae por su propio peso. Por tanto, decía líneas arriba que, una vez dado el informe del presidente(a), todo aquel que diga lo contrario es declarado enemigo del gobierno porque es del Prian y sólo busca dañar la imagen del gobierno porque “quieren regresar al gobierno también para seguir saqueando al país”.
Un análisis así, muy superficial y de esta naturaleza, sólo es digno de los que siguen haciendo lo mismo porque, en sí, son lo mismo: los mismos personajes que estuvieron en otro tiempo en diferentes partidos políticos ahora están juntos gobernando.
Tanto cinismo raya, creo yo, en la demencia: los enfermos de poder culpando a sus iguales. Viendo, pues, y analizando la situación de nuestro país, sabemos que el pueblo y el gobierno no tienen las mismas prioridades: la lucha seguirá, la protesta seguirá porque es una lucha de clases y no solamente una lucha por una verdadera democracia.
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