MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

¿Hacia dónde se dirige la política de represión en Oaxaca?

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Ya en opiniones anteriores advertí que, con el arribo del gobierno de “La Primavera Oaxaqueña”, se aproximaba una política represiva en contra de los periodistas y movimientos sociales en el estado. Ahora, puedo decir que tenía razón, pues las amenazas, agresiones y represión de que son víctimas los estudiantes de la FNERRR, los maestros de los Telebachilleratos, entre otros, son la prueba de mi aseveración.

No fue conciencia del pueblo mexicano, como gusta de presumir el morenismo, lo que llevó al poder a la 4T, sino un desconocimiento total del pueblo en cuestiones políticas y la compra descarada de su conciencia.

¿En qué se fundaba mi opinión?, en la soberbia que se observó en López Obrador, quien al haber ganado con 30 millones de votos -superando por más del doble a su más cercano competidor-, sintió que el pueblo le confirió poder absoluto y que, por lo tanto, cualquier política pública suya sería respaldada por las mayorías, y que quienes lo atacaban eran representantes de la minoría que perdió los privilegios de que antes gozaba; por su parte, la doctora Claudia Sheinbaum, quien obtuvo casi 36 millones de votos, sintió que al superar con creces la votación de su mentor, obtenía también una patente de corso no sólo para continuar el autoritarismo, sino para acrecentarlo, como una medida necesaria para que su partido mantenga el poder.

De igual manera, el gobernador Salomón Jara, quien obtuvo 696 mil votos, por encima de los 287 mil obtenidos por Alejandro Aviléz, el segundo más votado, una vez instalado en el poder, se sintió con la capacidad de instalar el autoritarismo y la represión en la tierra de Benito Juárez.

Pero ¿en realidad, es así de automática la cuestión? ¿Una gran cantidad de sufragios significa que los votantes son plenamente conscientes del voto emitido y que este voto es una licencia para que el gobernante pueda hacer y deshacer a su antojo? Nada más alejado de la realidad.

Un gran porcentaje de mexicanos votaron por Obrador, cansados de la corrupción, la pobreza y el menosprecio que los gobernantes panistas y priistas mostraban, porque pensaron que se necesitaba un cambio. Por ello, bastó que hubiera un político experimentado y avezado en el conocimiento de la psicología de las masas inconformes: para que se volcaran a apoyarlo con una falta absoluta de juicio crítico.

Ya en el poder, López Obrador instrumentó una masiva entrega de apoyos monetarios directos a sectores debidamente seleccionados, para que al tener mayoría en el senado y en los congresos se aprobaran sus políticas públicas. Pero estas no sólo no combatieron los males del pasado, sino que los ahondaron y acrecentaron, pues el autoritarismo, la represión política y judicial, aunados a la falta de oposición real y decidida del PRI y el PAN, permitieron que la 4T afianzara su poder.

Al llegar al gobierno del país la actual presidenta, crecieron las entregas de dinero en apoyos a las grandes mayorías empobrecidas y se continuó con el cerco político y judicial a los posibles opositores, dando como resultado una votación mayor a la de su antecesor.

Es decir, no fue conciencia del pueblo mexicano, como gusta de presumir el morenismo, lo que llevó al poder a la 4T, sino un desconocimiento total del pueblo en cuestiones políticas y la compra descarada de su conciencia, por lo que por primera vez, se sintió tomado en cuenta, sin detenerse a ver que al recibir dinero en efectivo, en los hechos dejó de recibir atención en salud, educación y obras y servicios básicos.

Por tanto, estas votaciones en favor del morenismo no significan aprobación absoluta de su proyecto de gobierno, sino más bien, es una pérfida mediatización de millones de mexicanos que no entienden lo que está sucediendo en nuestro país, a pesar de que cada vez hay más indicios del agravamiento de nuestros problemas económicos, políticos y sociales.

Pero como para los sectores más pobres los programas del morenismo son un respiro para su difícil situación, porque pueden paliar algunas de sus necesidades inmediatas, la revelación de su empobrecimiento real no llegará sino paulatinamente.

Sin embargo, la historia de la humanidad ha demostrado que las sociedades en las que las clases poderosas se enriquecen indiscriminadamente, ocultando la pobreza y los males sociales que ésta engendra con políticas públicas demagógicas, no son eternas y, una vez que estas políticas no funcionan y se ven obligadas a recurrir a la represión mediante el aparato de gobierno y de impartición de justicia, no hacen sino cavar su propia tumba política y económica, pues las condiciones de vida de las mayorías empobrecidas son cada vez más difíciles de soportar, por lo que la oposición verdadera surge más temprano que tarde y la represión no sólo no la desalienta, sino que la enardece y convence de que no hay otro camino que rebelarse y luchar por instalar en el poder a un gobierno que ponga en el centro de su proyecto político y económico a las clases trabajadoras.

Pero no sólo estas contradicciones insalvables del desarrollo nacional son determinantes en este proceso de descomposición y, por tanto, de desaparición de las clases opresoras, sino más aún, las contradicciones del desarrollo mundial, en el que se libra una batalla global entre las naciones opresoras que pierden terreno y poder ante las naciones que se están liberando y estableciendo un nuevo orden mundial basado en la igualdad entre países.

Eso significa la política de aranceles de Estados Unidos y su intromisión en nuestro país con el pretexto de la guerra contra el narcotráfico, que esconden la guerra por las riquezas naturales y por el dominio del mercado nacional.

Como México, bajo el gobierno de Morena, no se encuentra en condiciones de hacer frente exitosamente al Imperio estadounidense, la pobreza, la violencia y todos los males sociales que nos aquejan entrarán en una etapa de agravamiento que rápidamente será insostenible.

Por ello, pregunto: ¿Sabe Morena lo que está haciendo? Seguir en esta ruta entraña para el pueblo de México un camino muy peligroso. En Oaxaca, se ha podido contener a los inconformes gracias a la política de dividir al pueblo en muchas organizaciones, pero el escenario político va cambiando y la realidad cada vez va uniendo a los sectores oprimidos.

El gobierno tiene que saber que la estabilidad y la paz no implican falta de crítica ni de inconformidades, sino encontrar la solución a las diferencias. Si no hay contradicción, no hay desarrollo. El pueblo de México se encuentra en un momento muy delicado y los funcionarios de Morena también, la derecha puede retomar el poder apoyado por Estados Unidos; en esas circunstancias, muchos políticos terminarán tras las rejas, de eso no hay duda.

Si Morena quiere sobrevivir en el escenario político, tiene que comenzar por atender al pueblo organizado y resolver sus demandas. Las mentiras van a caer, entre ellas que las organizaciones son intermediarios de recursos y que no servían; ahora que no se les atiende y se les reprime, la situación de los pueblos y colonias no ha mejorado.

Es cierto que el pueblo de Oaxaca no es un pueblo politizado, pero su difícil realidad y la represión del gobierno sirven para darse cuenta que ni los del PRI ni la izquierda que representa la 4T son la solución a sus grandes problemas, que su liberación debe ser obra del pueblo mismo, con la condición de que se organice, se eduque y trabaje para ser protagonista de su propia historia, a eso los invita el Movimiento Antorchista.

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