Recién inicia el quinto año de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), un año que, lejos de servir para presumir los logros de su gestión, se vislumbra como el periodo donde las justificaciones, calumnias y echar culpas de sus fracasos estarán a la orden del día.
Basta recordar sus discursos, por cierto, desde su primer intento de llegar a la presidencia, donde era un verdadero crítico de las injusticias, de la corrupción, de la mafia del poder, de los privilegios. Se hacía llamar el salvador de México y ya en esta última campaña, donde por fin obtuvo el anhelado poder, se auto proclamaba como el mesías, prometiendo una vida mejor para todos, un mundo de ensueño, donde ya no existirían los privilegios en el gobierno, proponiendo un plan de austeridad.
Millones de mexicanos, cansados de los mismos políticos, de los mismos discursos, vieron en AMLO una nueva opción, una nueva oportunidad de por fin salir de la miseria y, finalmente, lo llevaron a la silla presidencial, esperando, con ansias, ese futuro maravilloso, esas promesas que hacían erizar la piel y los llenaban de esperanza. Y cuál fue la sorpresa, cuestionemos lo siguiente:
¿Ya hay menos pobres y pobres extremos en México?, ¿ya es de cuatro por ciento o seis por ciento el crecimiento del PIB?, ¿ya se compran más alimentos con el salario mínimo?, ¿ya cuesta 10 pesos la gasolina?, ¿ya vivimos en un México más seguro?, ¿ya se acabaron los feminicidios?, ¿ya se acabó el asesinato de periodistas?, ¿ya no se persigue a periodistas y medios?, ¿ya está como en Dinamarca el sistema de salud mexicano?, ¿ya tienen medicinas los niños con cáncer?, ¿ya se vendió el avión presidencial? Nada de lo anterior se cumplió, y la lista de promesas incumplidas es muy grande.
Una más, López Obrador prometió no permitir más funcionarios corruptos y hoy en día tiene a la maestra Delfina Gómez como candidata a la gubernatura del Estado de México, ¿ya se le olvidaron los diezmos en Texcoco, municipio del Estado de México, donde la maestra fue presidenta municipal o los 830 millones que desvió estando al frente de la Secretaría de Educación Pública?
El recuento de fracasos del gobierno de la 4T es tan claro, tan cierto, pero AMLO “tiene otros datos” o simplemente le echa la culpa a los presidentes anteriores, a la mafia del poder, a los medios de comunicación neoliberales. Lo real es que jamás va a aceptar que gobernar no es cosa sencilla, no es la gran ciencia, como él en sus discursos como candidato repetía y repetía. Basta con repasar los ejemplos anteriores para llegar a la conclusión, a la que poco a poco llegan millones de ciudadanos mexicanos, López Obrador pasará a la historia como el peor presidente de México.
Los fracasos de la 4T deben hacer conciencia y servir de lección a los mexicanos para poner fin a una era de oscuridad, la esperanza de México se convirtió en el infierno mexicano.
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