Durante la semana que termina, ha sido rumor y noticia en los diferentes medios de comunicación en Hidalgo que se ha presentado desabasto de combustible en gasolineras que trabajan bajo la franquicia de Pemex; que no hay gasolina Premium ni Magna en Pachuca y otros municipios hidalguenses, así como en Tlaxcala y Puebla.
La razón, dicen, es la falta de distribución por parte de las empresas contratadas por Pemex para tal efecto. Esto se debe, a su vez, a la falta de pago o adeudos que tiene Pemex con dichas empresas. ¿Por qué existen esos adeudos? ¿Por qué, siendo Pemex una de las empresas que maneja millones de pesos diarios, no les puede pagar a sus distribuidores, poniendo en riesgo el abasto de combustible en una región importante del país? Desconozco las respuestas.
Llama la atención que Pemex tenga que contratar pipas para hacer llegar la gasolina a sus diferentes estaciones cuando, en 2019, la 4T, siendo presidente Andrés Manuel López Obrador, adquirió 671 pipas con un costo de 92 millones de dólares.
Pero me llama la atención que Pemex tenga que contratar pipas para hacer llegar la gasolina a sus diferentes estaciones cuando, en el año 2019, el gobierno de la 4T, siendo presidente de la república Andrés Manuel López Obrador, adquirió 671 pipas con un costo de 92 millones de dólares en adjudicación directa, bajo el argumento de la premura por la crisis en el país ante el desabasto de gasolina.
Ese desabasto fue ocasionado, en buena medida, por el propio gobierno federal al cerrar ductos estratégicos que abastecían de combustible, pero que eran (son) ordeñados por la delincuencia.
Dicen algunos políticos que los mexicanos somos de memoria corta, y a eso se atienen muchos de ellos para cometer sus fechorías y, al paso de los años, regresar incluso a volver a pedir el voto y la “confianza” a aquellos a quienes defraudaron, engañaron y robaron.
Pues bien, ¿recuerda usted, amable lector, toda la “lucha contra el huachicol” y que el gobierno de López Obrador prometió acabar con él? Nos dice un articulista de El Economista (abril de 2024) que:
“[…] el gobierno suspendió las compras de gasolina, provocó una crisis que nos tuvo semanas haciendo largas colas para comprar combustible, porque, se dijo, era la estrategia para combatir el huachicol. Compraron las pipas en Nueva York por asignación directa y fueron entregadas a la Secretaría de la Defensa Nacional, que habilitó soldados como choferes, aunque se aseguró que los vehículos formarían parte de la flota de Pemex”.
Y agrega: “El huachicol goza de cabal salud, pero, a diferencia de lo que sucedía al inicio del gobierno de López Obrador, se diversificó”.
Pero, además, la revista Forbes nos informa, con cierto detalle, que no solamente se compraron esas 671 pipas durante la administración de AMLO, sino que la adquisición de autotanques creció en 235 %: “Pemex renovó su parque vehicular para trasladar combustibles al agregar más de 2 mil 437 unidades en cinco años, dice el director de la empresa” (Forbes, enero 2024).
Es decir, en cinco años aumentó en más de tres veces el número de pipas que tenía cuando inició la administración de López Obrador. En su momento, el director de Pemex, Octavio Romero, mencionó que la “renovación de las pipas es parte de la estrategia de suministro y logística comercial que se planteó Pemex para mejorar el servicio y la seguridad de los combustibles, así como para recuperar su participación en el mercado de combustibles”. Y que, ¡ojo!, “estas acciones además buscan reducir los costos de operación, pues con la adquisición de autotanques se dejaron de rentar estas unidades de servicio”.
Entonces, ¿qué está pasando? ¿Dónde están las pipas que se compraron? ¿Para qué o a quiénes sirven? ¿Por qué hay empresas que transportan combustible y le están reclamando el debido pago a Pemex?
Y, el huachicol, ¿realmente se combatió? ¿De qué sirvió sacrificar a los mexicanos con el desabasto de gasolina y los 137 muertos de Tlahuelilpan? De acuerdo con cifras oficiales, Hidalgo sigue siendo el campeón en huachicol, pues a pesar —dicen— de que han disminuido las tomas clandestinas, sigue ocupando el primer lugar a nivel nacional. Pero además, entre enero y agosto de 2024, al menos en diez entidades se registró un aumento en tomas clandestinas (El Economista, noviembre de 2024).
Ahora se habla de que el huachicol se “diversificó”, que, además de la ordeña de ductos, “…ha cobrado notoriedad el llamado huachicol fiscal. Una práctica que consiste en comprar a bajos precios la gasolina en Estados Unidos, luego ingresarla a México sin pagar impuestos con la complacencia, ¿complicidad?, de aduanas, por donde se da paso libre al transporte y distribución de la gasolina […] Código Magenta ha documentado puntualmente y con información privilegiada la red del huachicol fiscal que habría beneficiado al partido Morena con la complicidad de personajes ligados al grupo que encabezaba el llamado Rey del huachicol…”. Así las cosas en este gobierno de la 4T que tiene dentro de su cartilla moral “no mentir, no traicionar, no robar”.
Finalmente, quiero recordar a mis escasos lectores que la lucha de Antorcha no es solamente contra la corrupción, sino contra la pobreza y la explotación del pueblo; la denunciamos, sí, porque los trabajadores tenemos que aprender de nuestras experiencias y convencernos de que no habrá poderoso alguno que nos saque de nuestras penurias, de las largas jornadas de trabajo con salarios miserables, de la falta de salud, vivienda, seguridad, etcétera; que todo gobierno de ricos, aunque diga lo contrario y se vista de samaritano, será siempre para defenderlos a ellos y ayudarles a hacer crecer sus fortunas.
Si queremos un México justo para todos sus hijos, debemos luchar por él, aunque, como dijo el gran Stefan Zweig: “…debido a la inmortal cobardía del género humano, aquel que eleve su voz contra quienes detentan y administran el poder en cada momento, contará siempre con pocos adeptos”.
Pero, sin duda, serán los mejores hombres y mujeres de nuestro país los que podrán, con su sabiduría, inteligencia y valentía, elevar la ola.
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