Todos sabemos que la pandemia del coronavirus vino a agravar los problemas sociales y económicos ya existentes en Puebla, problemas que Morena se había comprometido a resolver si llegaba a la gubernatura, pues su divisa fue realizar un gobierno verdaderamente democrático que sí atendiera y resolviera las carencias de la población.
La dura y terca realidad, formada por hechos a la vista de todos, nos grita que el compromiso le está quedando muy pero muy grande al gobernador morenista Miguel Barbosa, y que su gestión va configurando lo que se llama un verdadero fraude para los poblanos, razón por la cual todos debemos preocuparnos por definir en manos de quién pondremos los destinos del estado.
El coronavirus puso a prueba su capacidad de gestión ante una emergencia y todos somos testigos de los resultados.El personal de salud de todos los niveles puede informar a todo aquel que desee escucharlo que la improvisación, las ocurrencias y los oídos sordos a los justos reclamos, dibujan de cuerpo entero la gobernanza morenista.Y las siniestras consecuencias quien las sufre intensamente son, por un lado, el propio personal médico que ha debido pagar su cuota de contagiados y muertos y, del otro, los enfermos que desafortunadamente perecieron al contagio y no pudieron recibir la atención sanitaria a la que como seres humanos tienen derecho.El saldo de la improvisación, las ocurrencias y la sordera de Barbosa es un cerro de cadáveres.Y ningún poblano debe olvidarlo.
El confinamiento, principal medida para reducir el impacto del coronavirus, aplicado a lo largo de los meses de abril, mayo y junio, propulsó un nuevo problema: la carencia de alimentos para los que estaban enclaustrados para salvar su vida y la de sus familiares.El clamor popular se repitió a lo ancho de la geografía poblana, la gente solicitaba en atentas cartas dirigidas al presidente y al gobernador, que se les proporcionara ayuda para no morir de inanición.¿Hubo algún cambio en la conducta de Barbosa? Ninguno positivo, pero sí lo hubo, es razonable reconocerlo.En Huejotzingo la presidenta morenista mandó golpear y encarcelar a los peticionarios, y Miguel Barbosa aprobó su proceder y pasó a amenazar a los que encabezaban la demanda.No se le daría nada a los antorchistas porque él así lo consideraba correcto.Cambió de omiso a represor.
Como es del dominio público, a la necesidad del confinamiento se le vino a añadir la falta de empleo, de modo que se multiplicaron las peticiones de apoyo alimentario y el soberbio gobernador tuvo que dar su brazo a torcer.Envió despensas a muchos municipios, pero solo las repartió entre sus cuates exacerbando el malestar entre colonos y campesinos, que sintieron como una auténtica burla ver pasar las camionetas oficiales con las despensas y quedarse con las manos vacías en su necesidad.Obviamente polarizó los ánimos en su pretensión de rendir a los antorchistas por hambre.Ahí estaba la comida, solo hacía falta traicionar a Antorcha para saciarla.
En este entorno de efervescencia vino la provocación, sí, no tiene otro calificativo la acción de Barbosa.Envía las despensas buscando que la masa orillada por su necesidad las saqueara.La oportuna llegada de Rosario Sánchez Hernández (Chari) frustró sus planes.Los colonos apaciguados hicieron filas para recibir cada uno la despensa y firmar las hojas correspondientes.Rosario ni siquiera se acercó al vehículo, por sus manos no pasó ninguna despensa, pero se le fabrica el delito de haberlas robado.
Haciendo gala de su poder omnímodo, Barbosa ordena que se gire una orden de aprehensión contra Rosario, por robo agravado.Una verdadera injusticia por donde se le vea.El delito prefabricado no contiene un ápice de verdad, ni de lógica, las despensas eran para los colonos y los propios enviados del gobierno las entregaron en manos de los colonos, y recabaron las firmas correspondientes.
Así actúa un gobernador morenista enloquecido por el apoyo incondicional que recibe de López Obrador, en su guerra de aniquilamiento contra la organización de los pobres de México.Prepotente y vengativo nos deja claro que no está dispuesto a atender, ni siquiera a escuchar las peticiones, y menos a quien lo hace con valentía, con verdadera conciencia de la justicia que le asiste pues sabe que le está recordando al gobernante la obligación que adquirió al asumir el cargo.Babosa, en el colmo de su molestia, para ya no escuchar desata una campaña de terror, de amedrentamiento.Quiere un pueblo sumiso y callado.
Este es el perfil del gobernante soberbio y vengativo, un verdadero enemigo de la democracia, que debemos sacar del poder.Los pobres de Puebla tenemos la tarea de explicar pacientemente por qué debe salir Morena del Congreso local y federal, y de nuestras presidencias municipales.
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