Quiero levantar la voz y denunciar, con firmeza y claridad, una de las acciones más infames del gobierno de los Estados Unidos bajo el mandato de Donald Trump, a quien hemos visto, a través de diversos medios de comunicación, llevar a cabo brutales operaciones como la del pasado 6 de junio en Los Ángeles, California, donde se vivió una verdadera cacería humana contra migrantes, en su mayoría mexicanos y latinoamericanos.
Muchos de los manifestantes han vivido, trabajado y convivido con migrantes y saben perfectamente que el verdadero peligro no son los trabajadores que cruzan la frontera buscando sobrevivir, sino el imperialismo rapaz con hambre de ganancia.
Acciones que reprobamos los luchadores sociales del Movimiento Antorchista y, seguramente, el pueblo mexicano, pues estas agresiones no son solo una violación flagrante a los derechos humanos, sino el reflejo de la política inhumana que sigue exhibiendo el rostro real del imperialismo, el cual se encarniza en su más clara y rabiosa expresión contra los migrantes, a quienes trata con violencia y desprecio.
Ante estos hechos, conviene mencionar que en el mundo las principales potencias económicas, como Estados Unidos, han acumulado su fortuna gracias al saqueo descarado, la explotación abusiva y al colonialismo rapaz que ejercieron durante siglos sobre los pueblos que, poco a poco, han sido conquistados y sometidos en varias latitudes del planeta.
La consecuencia del saqueo histórico y la desigualdad global impuesta por las potencias mundiales ha sido una migración forzada, en la que hombres y mujeres han abandonado sus pueblos de origen en busca de mejores condiciones de vida.
Esas condiciones aparentemente mejores las ven, equivocadamente, en las naciones imperialistas como los Estados Unidos, país que se jacta de ser el más desarrollado económicamente, que presume hipócritamente en el discurso ser el más democrático, libertario y respetuoso de los derechos humanos, pero que en los hechos muestra golpes, maltrato, represión, cárcel y hambre, como lo están viviendo nuestros compatriotas en las últimas semanas en el vecino país del norte.
Las redadas del 6 de junio nos dejaron imágenes crueles y dolorosas: familias separadas, niños llorando, familias latinas con desesperanza y prácticamente paralizadas por el terror. Pero también despertaron la solidaridad, la protesta y el repudio generalizado, no solo de latinos ni de mexicanos, sino de ciudadanos estadounidenses que, durante ocho días consecutivos, estuvieron en las calles del centro de Los Ángeles levantando la voz y haciendo vibrar con sus protestas. Reacción que me llama la atención y celebro, porque muchos de estos manifestantes han vivido, trabajado y convivido con migrantes y saben perfectamente que el verdadero peligro no son los trabajadores que cruzan la frontera buscando sobrevivir, sino el imperialismo rapaz con hambre de ganancia, que no ha traído otra cosa al mundo que hambre, enfermedad, pobreza y guerras.
En lo que va del gobierno de Donald Trump, mil 154 mexicanos han sido detenidos por autoridades migratorias en Estados Unidos, de los cuales 222 fueron aprehendidos del 6 de junio a la fecha, cuando el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) intensificó los operativos y redadas migratorias, informó en estos días la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).
Los mexicanos, que sabemos lo complicado que es vivir sin bienestar social y con marginales condiciones económicas en que nos tiene sumidos el gobierno actual de la 4T, nos solidarizamos con la lucha de nuestros hermanos migrantes ante las redadas policiacas implementadas por el nefasto gobierno norteamericano. Muchos de nosotros tenemos algún conocido, amigo o familiar que tuvo que dejar a su familia para buscar mejores condiciones en Estados Unidos, y sabemos que lo que los orilla a estar allí es el hambre y la necesidad que se vive en México.
Por ellos, también levantamos la voz y le exigimos al gobierno de aquel país que respete los derechos humanos de los migrantes mexicanos y de otras nacionalidades. Y hacemos un llamado a nuestros compatriotas a que no se rindan, que se unan, se organicen y luchen hasta el último esfuerzo contra aquel gobierno imperialista. ¡Ustedes no están solos!
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