En nuestro país, la inseguridad es ya una preocupación primordial para millones de mexicanos, pues los altos índices que prevalecen en distintos puntos representan un riesgo latente de ser parte de las estadísticas de ciudadanos víctimas de delitos como robos, asaltos, secuestros o hasta homicidios.
Todos los días el sólo salir a trabajar, ir a la escuela o caminar representa un riesgo. Ante esta situación, las masas manifiestan su inconformidad en la reciente encuesta realizada por el Inegi.
Los mexicanos han modificado su vida diaria por temor a la delincuencia, limitando actividades básicas como caminar de noche o visitar a sus seres queridos.
“Durante el segundo trimestre de 2025, la percepción de inseguridad entre los mexicanos aumentó al 63.82 %. Es decir, seis de cada diez personas mayores de 18 años consideran inseguro vivir en su ciudad, y siete de cada diez mujeres temen ser víctimas de un acto violento. Esta cifra es más alta que la registrada en el mismo periodo de 2024, cuando fue de 59.4 %”, según datos de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), publicada por el Inegi el pasado 24 de julio.
“En cuanto a la percepción de inseguridad en espacios físicos específicos, en junio de 2025, 72.2 % de la población manifestó sentirse insegura en los cajeros automáticos localizados en la vía pública; 65.0 %, en el transporte público; 63.7 %, en las calles y 57.9 %, en la carretera”, ENSU 2025.
Este trabajo revela también que las mujeres son las que más miedo sienten: el 68.5 % de ellas considera inseguro el entorno en el que vive. Eso no responde a una simple idea de imaginarse que serán presas de la delincuencia, sino a un foco rojo de alerta, derivado de las experiencias o de una vida marcada por el miedo constante a ser víctimas de alguna agresión como un robo, un asalto u otro tipo de delito más grave.
El estudio señala que las ciudades con mayor percepción de inseguridad son: Culiacán, Sinaloa, que encabeza la lista con un 90.8 % de sus habitantes sintiéndose inseguros; le sigue Ecatepec de Morelos, Estado de México, con 90.7 %; Uruapan, Michoacán, con 89.5 %; Tapachula, Chiapas, con 88.1 %; y Ciudad Obregón, Sonora, con 88.0 %; Chimalhuacán, Estado de México, 84.7 %; Puebla, Puebla, 84 %.
Ciudades en las que sus habitantes llevan años padeciendo la inseguridad y la han venido denunciando ante los oídos sordos de gobiernos que se deslindan de sus obligaciones de garantizar seguridad para sus habitantes, que prefieren gastarse los recursos en otras cosas, menos en lograr que sus gobernados puedan vivir y crecer en un ambiente de paz y armonía.
Son cifras que dan un grito de auxilio, pues sus habitantes prácticamente viven bajo el miedo constante, en calles tomadas por el crimen y con autoridades que no responden con la firmeza que se requiere.
Este panorama sombrío ha obligado a millones a modificar su forma de vida. Según la misma encuesta, 42.7 % de los mexicanos ha dejado de usar joyas o mostrar dinero en público. Otro 42.4 % impide que sus hijos menores salgan solos.
Más de un tercio evita caminar por la noche, incluso en zonas cercanas a su casa. Y una cuarta parte de la población ha dejado de visitar a sus familiares o amigos por miedo. ¿Es esto vida? ¿Es normal que una persona no pueda ir a ver a sus seres queridos por temor a ser asaltada en el trayecto?
Mientras tanto, los ciudadanos se sienten vulnerables, abandonados, traicionados, porque las cifras del delito y la violencia van en aumento, y la esperanza de que las cosas mejoren decrece.
“En junio de 2025, de la población de 18 años y más residente en las áreas urbanas de interés, 32.5 % consideró que, en los próximos 12 meses, la situación de la delincuencia e inseguridad en su ciudad seguirá igual de mal. Además, 25.4 % de la ciudadanía refirió que la situación empeorará en los próximos 12 meses”, ENSU 2025.
Los espacios públicos se han convertido en territorios hostiles, pues los cajeros automáticos en la vía pública generan miedo al 72.2 % de la población; el transporte público, el 65.0 % lo considera peligroso; el 63.7 % siente inseguridad incluso al transitar por su propio barrio; y para quienes viajan en carretera, el riesgo también es latente: el 57.9 % se siente vulnerable.
La inseguridad ya no se concentra en lugares específicos, sino que se ha extendido a todos los aspectos de la vida cotidiana.
A pesar de los adornados discursos oficiales, donde se maquillan cifras y se aseguran reducciones en homicidios y delitos, la población sabe que está indefensa ante la ola de inseguridad, y esta no se va a reducir sólo con palabrería hueca, sino con hechos contundentes, que den realmente un golpe a la delincuencia y, sobre todo, con la implementación de medidas urgentes que ataquen sus causas, una de ellas, la pobreza, que afecta a más de cien millones de mexicanos, donde muchos de ellos, desde muy jóvenes, no ven otra salida para dejar la situación tan triste en la que se encuentran que enrolarse en el crimen organizado o narcotráfico.
La violencia se combate no sólo con armas, sino con inversión social, educación, oportunidades laborales y justicia. Muchos de los focos rojos del país coinciden con altos niveles de marginación y pobreza, donde el abandono institucional ha sido tierra fértil para que el crimen crezca y se consolide.
Hoy más que nunca debemos alzar la voz y exigir resultados palpables a los gobiernos en turno, no discursos. No nos acostumbremos a la inseguridad, a la violencia y a la lucha diaria por sobrevivir. Los mexicanos merecemos paz, tenemos derecho a vivir sin miedo.
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