MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Organización y politización: las armas de nuestra lucha

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El fin de semana tuve la oportunidad de reunirme con compañeros líderes de La Paz, Baja California Sur. En este encuentro, con dirigentes de diferentes colonias, reflexionamos sobre la importancia de mantener la organización y el papel fundamental que ellos desempeñan al frente de sus comunidades. Son una pieza esencial para el trabajo organizativo y de educación que impulsa el Movimiento Antorcha.

Todos nosotros formamos el Movimiento Antorchista, pero para que este cuerpo funcione correctamente, se necesitan órganos que coordinen, que informen y que mantengan la unidad. Unidad de pensamiento, de propósito y, sobre todo, de acción. Ustedes saben que si queremos ir hacia un lugar, el cerebro le ordena a los pies caminar en esa dirección. Esa es la función de nuestros comités y líderes: garantizar que todos avancemos por el mismo camino hacia un objetivo común.

La lucha de Antorcha se basa en acabar con la pobreza. Buscamos un sistema económico que garantice una mejor calidad de vida para los más desfavorecidos. Pero para erradicar la pobreza, primero debemos entender sus causas, tal como un médico diagnostica una enfermedad antes de recetar un remedio. Si desconocemos el origen del problema, cualquier solución será ciega e inefectiva, como intentar pegarle a una piñata con los ojos vendados: se dan palazos a ciegas sin lograr el objetivo.

En cambio, si nos quitamos la venda de los ojos, si estudiamos y comprendemos la realidad, sabremos dónde golpear. Por eso, la primera tarea de Antorcha en su lucha seria contra la pobreza es entender sus causas profundas.

Esta pobreza genera muchos males. Uno de los más terribles es el desalojo, cuando una familia es lanzada a la calle con sus pocas pertenencias, que a menudo se destrozan al ser arrojadas. Es la cruda realidad de miles en México que no pueden pagar una renta y se ven forzados a la intemperie o a vivir de la caridad de un familiar, situación que suele ser insostenible, como bien dice el refrán: "El muerto y el arrimado, a los tres días apestan".

Surge entonces una pregunta crucial: ¿cómo es posible tanta pobreza en un país tan rico? México no es un país pobre. Sería pobre si careciera de recursos, pero no es el caso: tenemos tierras fértiles para producir alimentos, somos uno de los mayores productores de petróleo del mundo y, desde la época de la Colonia, somos el campeón mundial en producción de plata. A pesar de que mucho fue extraído, nuestras riquezas minerales siguen siendo enormes.

Entonces, ¿cuál es el verdadero problema? El problema radica en el sistema económico que nos rige, un sistema que carece de políticas públicas orientadas al bienestar del pueblo. La pobreza existe porque el sistema capitalista imperante está diseñado para generar ganancias privadas, no para garantizar una vida digna para la mayoría.

Esto es lo que nuestra lucha pretende cambiar: sustituir este modelo por un sistema que garantice trabajo bien remunerado, impuestos progresivos y una redistribución equitativa de la riqueza. Un sistema que provea condiciones básicas como agua potable, vivienda, salud y educación para todos.

Para lograr esta transformación, se necesitan líderes honestos y humanistas, formados en las filas de Antorcha, que guíen con firmeza y aseguren que estos propósitos no se traicionen. La organización y la politización son, y seguirán siendo, nuestras armas más poderosas.

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