En mayo de 2025 comenzó a operar parcialmente la Línea 11 del Trolebús Chalco–Santa Martha, que cuenta con una extensión de 18.5 km y quince estaciones, aunque actualmente sólo están en funcionamiento nueve de ellas. Esta obra resulta de gran relevancia para la zona oriente del Estado de México, ya que la mayoría de sus habitantes realiza traslados diarios a la Ciudad de México, principalmente por motivos laborales, educativos o para adquirir productos a menor costo (aunque, realmente, lo que más necesita la zona oriente son fuentes de empleo, para no trasladarnos a lugares lejanos para trabajar).
En un primer momento se hablaba de poco más de 3 mil millones de pesos, pero al final llevan gastados más de 7 mil millones de pesos: más del doble del monto inicial.
Desde hace casi dos décadas, diversos vecinos y organizaciones han gestionado la mejora del transporte masivo. Durante este periodo, la ampliación del sistema de Metro fue una demanda recurrente y una promesa frecuente en campañas de gobiernos estatales y federales; sin embargo, únicamente se avanzó en la elaboración de estudios técnicos. Finalmente, las acciones implementadas se enfocaron en la introducción del Trolebús, que representa una alternativa para mitigar el grave problema de movilidad existente en la zona. No obstante, la construcción de un sistema como el Metro habría sido una solución más integral y adecuada a las necesidades actuales.
Más que una expectativa de resolución definitiva, quienes residimos en esta zona comprendemos que esto dista mucho de ser una solución integral. Hago esta observación por diversos motivos:
En primer lugar, la lentitud de la obra ha venido generando que se incrementen los costos; en un primer momento se hablaba de poco más de 3 mil millones de pesos, pero al final llevan gastados más de 7 mil millones de pesos: más del doble del monto inicial.
En segundo lugar, se han producido importantes congestiones viales que han provocado la pérdida de tiempo para miles de habitantes, lo que a su vez ha generado impactos económicos negativos e incluso la pérdida de empleos.
En tercer lugar, se identificó que los especialistas no consideraron la ejecución de obras secundarias indispensables para evitar problemas de circulación una vez concluidos los trabajos. Como resultado, no sólo se redujeron carriles en la autopista México-Puebla, sino que además se generó una importante congestión a la altura del acceso a Chalco.
Ello se debe a que los pilotes de soporte del puente por el que cruza el Trolebús fueron instalados a distancias mínimas entre sí, lo que restringe significativamente el flujo vehicular y provoca severos embotellamientos.
Es relevante señalar que en ese punto confluyen seis carriles provenientes del distribuidor vial de Ixtapaluca y cuatro o cinco más de la autopista, en la caseta conocida de Chalco, encontrándose con una reducción abrupta a dos carriles, lo cual implica pérdidas sustanciales de tiempo productivo, ya que un trayecto que antes podía cubrirse en aproximadamente diez minutos ahora requiere entre una y dos horas. Se logró el efecto contrario al que se buscaba.
En cuarto lugar, en varias zonas del trayecto del Trolebús se sufren severas inundaciones que ocasionan la inmovilidad, dejando varados a los usuarios del transporte. Esto revela improvisación en el proyecto, pues el ejecutivo de la obra no se concibió integralmente, incluyendo las obras hidráulicas.
En quinto lugar, en el cruce del Trolebús con la avenida Cuauhtémoc en Chalco, la falta de sincronización semafórica y de puentes peatonales provoca congestionamiento: tras salir de un embotellamiento por reducción de carriles, los autos deben frenar dos veces en menos de veinte metros, una por el semáforo y otra por el paso peatonal.
Con estos ejemplos señalo los problemas más contundentes; es decir, este servicio que pudo o debió ser de gran provecho ha venido a ser una calamidad. ¿Y cuál puede ser la explicación? Que el gobierno sigue haciendo mal las cosas.
Las causas: premura en su ejecución, corrupción de funcionarios, superficialidad en las supervisiones, falta de conocimiento de la zona, etcétera; pero todas derivadas de la falta de una verdadera responsabilidad social, de un verdadero interés por resolver los problemas, por realmente utilizar con responsabilidad los recursos del pueblo. Tenemos pocas obras, malas y caras.
Con esto demuestran las autoridades federales, estatales y municipales que no les importa el pueblo que dicen atender, que resuelven parcialmente sólo para justificar recursos o favorecer a las constructoras, y medio ayudar a la gente con baratijas. Sí, se ahorra tiempo algunos automovilistas, pero muy pocos, pues el servicio resultó caro y malo.
Esto refleja una frustración legítima de la comunidad: una obra de movilidad tan esperada como el Trolebús Chalco–Santa Martha genera hoy más problemas que beneficios, debido a la ejecución apresurada, la falta de planeación y la ausencia de mecanismos para atender las necesidades locales. Para revertir este escenario se requieren acciones urgentes y coordinadas que incluyan obras complementarias, mejor drenaje y atención a peatones y automovilistas.
Necesitamos un gobierno que realmente atienda las necesidades sociales con vocación de servicio. Para lograrlo, debemos organizarnos y exigir obras y un trato decoroso, dejando de vender nuestra dignidad a cambio de tarjetas del Bienestar y de votos para Morena, intercambios que más perjudican que ayudan al pueblo de México.
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