MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

¿Gobiernos y gobernantes extraviados?

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México, como sabemos, llegó tarde al capitalismo y por lo tanto, también al desarrollo, trayendo como consecuencia nuestra dependencia económica y política, fundamentalmente de Estados Unidos; el capitalismo en sí llegó tarde a Latinoamérica, si lo vemos en relación con el continente europeo, y este atraso en el desarrollo nos legó una clase obrera relativamente joven, carente de toda la experiencia de los movimientos obreros mundiales, pero ya víctima de todos los mecanismos de opresión material y espiritual y de una terrible manipulación ideológica. Todos estos factores han contribuido sustancialmente a que el pueblo mexicano carezca precisamente de educación política y siga siendo víctima de la explotación y de la manipulación; que conciba que no es su deber cambiar las cosas en el país, gobernar bajo otro esquema, de mayor justicia y equidad socioeconómica; y, en consecuencia, que debe esperar a ser redimida por un caudillo, por políticos que le ofrecen salvarla y liberarla de todas sus penurias; esto a condición de que deje de confiar en sus propias fuerzas. Y son todas estas circunstancias las que han ocasionado que la mayoría de los mexicanos no distinga con suficiente claridad quiénes son realmente sus amigos y quiénes sus enemigos, y cuál el proyecto de nación que debe concebir y cómo construirlo.

A algunos sectores lo mismo los ha conquistado un candidato que hablaba de "tepocatas", "víboras prietas", etc., que otro que habló de "corrupción" y que "primero los pobres". Es decir, uno declaradamente de derecha y otro que dijo ser de izquierda; pero si a este último le preguntamos qué es o qué significa ser de izquierda, seguramente nos responderá que es aquel que está contra la corrupción, pero hasta ahí su explicación, pues, aunque pretenda decir más, sus hechos lo han de contradecir flagrantemente; el señor jamás hará alusión a lo que significa ser verdaderamente de izquierda, jamás se remontará para ilustrárnoslo a la gran Revolución Francesa de 1789, aquella donde los campesinos, abrumados por los impuestos y sumidos en la pobreza, unidos a los obreros que, igualmente se encontraban en la miseria, y a la pequeña burguesía comercial, conjuntaron esfuerzos para pelear reivindicaciones políticas, la promulgación de leyes y decretos favorables a los trabajadores, tanto del campo como de la ciudad y conquistar el poder político. Aunque, como sabemos, dicha revolución, tuvo por cabeza a la burguesía naciente que estaba avasallada por la monarquía y usó para sus fines al pueblo, para ganar el poder y, una vez conquistado, se volvió contra él, pues este aún no disponía de un partido propio suficientemente disciplinado y consolidado, dada la juventud de la clase obrera en aquel entonces.

Hago esta digresión histórica no porque considere que la 4ª.T, encabezada por López Obrador y su partido Morena, haya hecho una revolución y con ella llegado al poder, y que ahora veamos que esté traicionando al pueblo revolucionario. No. La hago porque quiero dejar en claro que el pueblo de México, falto, precisamente de educación y consciencia política no ha logrado distinguir a sus antagonistas; porque es necesario que descubra que el caudillo que le ofrece la salvación es en realidad un aliado embozado de los poderosos. Esto se aplica no solo en el marco de la política nacional, sino a escala global. Ahora mismo, en esta letal pandemia, deberíamos poder distinguir entre los diferentes gobiernos nacionales y su orientación política, visualizando, de un lado, a quiénes realmente interesa su pueblo, su vida misma, y, del otro, quiénes simplemente lo ven como una oportunidad para "limpiar" el planeta de "tantos pobres", en un maltusianismo estremecedor.

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Veamos: si ponemos, de acuerdo con la definición de gobierno de izquierda, a los países que mayores esfuerzos y más presupuesto están invirtiendo para salvar vidas ante el ataque del coronavirus, tendremos un bloque conformado por China, que con una población de 1,439 millones, lleva 4 mil 638 defunciones por Covid; Rusia, con una población de 145.9 millones, y donde han fallecido 3 mil 249 personas; y Cuba, con 11.3 millones de habitantes, y 80 defunciones por el virus. En violento contraste, otros países donde sus gobernantes se tomaron el asunto a la ligera, irresponsablemente, y hasta con cierta burla y desdén, y que aún a pesar de la catástrofe que enfrentan, siguen asumiendo actitudes objetivamente genocidas, sin aplicar las medidas adecuadas, sin invertir lo necesario en equipo, insumos y personal médico, y, con su criminal ejemplo personal, llamando a la gente a llevar una vida normal, expuesta al riesgo, y ahora, para colmo de males, a reiniciar apresuradamente actividades laborales. En este grupo alinean, en primer lugar, EE. UU., con una población de 331 millones y 94 mil 688 fallecidos; Brasil, con 212.5 millones de habitantes, y 20 mil 940 muertes por Covid; y ahí también, lamentablemente, está México, con una población de 128.9 millones, y 6 mil 510 fallecidos (según las muy cuestionadas y dudosas cuentas del gobierno en las que ni él cree). ¿Encuentra usted alguna coincidencia entre los tres mandatarios de estos países? ¿Son estos gobernantes extraviados, que no saben qué hacer?, o, ¿no les importa hacer ni gastar en sus gobernados para salvar vidas?

En México, la realidad nos dice que, además de la gran cantidad de contagiados y defunciones, que seguramente muchos pudieron haberse evitado tomando oportunamente las medidas apropiadas, sin estar jugando con el problema como hizo el presidente, las cifras siguen, y seguirán aumentando; pero, al mismo tiempo, se sumarán las de aquellos mexicanos sin alternativas para alimentarse; y seguiremos padeciendo a este gobierno que se regodea llamándose de "izquierda", y a muchos gobiernos estatales de "centro" (una cosa que en la realidad no existe) insensibles a las necesidades y el sufrimiento del pueblo; o ¿la ayuda llegará cuando las calles estén llenas de protestas ante días sin atención médica, hospitales saturados o semanas sufriendo hambre? Lo único que puedo asegurar, con base en sus hechos, es que este gobierno no es del pueblo, ni de izquierda, y que ha llegado el momento de que los trabajadores luchemos por la conquista del poder político sin intermediarios de las clases pudientes, quienes realmente hoy, como antes, mandan sobre y desde palacio nacional. Y mirando al mundo en medio del desastre sanitario, no puede concluirse otra cosa que, tanto Trump como López Obrador y Bolsonaro no han respondido con humanismo y diligencia a las angustiantes necesidades de sus pueblos; que no son parte de la solución, sino parte del problema.

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