MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Filantropía y revolución social

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La filantropía y la revolución social como conceptos son utilizados convenientemente o no, a menudo se confunden sobre todo por la clase en el poder al ser utilizada como defensa u ofensiva según la necesidad, pero que tienen diferencias fundamentales. La filantropía se refiere al acto de donar dinero, tiempo o recursos a causas benéficas, mientras que la revolución social implica lucha, un verdadero cambio significativo y duradero en la sociedad. Por ejemplo, la filantropía realiza donaciones a escuelas, campañas de salud, proyectos de desarrollo social y comunitario. En contraparte la revolución social promueve acciones como la pugna por una vivienda digna, salarios bien remunerados, acceso total a la salud y la educación, equidad de género, la explotación de la naturaleza en armonía con esta. Es claro que ambos planteamientos buscan generar un impacto positivo en la sociedad, pero abordan la problemática desde diferentes posturas la burguesía y proletariado.

¿Por qué el acto filantrópico no deja de existir? ¿Es la filantropía un acto de bondad de los poderosos?  Una vez que resalta la desigualdad social las clases poderosas quieren lavar sus culpas, partamos de un hecho concreto, México como país con una economía poderosa, se encuentra entre los primeros quince países más ricos del mundo de un total de 195, así las cosas. Pero desafortunadamente esta gran riqueza la concentra una ínfima minoría, mientras la mayoría viven al día en todos los sentidos de su diario vivir, con salarios para no morir de hambre, acceso a la salud de forma limitada y sin abasto de medicamentos, e igual con una educación limitada, solo para quien la pueda pagar, sobre todo los preparatorianos y universitarios.

Tan solo en el estado de Nuevo León, una entidad con un alto grado de desarrollo económico, pero no así en el ámbito social, y para esto tengo ejemplos muy concretos en colonias que forman parte de la periferia de la gran urbe regia como son la col. Fraternidad Antorchista, en Escobedo NL, Unidad Antorchista en García, NL, la col. Magdalena Córdova Morán en el municipio del Carmen, NL.   que no cuentan con los servicios básicos como energía eléctrica hoy por hoy una necesidad perentoria, falta de agua potable, sin drenaje sanitario y pluvial, falta de pavimentación, alumbrado público ausente, entre otras necesidades propias de la urbanización. Son necesidades elementales que no se pueden resolver de manera filantrópica, no a la filantropía no le alcanza para esto (tarjetitas del bienestar), eh aquí la necesidad de luchar por algo que en la idea el gobierno en turno debiera resolver (donde quedan los impuestos que el pueblo paga y el gobierno administra). Cosa que no sucede y el hecho llama a la necesidad de organizarse y dar la pelea por un mundo sin hambre y sin penas. No es poco tiempo lo que llevan estas comunidades con estas grandes necesidades; sin chantajes, no revoltosos, no rijosos, no, tan solo un pueblo trabajador, sí, muy trabajador porque si no se moriría de hambre, nadie en este mundo puede vivir sin trabajar, nadie, “nada de que se vive así porque son una bola de flojos y desaseados” como alguna vez lo dijo un personaje político tristemente célebre hijo del estado de Nuevo León. 

Seguimos en lucha de clases en este mundo injusto, donde algunos tienen todo y de sobra y otros muchos ni en donde caer después de muerto, verdad que duele, pero verdad, al fin y al cabo.

El gran filósofo y economista Carlos Marx analizó que las relaciones de producción determinan la división de la sociedad en clases. En el capitalismo, estas clases se reducen esencialmente a dos: la burguesía, que posee los medios de producción, fábricas, tierras, capital, y el proletariado, que solo tiene su fuerza de trabajo para vender. 

La explotación del proletariado por parte de la burguesía genera una contradicción inherente al sistema, que, según Marx, solo puede resolverse mediante la revolución y la instauración de una sociedad sin clases. 

Es necesario por tanto la revolución social por parte de la clase proletaria, y no necesariamente con armas, si no una revolución de conciencias de los trabajadores del mundo, de Nuevo León y todo México, por ser nuestra patria, nuestra tierra inmediata.

No a la filantropía, si a la revolución de conciencias y transformación de nuestro entorno social y económico, en armonía con la naturaleza, donde se produzca la riqueza (mercancías indistintas) necesarias para la existencia de la humanidad y se distribuyan o repartan de manera justa y equitativa.

En definitiva, es viable y posible una revolución proletaria en el siglo XXI. Marx imaginó un modelo económico superior al capitalismo, que surgiría de las entrañas y contradicciones del sistema económico avanzado, basado en la propiedad privada de los medios de producción y en la libertad de mercado, pero hasta ahora, las resistencias han sido fragmentadas. Sin embargo, hoy en la reestructuración de un mundo multipolar se proponen alternativas que retoman el espíritu crítico del marxismo.

Finalmente, la lucha de clases no es cosa del pasado, sino un hecho concreto en constante evolución. Entenderla y comprenderla desde el punto científico de Marx permite transformar las desigualdades sociales y económicas y nos lleve a pensar en modelos económicos más justos y equitativos. Como él mismo escribió: “Los filósofos no han hecho más que interpretar el mundo de distintos modos; de lo que se trata es de transformarlo”.

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