MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

En Oaxaca, Ciudad de México y Tláhuac, se caen las máscaras

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¿Será coincidencia que los titulares de las administraciones estatales y municipales arriba mencionadas sean todos morenistas? ¿Clara Brugada, jefa de Gobierno de la Ciudad de México; Salomón Jara, gobernador de Oaxaca; y Berenice Hernández, alcaldesa de Tláhuac, comparten ideales represivos?

¿Los otrora radicales y pendencieros sienten hoy urticaria por las protestas sociales? ¿Acaso obedecen la consigna de su ex mentor, a pesar de que la ley consagra el derecho a organizarse? ¿O aquello de “primero los pobres” es sólo discurso?

“Envío desde aquí la solidaridad con mis hermanos de lucha de Oaxaca y Tláhuac; ustedes saben bien que somos un solo hombre y, tantas veces sea necesario, acudiremos en su apoyo”.

La batería de preguntas anteriores obedece a lo que acontece en distintas latitudes, presuntamente al amparo de los gobernantes mencionados o, al menos, con la indolencia que manifiesta la complicidad ante graves acontecimientos, en donde simple y llanamente se viola la ley y se reprime a quienes se atreven a levantar la voz. A efecto de demostrar lo anterior, considero conveniente recordar a mis escasos lectores algunos acontecimientos.

Primero. En Oaxaca existen tres albergues estudiantiles donde se les ha dado hospedaje y alimentación durante años a jóvenes de escasos recursos que provienen de diversas comunidades y, por ende, no cuentan con alternativa para formarse profesionalmente en sus localidades; ello los obliga a emigrar a efecto de superarse académicamente.

Un buen día, el alcalde de Miahuatlán, Oaxaca, violentamente tomó posesión del inmueble, mandando a la calle a los jóvenes; al morenista no le importó que existiera un contrato de comodato ni que la obra fuera fruto del esfuerzo de los muchachos y sus hermanos de lucha; nada lo conmovió, simplemente los echó a la calle. Pero ítem más.

Poco después, en un presunto acto delictivo, irrumpieron intempestivamente en la Casa del Estudiante de Valles Centrales, un acto aparentemente delincuencial que pareciera ser parte de la cadena de agresiones contra los Antorchistas oaxaqueños.

Ante ello, pedimos la intervención del gobernador Salomón Jara, pero las puertas siempre estuvieron cerradas: no hubo ni un intento de diálogo ni, por error, salió alguna secretaria a proponer una mesa de trabajo. No quedaba otro camino que acudir a otra instancia, buscando la superior intervención de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.

Segundo. A efecto de darle seguimiento a lo anterior, el martes 23 de septiembre acudieron los jóvenes de la FNERRR a la “mañanera”, donde la recepción corrió a cargo de los granaderos de Clara Brugada; con lujo de violencia, arremetieron contra indefensos jóvenes y les impidieron manifestarse.

La energía y el valor de mis compañeros rompieron el cerco; entre bailes, poesía y consignas dejaron constancia de la represión de los gobernantes guindas.

Tercero. En la Alcaldía de Tláhuac, un numeroso grupo de colonos ha expuesto demandas de carácter elemental a la licenciada Berenice Hernández; todas ellas son de carácter básico y, recientemente, se le expuso la necesidad de autorizar permisos para la edificación de viviendas para que familias que viven hacinadas en pequeños cuartos hechos de materiales provisionales puedan acceder a una vivienda digna, pero la contundente respuesta fue en sentido negativo.

Ante la combativa lucha encabezada por el camarada Jonhatan San Juan, vino una campaña de calumnias que, al no doblegar a los compañeros, el 26 de los corrientes arremetieron a golpes contra mujeres, hombres y niños, e instalaron al personal de la alcaldía como comité de recepción; reza el dicho popular “cornudos y apaleados”: así quedaron los marginados de esta demarcación organizados en Antorcha, por lo que se pone al descubierto el carácter cerrado del gobierno y la actitud represiva contra el pueblo organizado.

Han caído las máscaras de los morenistas: no existe el “primero los pobres” ni hay preocupación por la educación. En Oaxaca, las nuevas generaciones no tienen opciones educativas y, si se atreven a levantar la voz, reciben empujones y macanazos; eso significa que los derechos constitucionales de organización, de educación y de vivienda son inexistentes y comprueba que los gobernantes guindas señalados son idénticos a los represores del pasado. Ante ello, no hay otro camino más que luchar con firmeza y determinación.

Finalmente, envío desde aquí la solidaridad con mis hermanos de lucha de Oaxaca y Tláhuac; ustedes saben bien que somos un solo hombre y, tantas veces sea necesario, acudiremos en su apoyo, sabedores de que la fraternidad es recíproca y que en estos casos aplica la frase “hoy por ti y mañana por mí”, forma de unidad de los luchadores sociales ante la represión del gobierno.

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