 
                        El partido en el poder llamado Morena, con el seudónimo de Cuarta Transformación, sigue gobernando a nuestro país, pero sin una visión clara de cómo curar los males que padecemos los mexicanos todos los días.
Los morenistas y su gobierno siempre se han justificado diciendo que otros son los culpables de todos estos males, pero ellos tampoco saben qué hacer; tal parece que sólo buscan venganzas y sólo ven venganzas de los otros partidos hacia ellos, lo que significa que no son políticos a la altura de las circunstancias y sólo piensan cómo denostar a esos “enemigos” cuando realmente los enemigos son otros.
Aunque el pueblo mexicano no sepa gran cosa de política, se da cuenta de que no vamos por buen camino; es un pueblo noble pero con mucha sed de justicia, como alguna vez lo dijo Luis Donaldo Colosio.
Los enemigos a atacar y vencer o erradicar son la ignorancia, la desigualdad social, la falta de salud pública, la imparable inseguridad y, aunque el pueblo mexicano no sepa gran cosa de política, se da cuenta de que no vamos por buen camino; es un pueblo noble pero con mucha sed de justicia, como alguna vez lo dijo Luis Donaldo Colosio, y sigue esperando que la Cuarta Transformación le calme esa sed.
Pero muchos analistas y organizaciones sociales como el Movimiento Antorchista Nacional saben que el camino tomado por la 4T es un camino equivocado.
¿Por qué es equivocado? Porque sólo se combate la sombra del fenómeno, su reflejo con la luz del sol, pero no se combate al verdadero mal. ¿Cómo cuáles? La corrupción, el huachicol fiscal, su alianza con el crimen organizado, etcétera.
¿Qué datos hay? Por ejemplo, diariamente se da a conocer la soberbia y la prepotencia con que actúan los cuerpos policíacos en contra de ciudadanos indefensos; el secuestro y la desaparición de personas que sólo se dedican a trabajar o a estudiar; el tortuguismo de los procesos penales, civiles y hasta laborales, etcétera.
Asimismo, padecemos la violación a los derechos elementales de los mexicanos, como el de la vivienda que padecen los habitantes de Tláhuac en la Ciudad de México, y al que la alcaldesa Berenice se niega a dar solución.
Es evidente el abandono de obra pública como pavimentación de calles, alumbrado público, drenaje, etcétera.
Existen, por ejemplo, también muchas comunidades rurales, como en el caso del estado de Nuevo León, donde hace más de 30 años no se pavimenta ninguna calle; donde otros debieron hacerlo, no lo hicieron y, sin embargo, la alharaca que tanto se hace es que el actual gobierno es distinto y que sí está trabajando, pero eso no se nota.
Por el contrario, sigue recortando presupuesto a los gobiernos estatales y municipales; no los justifico, pero así menos podrán realizar obra pública, poniendo de pretexto estos recortes. Justamente.
Ahí está, pues, la hipocresía del actual gobierno morenista: mucho rollo, mucho presumen, pero su trabajo concreto no se nota. Sólo se dedican a repartir dinero por medio de tarjetas y a presumir que con eso ya once millones de mexicanos salieron de la pobreza, cuando realmente reparten un dinero que no es de ellos y sólo lo reparten a conveniencia.
Por todos estos atropellos arbitrarios, el pueblo mexicano clama justicia, justicia real, de verdad y no discursiva, no utópica; pero sabemos que, mientras al gobierno no le falte nada, seguirá igual, pensando que el pueblo trabajador vive como ellos y sin preocupaciones.
El gobierno morenista no analiza, no evalúa y no se autocrítica; se consideran perfectos con todo lo que hacen, porque dicen que ningún gobierno lo había hecho antes como ellos.
Carecen de ética y de moral política; su filosofía es: “sigamos gobernando comprando la conciencia de los pobres”. Y así lo dijo ya alguna vez López Obrador, que con los pobres está el gane de votos; más claro no puede ser.
Por eso tampoco les importa lo que haga el crimen organizado, ya que estos seguirán en lo suyo porque se saben protegidos desde las altas esferas del poder.
Pero los tiempos actuales nos dicen otra cosa: nos dicen que el ciudadano común ya no está conforme, que el camino se vuelve cada vez más estrecho y, por esta razón, su consigna es:
Por ese pueblo abandonado, exigimos justicia; por la muerte de los hijos del pueblo, exigimos justicia; por todos los que hoy no se atreven a protestar aún, exigimos justicia. Esta debe ser hoy la consigna y la bandera que los desposeídos debemos levantar y llevar adelante, porque, si no es así, justicia para los de abajo nunca habrá.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario