El Mtro. Vladimir Sagaydo, considerado como uno de los intérpretes más sobresalientes en la vida cultural de México, gran exponente de la tradición rusa, país que lo cultivó para convertirlo en el virtuoso violonchelista que es ahora, dijo en una entrevista que el Movimiento Antorchista se había convertido en una especie de mecenas en la vida contemporánea de México. Era claro que de serlo, sería un mecenas de nuevo tipo.
En la época del Renacimiento, eran las familias más potentadas, de la talla de los Medici, los motores de la vida artística de su país, la Italia de toda una época, pero también del poder económico ingente, capaz de financiar las obras que hoy perduran como maravillas dentro del arte. La obra de Da Vinci y de otros grandes artistas tal vez no hubieran conseguido el esplendor con que hoy lo conocemos.
En la vida contemporánea, sin ser un partido político e incluso sin que tenga espacios de poder como los gobiernos, grupos políticos e incluso linajes familiares, he podido ver con asombro, cada vez mayor, el despliegue de obras portentosas, increíbles y loables entre los proyectos que encabezan los antorchistas, algo que no he visto que realicen varios servidores públicos o incluso millonarios del país que se precian de filántropos y cosmopolitas, cuyos intereses se mueven entre el canje de simpatías por votos o la deducción de impuestos, métodos muchas veces de todo menos altruistas.
¿A qué atribuye un artista de tales prendas su papel de mecenas a los antorchistas? Al efecto de rey Midas que tiene este grupo laborioso, sensible, culto y esmerado en que se han convertido los antorchistas en más de 4 décadas, para que todo lo que toquen evolucione en algo distinto. Y es que el acceso a la cultura también está convertida en una cantera, un laboratorio material y espiritual. Aquí, los vemos construir imponentes auditorios para la promoción cultural, escuelas de música, de danza, convertidos muchas veces en hormigueros por la tremenda influencia y el imán que despierta una formación artística pulida en el trabajo colectivo y disciplinado. Uno saluda a los directores de orquestas, bailarines o a los imponentes músicos que recuerdan la bella época de los tenores mexicanos, como lo ocurrió en el VII Concurso Nacional de Voces. Aunque sin los reflectores dentro de la prensa cultural e incluso con críticas por su forma de presentar el folclor mexicano, sus artistas no descansan y pueden tener giras durante los 365 días del año.
El arte de Antorcha, es el arte que nace de la suma de talentos. La catedral del proyecto cultural que desarrolla Antorcha Revolucionaria, tiene su sede en la ciudad trazada por los ángeles, Puebla. Uno de sus centros formativos es el Instituto Macuil Xóchitl, que tiene como eje rector formar "profesionistas del arte, con conocimientos para una correcta ejecución, concepción, aprendizaje y enseñanza de los contenidos estéticos e ideológicos implícitos en las disciplinas artísticas". Su misión es –señala- "investigar, difundir, preservar y crear el conocimiento artístico, contribuyendo al logro de una sociedad con arraigo cultural, sensible, humanista, justa, libre y consciente".
El Instituto Macuil Xóchitl, es el arma artística de Antorcha, así como el In Xóchitl In Cuicatl y la Escuela Superior de Bellas Artes "Víctor Puebla" del Estado de México. Pero la tarea cultural se extiende –parafraseado a Arsames, el sátrapa de Frigia cuando se disponía a responder al ser cuestionado por el príncipe Alejandro; qué tan grande era el Imperio de su Gran Rey, su voz resonó inspirada, como la de un poeta que le canta a su tierra natal:
-El imperio del Gran Rey se extiende al norte hasta donde los hombres no pueden vivir a causa del calor, y reina sobre cien naciones, desde los etíopes de piel rugosa vestidos con pieles de leopardo hasta los etíopes de piel lisa que se cubren con pieles de tigres.
El trabajo cultural de Antorcha se extiende pues, desde los límites de Baja California hasta los últimos rincones de Quintana Roo. En los municipios y comunidades más apartadas y olvidadas por parte de sus autoridades, ahí se desgastan las suelas de los artistas antorchistas. Van, buscan y encuentran jóvenes con un alma ardiente de belleza; se trata de seguir construyendo la nueva estructura cultural para una nueva sociedad, para esto se requiere de un deseo formidable de aventura y la luz de una fuerza vital invencible.
El artista –dice César Vallejo en "Los artistas ante la política"- no se circunscribe a cultivar nuevas vegetaciones en el terreno político, ni a modificar geológicamente ese terreno, sino que debe transformarlo química y naturalmente. Así lo hicieron los artistas anteriores a la Revolución Francesa y creadores de ella; así lo han hecho los artistas anteriores a la Revolución Rusa y creadores de ella. La cosecha de semejante creación política, efectuada por los artistas verdaderos, se ve y se palpa sólo después de siglos, y no al día siguiente, como acontece en la acción superficial del pseudoartista.
Si los capullos que tiene el antorchismo en la vida cultural mexicana han despertado tales palabras de un artista bueno como Vladimir Sagaydo, no debemos dudar que vamos en sentido correcto. Acerquemos a la poesía, al baile, al canto, ya vendrán los tiempos en que su hermoso lenguaje alumbrará y cantará una vida nueva. Salud Berenice Bonilla y Omar Abit, desde este espacio va nuestro homenaje por su gigantesca estela en la vida de los pobres, a los que rindieron su poesía y su baile.
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