Hoy quiero compartir en estas líneas, con mis amigos, con mis compañeros antorchistas de BCS y mis caros lectores en general, lo que significa para nuestra organización conmemorar a nuestros compañeros que se nos han adelantado, que han muerto luchando en las filas de nuestra querida Antorcha. Cada 6 de junio, el Movimiento Antorchista Nacional rinde homenaje a los “Mártires Antorchistas”, hombres y mujeres luchadores sociales que han caído, a lo largo de cincuenta años de lucha, víctimas de la represión y de las balas asesinas de fuerzas oscuras que se han opuesto y se siguen oponiendo al progreso y desarrollo de los pueblos de México.
El que muere por Antorcha no cae; morir por Antorcha no es morir: morir por Antorcha es vivir.
Cada año, con un acto luctuoso, político y cultural, recordamos a nuestros compañeros caídos y retomamos su ejemplo y espíritu de lucha en defensa de los intereses del pueblo pobre de México.
Los pueblos del mundo conmemoran a sus mártires de diversas maneras, dependiendo de su cultura y tradiciones. Algunas prácticas comunes incluyen: celebraciones religiosas, en muchas culturas los mártires son considerados santos o héroes y se celebran en ceremonias religiosas; ofrendas y rituales, donde se colocan flores, velas, alimentos y bebidas en tumbas o lugares sagrados; recuerdos y honores, como la construcción de monumentos o museos, marchas y discursos; luto y duelo, como forma de expresar dolor y respeto.
En general, la conmemoración de los mártires busca mantener viva su memoria, reconocer su sacrificio y transmitir su legado a las generaciones futuras.
¿Qué significa para Antorcha el “6 de junio”? Es una fecha inolvidable y de reivindicación. Por eso, en esta ocasión, por cuestiones organizativas, celebraremos el próximo domingo 8 de junio, cuando representaciones de mexicanos de todos los estados del país nos reuniremos en Tecomatlán, Puebla, cuna del Movimiento Antorchista.
Con una marcha luctuosa visitaremos el mausoleo tecomateco, donde descansan decenas de luchadores antorchistas, para posteriormente realizar un evento político-cultural en el impresionante Teatro “Aquiles Córdova Morán”, donde habrá un mensaje a cargo del maestro Aquiles Córdova Morán, líder nacional antorchista.
Es necesario decir que, aunque no somos los únicos que conmemoran a sus mártires, sí tenemos un gran compromiso de pasar lista de nuestros caídos y reafirmar el compromiso de seguir enarbolando las banderas de lucha.
Un ejemplo de cómo otros pueblos ponen énfasis en la trayectoria y alcance de sus mártires ocurrió hace apenas un mes, con la conmemoración del pueblo ruso por los ochenta años de la Gran Guerra Patria. Defender la verdad histórica también significó reivindicar la justicia, la resistencia y la memoria de quienes ofrecieron su vida por liberar al mundo del nazismo.
Reconocer el heroísmo del pueblo soviético, que salvó a la humanidad del exterminio racial y del dominio fascista, es esencial. Esa verdad histórica no debe ser distorsionada ni olvidada; fue la parte más importante y decisiva de la Segunda Guerra Mundial.
La guerra se convirtió en la mayor tragedia en casi todas las familias soviéticas, pues la URSS perdió más de 26 millones 600 mil personas y aproximadamente un tercio de su riqueza nacional.
Esa lucha terminó con la victoria soviética en mayo de 1945, cuando el pueblo enfrentó la agresión más brutal del siglo XX, sacrificando millones de vidas.
No quiero forzar la comparación, pero sí resaltar que, en nuestro caso, también la lucha del antorchismo ha dejado su cuota de sangre con nuestros compañeros asesinados.
Cuando Antorcha nació y emprendió su lucha diaria, los enemigos del progreso y desarrollo de los pueblos, y las fuerzas políticas reaccionarias, se opusieron a la tarea de educar y organizar al pueblo en busca de un mejor país. Las primeras décadas de vida de Antorcha, sobre todo en Tecomatlán, fueron verdaderamente dramáticas y terribles.
Compañeros y amigos, para el antorchismo nacional, la inmortalidad de los que se nos han adelantado reside en la permanencia del recuerdo, del personaje que “se fue”, en la mente de sus hermanos y contemporáneos. El que muere por Antorcha no cae. Morir por Antorcha no es morir: morir por Antorcha es vivir.
Antorcha ha sobrevivido medio siglo y ha crecido hasta contar con una militancia de más de dos millones de agremiados en todo el país. Se ha convertido en la organización más popular y más unida, con objetivos claros y con una convicción profunda por educar y organizar a los mexicanos, para que con su unión y fuerza social conquisten el poder político y cambien la situación de miseria y marginación que actualmente vive el país.
Por todo eso, con más intención y cariño vamos a recordar y seguir el ejemplo de nuestros compañeros que han muerto en aras del gran ideal: luchar por una patria más justa y más equitativa para todos.
El antorchismo seguirá conmemorando la caída en la lucha de sus líderes y celebrará el día 6 de junio como homenaje a esos imprescindibles que se atrevieron a ponerse al frente de ese gigante dormido, para hacerlo despertar en un gigante revolucionario. Porque mientras haya pobreza, injusticia y marginación, la lucha continúa, y con ella la memoria viva de quienes la hicieron posible con su entrega total.
Los antorchistas conscientes debemos entender que no basta sólo con recordar; es más honesto trabajar en el proyecto que ellos se plantearon y que hemos compartido toda una vida. Con nuestro trabajo continuo, abnegado, sin traiciones a nuestros ideales, estaremos reivindicando a cada instante a los que murieron por Antorcha.
Nuestros mártires seguirán vivos en cada antorchista que se niega a vivir bajo este sistema de explotación, bajo este régimen de producción que, digan lo que digan, ya no da más.
Es urgente que el pueblo educado y organizado construya una sociedad más justa para todos. Esta pronto llegará; es la que, con su ejemplo, estuvieron construyendo nuestros mártires antorchistas.
Entonces, como diría Pável Korchaguin, personaje de la novela de Nikolái Ostrovski, en Así se templó el acero:
“Lo más preciado que posee el hombre es la vida. Se le otorga una sola vez, y hay que vivirla de forma que no se sienta un dolor torturante por los años pasados en vano, para que no queme la vergüenza por el ayer vil y mezquino, y para que al morir se pueda exclamar: ¡toda la vida y todas las fuerzas han sido entregadas a lo más hermoso del mundo, a la lucha por la liberación de la humanidad! Y hay que apresurarse a vivir. Pues una enfermedad estúpida o cualquier casualidad trágica pueden cortar el hilo de la existencia”.
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