Todas las revoluciones de la historia son diferentes y sus resultados son aún más diversos; sin embargo, en vísperas de un levantamiento revolucionario ciertas condiciones comunes tienden a presentarse.
En vísperas de una revolución tiene que existir un muy difundido descontento ante las condiciones políticas, económicas y sociales que afectan, no solo a un sector o clase de la población, sino a una amplia variedad de clases y grupos sociales".Este fue el caso del levantamiento revolucionario de 1910, cuando en nuestro país reinaba el descontento no solo entre los campesinos, sino también entre las clases medias y los obreros.
La expropiación de las tierras y agravios a los campesinos, la falta de democracia (falta de acceso al poder político de distintos grupos), grandes impuestos, privilegios acordados a los extranjeros, así como el descontento de los obreros por los bajos salarios, comparados con los salarios de los obreros de los Estados Unidos y, en general, una terrible desigualdad social.Todo esto provocó una profunda insatisfacción entre las distintas capas de la sociedad, que terminó en el hecho histórico que conocemos como Revolución Mexicana.
A más de cien años, nuestro país se encuentra en una situación similar a la de la dictadura porfiriana.Según datos oficiales del Coneval, México tiene más de 52 millones de habitantes en pobreza; más de nueve millones, en pobreza extrema; y ocho millones 600 mil, en condiciones de vulnerabilidad por ingresos, cifras que se quedan cortas, pues la realidad dice que al menos unos 80 o casi 100 millones de mexicanos viven en un grado de pobreza, mientras que tenemos a hombres como Carlos Slim y Ricardo Salinas pliego que acumulan grandes fortunas.Lo cual indica que la desigualdad en nuestro país está a la orden del día.
Las condiciones de vida de los mexicanos cada vez peor: Por un lado una gran producción agroalimentaria y por otro, hambre en sectores cada vez más grandes de nuestra población; si hablamos del empleo y de los salarios nos encontramos con que aproximadamente 45.4 millones de personas cuentan con un trabajo, y los salarios no alcanzan, ni siquiera, para cubrir la canasta básica; El sistema de salud colapsado, con una inversión menor que en la mayoría de los países y donde según Forbes 71.1 millones de personas no tienen derecho a seguridad social; un sistema educativo al que se le invierte solo el 3 por ciento de su producto interno bruto, cuando hay países como cuba que le invierten el 13.1 por ciento y la falta de servicios en la vivienda de más del 26 por ciento de la población.
Por otro lado, una situación política muy grave.Un presidente de la República al cual lo único que le interesa es mantener su poder, utilizando la mayoría de su partido en el congreso para crear leyes a su conveniencia y utilizando su poder para distribuir el dinero de los mexicanos por medio de apoyos directos con la mera intención de ganar la voluntad del pueblo para la próxima elección.A esto hay que agregarle la situación tan delicada por la pandemia del covid-19 a la cual el presidente Andrés Manuel López Obrador siempre fue ajeno y que hasta ahora ha cobrado 41, 190 vidas y nos está llevando a una verdadera crisis económica, la destrucción de más de 1 millón 200 mil empleos formales provocada por el cierre de pequeñas y medianas empresas que no pudieron soportar el confinamiento.
Es el momento, pues, de prepararnos con más dedicación para otra revolución.Hay que informar y concientizar al pueblo de las condiciones existentes, hacerle ver que el gobierno de la cuarta transformación no sabe gobernar y que el Movimiento Antorchista es la única organización que conoce los problemas de nuestro país y que ha planteado una propuesta que transforme a nuestra patria en una nación más justa y progresista. Es el momento de organizarnos y hacer una revolución, pero no una revolución armada, sino una transformación que se logre por medio de las urnas.
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