MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Teatro que transforma

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Rumbo al XXIV Encuentro Nacional de Teatro, el escenario del Teatro “Al Trote” abrió sus puertas para recibir a decenas de jóvenes ansiosos de vivir una experiencia distinta a la rutina escolar. La mañana avanzaba entre murmullos y pasos apresurados cuando, poco a poco, alrededor de setenta estudiantes de distintas preparatorias tomaron asiento, sin imaginar que en unos minutos serían interpelados por un relato que parecía hablar directamente de sus vidas.

El teatro, más que entretenimiento, puede ser un espejo que confronta, cuestiona y sensibiliza.

Sobre el escenario apareció J. Concepción Macías, quien presentó el monólogo “Sin lugar, tiempo, no espacio”. Con una escenografía mínima y una voz que llenaba la sala, el actor dibujó fragmentos de una realidad que muchos de los presentes conocen de cerca: la descomposición social provocada por la falta de oportunidades, el avance de las drogas y la sensación de quedar atrapado en un entorno que no ofrece salidas fáciles.

Entre el público estaba Juan José, estudiante del Telebachillerato La Florida y habitante de la colonia Villas de Nuestra Señora de la Asunción. Al finalizar la función, reflexionó con una mezcla de franqueza y preocupación.

“Eso que vimos en escena es lo que vivo a diario en mi colonia”, comentó. Observó que el problema del consumo de drogas no era un fenómeno aislado, sino el resultado de un sistema económico que cada vez acapara más y deja menos para quienes necesitan trabajar para vivir.

Lanzó entonces una pregunta que silenció por un momento al grupo: “Si no hay trabajo, ¿qué nos queda a nosotros? Uno busca una escapatoria.”

Las palabras del joven resonaron entre los demás asistentes, quienes entendieron que el teatro, más que entretenimiento, puede ser un espejo que confronta, cuestiona y sensibiliza.

Este encuentro no fue casual. El Movimiento Antorchista, fiel a su compromiso con la educación de la juventud y del pueblo trabajador de México, impulsa la organización de actividades culturales que buscan abrir los ojos ante la realidad y sembrar inquietudes críticas en las nuevas generaciones. Eventos como este preparan el camino para el XXIV Encuentro Nacional de Teatro, donde el arte se convierte en herramienta formativa y transformadora.

Mientras los estudiantes abandonaban el recinto, algunos comentaban aún las escenas, otros guardaban silencio reflexivo, pero todos llevaban consigo una certeza: el teatro no sólo se mira, también se vive. Y, a veces, cambia la forma en que se entiende el mundo.

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