MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

México se hunde… y el gobierno responde con discursos

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Acabamos de conmemorar mundialmente el Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres. Este día no es una simple fecha en el calendario: representa la necesidad de prevenir tragedias y de proteger la vida humana frente a los embates de la naturaleza. En 1989, la Asamblea General de la ONU proclamó esta jornada para impulsar una cultura mundial de prevención. Y no fue casualidad que años después se cambiara su nombre de “desastres naturales” a “riesgos de desastres”, porque los desastres, como bien dice la Oficina de Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres, “no son naturales, son el resultado de las omisiones y la falta de planeación de los gobiernos”.

El Movimiento Antorchista ha demostrado, con hechos, que la organización popular es la única fuerza capaz de cambiar la realidad. Frente al abandono, el pueblo debe responder con unidad, con trabajo y con lucha.

Y México hoy es un ejemplo doloroso de ello. Mientras el gobierno federal presume “humanismo” y “austeridad”, el pueblo se ahoga literalmente bajo el agua, en el lodo y la desesperación. En Veracruz, Puebla, Hidalgo y Querétaro, las intensas lluvias han dejado hasta el momento 64 personas muertas y más de 60 desaparecidas, según datos oficiales. Detrás de esas cifras hay familias destrozadas, comunidades enteras incomunicadas, viviendas arrasadas y miles de seres humanos que claman por auxilio… y no lo reciben.

El Fondo de Desastres Naturales (FONDEN), creado precisamente para responder ante emergencias como esta, fue desaparecido en 2020 por el gobierno de la llamada “Cuarta Transformación”, bajo el argumento de combatir la corrupción. Hoy, esa decisión cobra vidas. La eliminación del FONDEN dejó al país sin un instrumento financiero que permitiera actuar con rapidez para reconstruir viviendas, carreteras y hospitales; sin él, la burocracia se impone, la ayuda se retrasa y la tragedia se multiplica.

Ni los discursos de austeridad ni las promesas vacías levantan los hogares destruidos ni devuelven la vida a quienes murieron bajo el agua. La presidenta Claudia Sheinbaum declaró que “no había condiciones científicas para prever lluvias de tal magnitud”. Pero lo que no había, en realidad, eran condiciones políticas, presupuestales ni solidaridad para enfrentar una emergencia. ¿Cómo hablar de prevención cuando los recursos se recortan?

En Poza Rica, Veracruz, el pueblo se enfrentó a su presidenta. “¿Dónde están?”, le gritaban, mostrando las fotos de sus familiares desaparecidos. “¿De qué me sirve tenerte aquí?”, reclamó un joven que llevaba tres días buscando entre el lodo a sus compañeros. La respuesta fue el silencio y la soberbia: “A todos se les va a atender”, respondió Sheinbaum, intentando callar a los que exigían justicia.

Y por si fuera poco, el gobierno prohíbe la ayuda humanitaria directa, ordenando que los víveres sean entregados exclusivamente en las dependencias oficiales. Una burla cruel para quienes, sin esperar al gobierno, se organizan y ayudan al prójimo.

Las políticas de “austeridad” y el discurso contra la “corrupción” están matando al país. No hay prevención, no hay reacción, no hay sensibilidad. Sólo hay discursos y propaganda. Veracruz bajo el agua, Puebla sepultada en lodo, Hidalgo entre lágrimas… y el FONDEN, enterrado por la “transformación”.

El pueblo no necesita discursos, necesita acciones, inversión, planificación, apoyo real. Necesita gobiernos que sirvan y no que se sirvan.

Por eso, hoy más que nunca, el pueblo debe levantar la voz y organizarse. No hay salvación si seguimos esperando que los poderosos actúen por compasión. Solo el pueblo unido y consciente puede construir un país distinto, donde la vida humana esté por encima de los caprichos políticos.

El Movimiento Antorchista ha demostrado, con hechos, que la organización popular es la única fuerza capaz de cambiar la realidad. Frente al abandono, el pueblo debe responder con unidad, con trabajo y con lucha.

México no puede seguir hundiéndose mientras el gobierno mira desde el balcón.
Es hora de exigir sin miedo, de reclamar sin temor, de organizarse sin descanso.
Porque si el gobierno no salva al pueblo, el pueblo deberá salvarse a sí mismo.

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