"Tenía siete huevitos para llevárselos a mi hijo, son los que habían puesto las gallinas desde hace días y, pues eran para que comiera, es que lleva varios días sin comer, pero se los llevaron creo que otra persona que también tiene hambre", nos comenta con tristeza la señora Carmen Muñoz Pérez, madre de familia de dos jóvenes que fueron despedidos de empresas de la zona fabril y no les dieron indemnización en medio de la contingencia sanitaria para evitar la propagación de la pandemia del coronavirus.
La quincuagenaria, vive en un predio cerca de las bodegas de Bachoco al sur de la ciudad, el cual no cuenta con servicios de agua, energía eléctrica, ni drenaje, pero se fue a ese lugar, porque la difícil situación económica en la que vive, "nos ha ido muy mal, primero corrieron a mi hija Georgina, después a mi otro hijo y mi esposo está a punto de que lo corran, él, en estos momentos trabaja de velador, y pues nos vinimos a vivir a éste lugar, porque ya no podíamos pagar la renta de un cuarto de vecindad donde vivíamos, nos cobraban 2000 pesos al mes".
El nuevo hábitat de ésta familia es un jacal cuyo espacio se divide en recámara, comedor y un baño de letrina; en el pequeño patio hay un corral con seis gallinas y tres guajolotes, y pues éstos animales representan para éstos precaristas una fuente de alimentación "con estas gallinitas tengo para comer huevito en la semana, y no me cuesta nada mantenerlas, porque comen de todo, por ejemplo desperdicios, y aquí los consigo con los vecinos, ya para las tortillas o el café, pues con lo poco que consigue mi esposo la vamos pasando, también cuento con el apoyo de mis vecinos y de los antorchistas que ocasionalmente nos traen una despensa; a veces dan ganas de llorar porque no tenemos para comer y luego no hay trabajo, ahora con lo de la pandemia nos piden que nos quedemos en casa, pero la verdad, a que nos quedamos sino tenemos ni agua para tomar, menos para lavarnos las manos, y tenemos que salir a buscarle, yo pues me voy a lavar ropa o hacer quehaceres, mi esposo en el día va a vender semillas y dulces, por eso protestamos contra el gobierno de López Obrador, porque no tenemos que comer, ayer nos organizamos los vecinos y sacamos trapos afuera de nuestros jacales con letras pidiendo que nos manden comida, tenemos hambre", dijo de manera efusiva la humilde señora.
"A mí de por sí ya me habían despedido desde finales de febrero a raíz de un accidente de trabajo que tuve en mi pie, y pues la empresa de ensamble donde laboraba que es una outsourcing de la General Motors, aprovecharon para correrme sin darme indemnización, después me enfermé de la gastritis y no podía comer nada, duraba días sin probar bocado, y pues apenas me estoy recuperando", comenta la joven obrera con su cabello enmarañado que nos ofreció una silla para sentarnos. ¿Tus aspiraciones? ¿Después de éste encierro, de falta de empleo y de ésta situación de pobreza? La inquirimos.
-Pues,...espero que se acabe pronto ésta situación y seguir trabajando, esperando que haya trabajo, porque si no, pues los pobres tendremos muchas cosas que hacer, tendremos que cambiar las cosas, porque no podemos morirnos de hambre ni que la gente siga viviendo mal. Dijo pensativa y triste la trabajadora.
Una situación verdaderamente dura y terrible que ya viven miles de potosinos después del cierre de más de 100 empresas en la zona industrial de la capital –más de 80 mil obreros parados según información de la STPS, 3 de abril del 2020– esa es la realidad cruda y descarnada de los sectores laborantes potosinos que debieran llamar la atención de nuestros gobernantes, por la pobreza, miseria y hambre como viven. Los trapos al sol, que están exponiendo afuera de sus casas miles de potosinos en toda la geografía de nuestra entidad es un llamado a las autoridades de los tres niveles de gobierno para que actúen en consecuencia, ahora que es el momento, y no esperar un desbordamiento de irritación social que atente contra el orden establecido, como causa en la historia de todos los estallidos sociales en el mundo, como sucedió en nuestras calles y plazas de la ciudad de San Luis Potosí con la Rebelión de los Serranos o Los Tumultos en San Luis Potosí, el 6 de junio de 1767, cuando mineros de Cerro de San Pedro sin empleo y con hambre, junto con otros descamisados –también llamados "indios mata gachupines pelados"– bajaron de la sierra y destruyendo casas principales, saqueando bodegas de granos y liberando presos; exigían alimentos, que se acabarán impuestos injustos y que se largarán de éstas tierras los españoles peninsulares. Años después se da inició en el estado de Guanajuato la lucha por la Independencia de México, encabezada por el cura Miguel Hidalgo y de tras de él miles de mexicanos hambrientos.
Les comparto esta sentencia para la reflexión, autoría de Vivien Leigh, una gran actriz británica, protagonista de la estupenda película titulada "Lo que el viento se llevó".
"Pongo a Dios por testigo de que no podrán derribarme. Sobreviviré, y cuando todo haya pasado, nunca volveré a pasar hambre, ni yo ni ninguno de los míos. Aunque tenga que mentir, robar, mendigar o matar, ¡Pongo a Dios por testigo de que jamás volveré a pasar hambre!".
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