El director del Telebachillerato “Cristóbal Colón” en Durango explica la filosofía que guía la labor artística antorchista para impulsar a los jóvenes
Durango, Dgo. En el estado de Durango, una propuesta educativa revolucionaria demuestra que la cultura no es un complemento, sino la base misma para formar ciudadanos conscientes y transformadores. Las instituciones educativas fundadas por el Movimiento Antorchista han convertido a las artes en el eje central de un proyecto pedagógico que busca cerrar la brecha de desigualdad y empoderar a los jóvenes de comunidades marginadas.
“La cultura genera un vínculo emocional con la escuela que reduce considerablemente la deserción escolar. Nuestros estudiantes no vienen sólo a recibir clases; vienen a crear, a expresarse, a ser parte de algo significativo”.
El profesor Martín González Ávila, director del Telebachillerato “Cristóbal Colón”, explica la filosofía que guía su labor: “Para el Antorchismo, la lucha cultural es tan vital como la lucha social. Nuestra misión no se limita a impartir conocimientos académicos; se trata de devolverle al pueblo los instrumentos de su liberación, y la cultura es el más poderoso de ellos. Cada estudiante que aprende a tocar un instrumento, que participa en una obra de teatro o que es capaz de analizar críticamente una obra de arte, está fortaleciendo su autoestima y su capacidad para transformar su realidad”.

La implementación de este enfoque cultural integral ha mostrado impactos significativos en la comunidad estudiantil: “Los talleres de teatro, música, danza y poesía no son actividades extraescolares, son materias fundamentales en nuestro currículo”, señala el Profesor González Ávila.

“Hemos comprobado cómo un joven que llega con inseguridades, tras participar en nuestros ensambles musicales o grupos de teatro, desarrolla una seguridad en sí mismo que transforma completamente su rendimiento académico y su proyecto de vida”.

Este modelo ha demostrado ser particularmente efectivo para combatir problemas estructurales del sistema educativo. “La cultura genera un vínculo emocional con la escuela que reduce considerablemente la deserción escolar. Nuestros estudiantes no vienen sólo a recibir clases; vienen a crear, a expresarse, a ser parte de algo significativo”, agrega el director.

La importancia de la cultura en estas instituciones va más allá del desarrollo individual. “Buscamos formar líderes sociales con sensibilidad y criterio propio”, explica el Profesor González Ávila.
“Un estudiante que ha analizado la historia a través del arte, que comprende la importancia de la expresión cultural y que ha desarrollado su creatividad, está mejor preparado para identificar y solucionar los problemas de su comunidad”.

El movimiento ha enfrentado este reto con creatividad y determinación, superando limitaciones económicas a través de diversas estrategias y del compromiso de maestros y padres de familia. “La falta de recursos no puede ser excusa para negarles a nuestros jóvenes el acceso a la belleza y al conocimiento”, sostiene el educador.

La experiencia de las escuelas antorchistas en Durango envía un mensaje claro al debate educativo nacional: la cultura debe dejar de ser tratada como asignatura secundaria. “Cuando integras las artes de manera transversal en la educación, no sólo estás formando mejores estudiantes; estás formando mejores seres humanos”, concluye el Profesor González Ávila.
Este modelo demuestra que en las aulas donde la cultura respira, se forjan ciudadanos capaces de entender el mundo en toda su complejidad y de trabajar por una sociedad más justa e igualitaria, prueba tangible de que la educación, cuando se basa en la cultura, se convierte en una poderosa herramienta de liberación y transformación social.
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