Peje no podía usar zapatos, físicamente está incapacitado para usarlos.Un peje está discapacitado para usarlos, pero conocí a uno que no lo concebía así y se había obsesionado con usarlos.Es más, no solo quería ponerse zapatos, sino que se había propuesto usar los más grandes que hubiera.
Terco, obsesionado y casi loco después de buscarlo por 18 años, llegó a conseguir los zapatos más grandes, a los que aspiraba.
Tomó posesión de su calzado y se lo puso, pero como se esperaba le quedaban grandes, se consoló pensando que solo los quería usar por unos años, mientras más, mejor, todo el tiempo que pudiera.
Hablando con franqueza, los zapatos no eran nuevos, pero bien lustrados siguen siendo unos hermosos zapatos de un muy buen cuero.
Como todo calzado necesita un poco de mantenimiento y acondicionamiento pues no se les debe dejar por mucho tiempo abandonados.
Antes de comenzar a usarlos, Peje les ha dado una lustradita, con un trapo les quitó un poco el polvo, y en cuanto se los ha puesto, se ha dado cuenta que no es tan fácil usarlos.
En primer lugar, porque estaban hechos para otras constituciones físicas, no para pejes, ya dijimos que en ese sentido estaba discapacitado, pero hubo otros problemas.
Cuando quiso dar el primer paso con el pie izquierdo, sintió una piedra en el zapato.Golpeó el talón un poco contra el suelo para que se acomodara al fondo, sin éxito, la piedra en el zapato le seguía molestando.Intentó golpear más fuerte para acomodarlas y por un momento creyó que ya no la sentía, y entonces noto que ya no era solo una sino varias más.Siguió golpeando y entonces notó que la piedra se había acomodado y ahora le incomodaba más.
Tuvo que seguir intentando caminar y cuando decidió dar el segundo paso, ahora con el pie derecho, una goma de mascar se le quedó fijada en la suela del zapato, una que antes había dejado caer pues ya había masticado durante bastante tiempo.
Tuvo que reconocer que la edad le pesaba por eso el peje se hizo pato para no encorvarse y revisar aquello que tanto le molestaba, tendría que caminar con piedras y chicle en el calzado.
El problema era que, a cada paso, las piedras le molestan más y más, se le mueven hacia adelante o hacia atrás fastidiándole cada vez más, lo mismo que el chicle el cual se ha extendido por toda la suela.
El otro problema es que el chicle sigue sin abandonarlo, y los zapatos ya no le parece tan agradables.Por eso ha optado por maldecirlos de vez en cuando y decirles que están en su contra, que por eso no descansa y luego dice incoherencias.
Todos sabemos que cuando los zapatos no nos calzan y molestan, debemos buscar algo más a nuestra medida, pero él no acepta que los zapatos no le quedan, y no los quiere dejar y aun cuando no puede usarlos sigue terco pensando que quizás le duren bastante tiempo, porque son unos hermosos zapatos.
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