La industria de la guerra se disfraza de seguridad global mientras convierte la muerte en una estrategia económica y geopolítica sostenida
Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: “¡No mueras, te amo tanto!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle:
“¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando: “¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: “¡Quédate, hermano!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces, todos los hombres de la Tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echose a andar…
Este es un mensaje de paz del poeta peruano César Vallejo, que trata de la muerte de un soldado e imagina cómo sería el mundo si todos los seres humanos se unieran en armonía. La muerte no sólo simboliza el fin biológico, sino también el desencanto y la desesperanza propios de una sociedad dividida en clases.
Es la insistencia de los vivos por recuperar al combatiente, que significa la negación a aceptar el fin como destino definitivo. Es una metáfora de la lucha por la justicia y la resistencia ante la opresión de quienes consideran que si la guerra y la muerte dan fortuna y riqueza, hay que hacer la guerra. Al fin que, como dijo Jean-Paul Sartre: cuando los ricos hacen la guerra, son los pobres los que mueren.
La muerte no sólo simboliza el fin biológico, sino también el desencanto y la desesperanza propios de una sociedad dividida en clases.
Viene esto porque, aun cuando se esconde información, datos de USA Facts y de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos indican que este país cuenta con más de 800 bases militares en el extranjero, distribuidas en más de 81 países de Europa, Asia, Medio Oriente, África y América Latina, con más de 250 mil efectivos y un gasto por mantenimiento de tropas estimado en 850 mil millones de dólares en 2025, para matar, con el argumento de que es “por razones de seguridad nacional, estabilidad global y la soberanía de otros países”.
En Europa, Alemania es el país con más instalaciones militares norteamericanas: 123. Le siguen Italia, con 49, y Reino Unido con 23. América Latina, hasta finales de 2022, tenía 76 bases militares instaladas en Panamá, Puerto Rico, Colombia, Perú, Honduras, Paraguay, Aruba, Costa Rica y El Salvador. En Asia, Japón cuenta con 120 bases militares norteamericanas con 57 mil efectivos, y Corea del Sur, con 8 instalaciones y 28 mil 500 militares. En África mantienen 36 bases estratégicas, y en Medio Oriente, según datos del Council on Foreign Relations, tienen 19 bases militares en ocho puntos: Arabia Saudita, Bahréin, Egipto, Emiratos Árabes, Irak, Israel, Jordania, Kuwait, Catar y Siria, con más de 40 mil personas entre militares de defensa aérea, aviones de combate y buques de guerra.
Pero ¿qué busca Estados Unidos con bases militares en más de 80 países del mundo? ¿Quién le autorizó a estos verdugos ser los “árbitros” del mundo? ¿Con qué autoridad moral estos fascistas se erigen jueces universales?
Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, mantiene instalaciones militares en diversas regiones, supuestamente con objetivos estratégicos como la respuesta rápida ante emergencias, la disuasión de adversarios potenciales y la garantía de seguridad hacia países aliados y socios internacionales.
En África, por ejemplo, Estados Unidos trata de evitar cualquier competencia en su control de recursos y del mercado. Según la agencia de noticias PIA Global, de África, el ejército estadounidense tiene como función proporcionar ventajas a su país, a sus élites gobernantes, y, junto con ejércitos de países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), ser garante de intereses corporativos occidentales, de los principios del capitalismo y frenar el desarrollo comercial de China y Rusia en la región.
El subsuelo de África contiene el 98 % del cromo mundial, 90 % de cobalto, 90 % de platino, 70 % de coltán, 70 % de tantalita, 64 % de manganeso, 50 % de oro, 33 % de uranio, y gran reserva de minerales como diamantes, tantalio, tungsteno y estaño. El 30 % de todas las reservas minerales, el 12 % de las reservas de petróleo, 8 % del gas natural y 65 % de la tierra cultivable del mundo.
Los países de Medio Oriente son dueños del 50 % de las reservas de petróleo y 40 % del gas natural, hierro, carbón, amoníaco, urea, cobre y yeso, y su agricultura es clave en la producción de trigo, cebada, leguminosas, aceitunas, frutas, etcétera. Nada escapa a la ambición de los países del imperio, y en su desesperación, como león hambriento, mata a cientos de miles de seres inocentes. Imaginemos cómo sería el mundo si todos los seres humanos se unieran en armonía bajo una nueva sociedad.
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