Un estudio de la organización Educación con Rumbo denunció que un total de 994 mil 219 estudiantes abandonaron las aulas durante el ciclo escolar 2024-2025.
“Esta cifra por sí sola desmonta cualquier discurso oficial que pretenda ocultar la dimensión de la crisis educativa en México”, señaló Patricia Ganem, coordinadora de dicha organización.
La deserción de casi un millón de estudiantes y la falta de servicios básicos en miles de escuelas evidencian que la educación mexicana vive una emergencia estructural.
La cifra disminuyó un poco en comparación con los resultados del ciclo escolar pasado, que superó el millón de estudiantes en deserción. Sin embargo, persiste un marcado rezago en infraestructura, falta de conectividad y abandono a comunidades indígenas y rurales.
El nivel medio superior es el más afectado por la deserción escolar, con una tasa nacional de abandono del 30.9 %, que corresponde a 307 mil jóvenes.
Los estados más afectados son Baja California, Colima, San Luis Potosí y Sinaloa.
Además, la educación indígena bilingüe está marcada por el abandono institucional y la invisibilidad estructural. Mientras que en educación primaria comunitaria apenas el 0.3 % de los planteles cuenta con electricidad, en secundaria solo el 0.9 %, y ninguno dispone de Internet ni de materiales adaptados para la diversidad cultural y lingüística o para estudiantes con discapacidad.
De cada cien niños que ingresan a primaria, sólo 46 logran concluir la educación superior; mientras que la cifra se reduce a diez de cada cien en el estado de Chiapas.
En el Programa para la Evaluación Internacional de los Alumnos (PISA, por sus siglas en inglés), donde son evaluados jóvenes de más de 80 países en matemáticas, lectura y ciencias, México no pasó ningún criterio.
La educación superior tampoco está a salvo de los recortes. La Secretaría de Hacienda manejó como un “lamentable error” el recorte al presupuesto de la UNAM e IPN para este 2025. Más tarde tuvo que recular, pues las protestas no se hicieron esperar, e inició los trabajos para incrementar el presupuesto en un 3.5 %. ¿Son estos los primeros intentos de recorte a la educación superior?
El deterioro que por muchos años ha sufrido la educación en México, al igual que la salud, la vivienda, la infraestructura social y los bajos salarios, no es más que el resultado de un problema más grave.
La economía mexicana para este 2025 se calcula con un crecimiento del 0.1 %, según el Banco de México. Más preocupante es la estimación del economista Gerardo Esquivel: “será del 0.0 %, incluso se espera una contracción”.
En esta crisis económica influye el efecto de las amenazas de Trump, que generan incertidumbre en el comercio exterior y posponen inversiones.
No se están generando empleos, a pesar de que cada año se incorporan 800 mil mexicanos al mercado laboral. El economista señala que para el 2026 se espera un crecimiento del 1.2 %.
Pero asegura que no todo depende del exterior. Para salir del atolladero, se tiene que disminuir la inseguridad, principalmente la extorsión que afecta a las pequeñas empresas, y acabar con el robo al transporte en carreteras.
Se requiere planear una reforma fiscal y aumentar la inversión pública en infraestructura, ya que esta ha caído un 20 % respecto al año pasado. La inversión privada está en menos 5 %.
La política de repartir apoyos con tarjetas ayuda, pero no es suficiente para combatir la pobreza. Se asegura que los gobiernos de Morena no han alcanzado los niveles que se consiguieron en el sexenio de Vicente Fox.
Se requiere un incremento en los ingresos de los trabajadores con aumentos salariales significativos, además de invertir en infraestructura básica, construir vivienda, hospitales bien equipados y asignar más presupuesto a la educación.
La educación en México enfrenta una crisis profunda, evidenciada por la deserción de casi un millón de estudiantes, la falta de infraestructura básica, el abandono de comunidades indígenas y rurales, y los bajos resultados en evaluaciones internacionales.
A esto se suman recortes presupuestales, como el intentado contra la UNAM y el IPN, que reflejan una política educativa insuficiente.
Esta situación es parte de un problema estructural agravado por el estancamiento económico (0.1 % de crecimiento en 2025), la inseguridad, la falta de inversión y la dependencia de Estados Unidos.
Para revertirlo, se requieren aumentos salariales, reformas fiscales, mayor inversión en infraestructura y educación, y una estrategia económica que diversifique mercados y fomente la participación organizada de la sociedad. Sin cambios profundos, el rezago educativo y social seguirá perpetuando la desigualdad.
Necesitamos que se dirija este país pensando en el progreso de sus habitantes, bajo un proyecto que impulse una economía orientada a la creación de riqueza, donde la inversión pública y privada se encamine a crear la infraestructura necesaria para un desarrollo, como lo han hecho otros países.
Es indispensable diversificar los mercados e ir eliminando nuestra dependencia económica de los Estados Unidos. Pero el éxito de esta tarea sólo podrá ser posible llamando al pueblo mexicano a que participe de manera organizada.
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