Millones de seres humanos intentamos contrarrestar en cada comunidad, ciudad, país y continente, el embate que sufre la sociedad mundial con la crisis del Coronavirus. En los medios de comunicación y redes sociales se comparte la experiencia de quienes enfrentan con éxito o complicaciones, según sea el caso, la pandemia mundial, y la inteligencia colectiva apunta a tomar con seriedad el asunto derivado del contagio por el Covid-19. En general, la información busca precisar la situación que se vive en cada país, así como las medidas sanitarias y políticas públicas asumidas por los diferentes mandatarios del mundo en torno a este problema. Así pues, la era de la información nos permite tener a la mano una herramienta útil para valorar, grosso modo, el grado de desarrollo de cada país y, además, nos sirve como termómetro para conocer la confianza que los pueblos tienen en sus gobiernos cuando se trata de responderle a la población, eficazmente, ante cualquier crisis como la que hoy nos mantiene atentos y preocupados: El Coronavirus.
Evidentemente, las condiciones heterogéneas que vive la sociedad mundial son determinantes para contrarrestar los riesgos de contagio o propagación de este virus. En nuestro caso, resalta la manera en que las medidas oficiales que en México se están implementando no están delineadas por una política de salud central, que nos genere confianza. Pareciera que el problema lo estamos enfrentando solidariamente los ciudadanos de todos los sectores, pero sin que el gobierno federal asuma el liderazgo; aunque cabe reconocer que en algunas entidades sí existe acompañamiento y atención de las autoridades estatales y/o locales; sin embargo, además de que en nuestro país ya no hay un fondo de contingencia, cada entidad federativa está haciendo lo que puede, como puede y con lo poco que puede. Afortunadamente, la respuesta ciudadana existe, la gente está tomando medidas, procuramos difundir y seguir las recomendaciones; especialistas y medios de comunicación están hablando del tema; por otra parte, ocurre también que algunos puestos ambulantes, comercios, negocios y establecimientos están dejando a un lado el interés mercantil, poniendo por encima de ello el interés colectivo de la salud. Se intenta, en lo posible, de adquirir rápidamente hábitos de higiene en los servicios públicos de transporte, mercados, oficinas, talleres, etc., y en medio de la crisis la sociedad se ve de alguna forma hermanada y solidaria para protegerse.
Es incluso muy notorio, en este contexto, que el saludo acostumbrado a través del contacto ahora se evite o se suprima, sin que esto signifique otra cosa que no sea prevenir y evitar un contagio. Esto es lo que estamos haciendo, entre otras cosas, los ciudadanos responsables. Sin embargo, es verdaderamente lamentable escuchar las declaraciones ofensivas y observar la conducta indolente de la autoridad federal con respecto al Coronavirus, desdeñando la alerta mundial. Para sorpresa del mundo, desde el Presidente, hasta diputados de la 4T han estado llamando a los mexicanos a confiar en la divinidad, diciendo que no pasa nada y que si pasa "lo deben aceptar" o no son buenos creyentes (¡!), como lo dijo el "flamante" diputado federal del PT, Gerardo Fernández Noroña. Pero las declaraciones irresponsables y las actitudes en las que se burla la fe sincera de millones de mexicanos, están poniendo de manifiesto la ineptitud y la falta de seriedad de la 4T ante un tema de alerta mundial.
México es parte del problema de la contingencia mundial, pero nuestro sistema de salud es muy deficiente, en el país existen millones de pobres y las carencias que vive la mayor parte de nuestros compatriotas son un exponencial caldo de cultivo para la incubación o propagación de cualquier pandemia y, en este sentido, el coronavirus no es un juego.
Ciudadanos mexicanos, estamos prácticamente solos en esta crisis, el gobierno federal en que muchos confiaron nos está dejando, literalmente, a la mano de Dios, urge sacudirse el opio enajenante de la 4T y entender que México y su futuro dependen de la organización consciente de su pueblo, de la lucha organizada para que los recursos que generamos con nuestro trabajo diario estén dispuestos para atender cualquier contingencia en el momento en que se presente. El futuro de nuestra patria no debe nunca volver a colocarse en las manos de irresponsables políticos resentidos que, a fin de evitar el cuestionamiento y la crítica seria de su pueblo, lo pretenden convertir en el juguete de sus ambiciones de poder.
La crisis del coronavirus nos pone a prueba, pero también califica y reprueba a los malos gobiernos. Si no, al tiempo.
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