Escribo estas líneas con la intención de preguntar a las clases trabajadoras de Sonora y a toda su gente progresista si, con todo lo que ha estado sucediendo últimamente, puede y debe aceptarse que el comportamiento público del partido Morena representa los intereses de los más pobres y del progreso con justicia social de México o no. Definir (o redefinir, según sea el caso) esta cuestión es importante para la suerte de los pobres: no es un asunto menor pues en caso de creer que representa sus intereses y resultara que no, habrán dado todo su apoyo a medidas instrumentadas por personas que en realidad van en su propia contra; y a la inversa, si los pobres y los progresistas no dan su apoyo a quien representa sus verdaderos intereses, sea del color que sea, entonces se darán a sí mismos un tiro en el pie. Tratar así este asunto en estos momentos de efervescencia social, pues, está justificado moral y políticamente. El solo hecho de plantear la duda molestará a más de uno, para quienes poner en duda a sus líderes equivaldrá a un crimen. Primero, y para borrar toda sombra de insidia, me permito recordar que en Antorcha no dudamos al respecto, siempre hemos pensado que Morena no representa ni es la alternativa de los pobres ni para el progreso de México, así lo planteamos públicamente en su momento con toda claridad y sin reticencias -por eso no nos unimos a la ola de entusiasmo que abrigó su arrollador triunfo electoral, a riesgo de aparecer como tercos redomados y, según el gusto de nuestros acusadores que jamás demuestran nada, de insensatos, de brazo armado del PRI y otras acusaciones similares— y actuamos en consecuencia: ni votamos por Morena ni promovimos el voto a su favor en las pasadas elecciones federales, eso fue público y no tenemos nada de qué arrepentirnos. Hoy planteamos la pregunta sencillamente porque queremos convencer al posible lector de nuestro punto de vista, en buena lid. Ahora bien, para contestar echemos una rápida ojeada a algunos sucesos políticos que han trascendido públicamente y que retratan fielmente cuál es el estado de la moral en esa organización intermediaria que es Morena.
Comencemos por Sonora. Una: al señalar de corrupción a uno de sus propios compañeros, al edil de San Luis Río Colorado, el diputado federal morenista Manuel López Castillo acusó de infamadores a todos los diputados nacionales de Morena, de encubridores del edil señalado y de prepararse para echarle al acusador "la jauría". Morena no come Morena, dice que le dijeron en bestial referencia. Otra: hay acusaciones alarmantes entre morenistas de Navojoa que se señalan mutuamente de corruptos y, más allá de si tienen razón o no, son de resaltar sus actitudes de soberbia y de deslealtad que no corresponderían a los intereses populares. Otra más: la actual edil hermosillense y sus funcionarios calificaron a todos ¡todos! los diputados de Morena al Congreso de Sonora de traidores al pueblo, cómplices del saqueo del ex edil Maloro Acosta, de bochornosa y reprochable actuación. Afirmaciones éstas últimas que no son cosas menores, ciertamente, pues nunca en la historia había habido acusación tan grave a todo el Congreso de Sonora, siendo acusadores y acusados cofrades del mismo color. Y otra: el edil morenista de Empalme, "Pantico" Genesta, da la espalda a los problemas que le plantean decenas de grupos populares y no resuelve nada de sus justas demandas como servicios y obras para las comunidades y colonias más humildes; sus respuestas son evasivas y argumenta carecer de recursos, con lo cual anuncia que en los tres años que gobernará no resolverá nada y quiere que nada se le diga ni reclame, igual que muchos priistas que dijo combatir en campaña. De remate, el edil sonorense de Bácum, Rogelio Aboyte, fue apresado en EU por falsificador, y la prensa reveló el vil encubrimiento que le dio su Cabildo, todo él de origen morenista, con una solidaridad cómplice a un conocido maleante que Morena no fue capaz de filtrar para que no contaminara su estructura, y que ya había hecho antes de las suyas. Con tan sólo estos ejemplos, se percibe claramente un comportamiento nada edificante en ese partido y una serie de acusaciones mutuas que encenderían de vergüenza las mejillas de Victoriano Huerta. Parece que Morena está hecho más bien para recibir en él a todo tipo de sabandijas, con comportamientos estrujantes como los que a continuación repaso brevemente y que aparecen en la prensa nacional de manera constante:
Morenistas que entre sí se acusan de ocurrentes y disparatados; entre sí practican descalificaciones, desautorizaciones, rectificaciones innecesarias; se acusan entre ellos de ser mafias del poder, de hacer propuestas legislativas que son meras puntadas, de acusaciones falsas, de abusos y gandallismo, desmentidos entre sí que dan pena ajena y que muestran profunda descoordinación entre los gobernantes y funcionarios morenistas; proponen ciudadanos para ser comisionados, evidenciados como auténticos ignorantes para el puesto al que aspiran y, a pesar de ello y de ser rechazados, vueltos a proponer y ¡aprobados por la mayoría morenista!; otros con evidentes conflictos de interés; francas posiciones derechistas manifestadas sin rubor; insultos entre los propios morenistas que dan vergüenza; traiciones entre los discípulos de AMLO que salen a la luz pública y que causan horror sólo de pensar que ese tipo de personas tenga en sus manos todo el poder de la nación; comportamientos toscos y groseros; altísimos funcionarios que entre sí no se pueden ver ni en pintura, que se invaden competencias sin rubor ninguno; acusaciones entre sí de sicariato hacendario; acusaciones de culpabilidad sin juicio previo, señalamientos de violaciones al debido proceso y a la presunción de inocencia, de otorgamiento de concesiones sin concurso previo; acusaciones de que los diputados morenistas carecen de de higiene legislativa pues sus resoluciones son un cochinero; cada vez se escuchan más funcionarios morenistas declarando sin rubor a la prensa y a los solicitantes la siguiente frase: "y háganle como quieran"; acusaciones de una bajeza moral inaudita a su propia dirigente nacional por parte de altísimos dirigentes y funcionarios morenistas que causan verdadera pena. Denigrantes acusaciones entre sí de oportunismo, actitudes mezquinas y perversas, venta de candidaturas y militantes metiches, latosos, chapulines y perversos que desean quedarse con el control del partido. Amigo lector, son tantas las fuentes periodísticas que comprueban este resumen que, o le pongo a usted el resumen o le pongo la lista de fuentes. Mejor le pido que vea usted cualquier medio de comunicación de los últimos meses, del día que quiera, y le aseguro que allí encontrará de sobra pruebas de lo que afirmo: así de ahogada está la nación en el fango de esta cuarta transformación.
También sé, lector, que te has mareado con tanta canallada, pero te invito a reflexionar que lo que hemos visto muestra que Morena es más bien una organización construida ex profeso para fortalecerse con base en sabandijas, que las necesita para ser, para existir, no es que sean raras en Morena, es que de allí son. Se trata de un partido lleno de saltimbanquis que han militado en todos los partidos y que ahora son de Morena, que no podían haberse ido a ningún otro lugar; en realidad, Morena es una reagrupación de priistas, panistas, perredistas y otros altos miembros de las clases sociales poderosas (los Bours de Sonora, por ejemplo) quienes, habiendo carcomido el prestigio de sus anteriores presentaciones políticas, ahora luchan entre sí por arrebatarse partes del poder público, pero lo hacen sin guardar las formas ni sus tradiciones partidarias porque las han perdido, porque no las tienen ni las tendrán ya, jamás, por ello se comportan con tanto desparpajo y deslealtad; Morena es una presentación comercial que más pronto que tarde, igual que el PRD, demostrará su caducidad social con la misma celeridad con la que surgió, es el nuevo instrumento político desechable de las clases poderosas que han demostrado por décadas que no les interesa el pueblo trabajador, y como tal desechable lo tratan. Es decir, en realidad no son un partido de izquierda, nunca lo fueron y, tampoco lo serán: son la derecha, disfrazada, que se auxilia de una jauría nacional de sabandijas para aventar mordidas a diestra y siniestra, para que nadie intente quitarles el poder que consideran de su exclusivo patrimonio. Ellos tienen el poder, y lo ganaron convenciendo, como haya sido, eso ni dudarlo, 30 millones de 125 millones de mexicanos les creyó y con eso les bastó para hacerse de él. Por ello hay que demandar que respeten a la investidura y cargos que tienen y que les ha dado el Estado de Derecho que nos rige, y exigir que cumplan con las obligaciones que han adquirido, eso también, ni dudarlo. Y no dudamos que habrá algunos que atiendan a tiempo a este llamado.
Pero hay cuatro cosas que tiene Antorcha y que no encontrará el pueblo trabajador en Morena, cuatro profundas ideas conjuntadas en un auténtico programa de transformación integral del país: uno, el proyecto de subir los salarios; dos, de crear empleos dignos y bien remunerados, y tres, de incrementar el gasto social en obras y servicios para el pueblo a los niveles que sean necesarios. Sí, hasta aquí son tres puntos, parecen bien, pero… y con qué recursos, dirá usted, amigo lector. Allí está la diferencia entre Antorcha y Morena junto con todas las posiciones políticas que hay hasta ahora: porque Antorcha propone, como cuarto punto y principal palanca económica para lograr los tres anteriores, que se cambie la política de los impuestos, que se cobre más impuestos a quien más gana, que las fabulosas ganancias que hoy se apropian un puñado de ricos se compartan con el pueblo, justo como lo hacen los países capitalistas más desarrollados del orbe, en donde los más ricos pagan al estado hasta el 45% o más de sus ganancias; NO proponemos quitar sus miserables recursos a unos pobres para dárselos a otros pobres, como sucede hasta ahora. Ni que se les quite todo a los capitalistas, tampoco. Pero México produce tanta, tanta riqueza que es la catorceava economía más poderosa y productiva del mundo, y nadie quiere tocar los fantásticos ingresos de los más ricos, ni Morena y, como resultado, al pueblo que requiere soluciones los morenos le responden que, habiendo, no hay, no hay y no hay. Pues Antorcha afirma que sí hay, sí hay y sí hay, y está concentrado en unas pocas manos y por eso proponemos los cuatro puntos mencionados, por eso proponemos una política fiscal progresiva, para lograr por medio de esta reforma fiscal una distribución más equitativa de la riqueza. Pero los partidos que ahora gobiernan no lo harán, no es de su interés. Eso sólo es del interés de los más pobres de México y de la gente progresista. Morena se desgarra a tarascadas frenéticas, pero sólo por el poder. Antorcha propone un camino más largo, sí, pero más racional y más seguro a fin de cuentas para la Nación, para pobres y ricos, aunque usted no lo crea. Para conseguirlo, los pobres organizados necesitamos gobernar este país… sólo así. Y para lograrlo, véngase a Antorcha: aquí todos los brazos que hermanan, aquí todas las bocas que claman justicia, aquí todos los pechos honestos, aquí todas las cabezas soñadoras y todas las manos que luchan solidarias.
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