La falta de recursos y personal en hospitales de la zona obliga a pacientes a largos traslados y costea tratamientos que deberían ser gratuitos
San Luis Potosí, SLP. Cada día son más notorias las carencias que tiene el sector de salud público y que afectan con mayor intensidad a las clases trabajadoras y campesinas de los municipios de Santo Domingo y Charcas, ambas demarcaciones del Altiplano Sur potosino, así lo denuncian varios pacientes y familiares afectados.
Lucero N. (quien prefirió guardar el anonimato por temor a represalias) aseguró que es una tortura atenderse en los centros comunitarios de salud, pero más en los hospitales, como el IMSS-Bienestar No. 15 ubicado en el municipio de Charcas, no tanto por los médicos y demás personal, sino porque “carecen de lo más básico y trabajan muy apenas, porque no tienen ni siquiera para poner un suero: todo lo tenemos que comprar afuera y bien caro”.
Dicha paciente, que se atiende para dar a luz, refiere que viaja de Santa Matilde, Santo Domingo, al hospital en Charcas y con ello empieza su desgaste, tanto físico como económico: “son casi 90 kilómetros de distancia, unas dos horas de traslado; primero para llegar a la cabecera de mi municipio, luego tomar un autobús para Charcas, pero no siempre se puede, porque dependemos de los pocos horarios del transporte público”.
Lucero cuenta que el gasto de traslado es lo primero, porque “ahora el municipio no apoya para esos traslados o lo hace a muy poquitos, los de su simpatía”.
Además, señala que, aunque el paciente llegue, no es garantía que sea atendido, porque existe una saturación en los servicios que atiende el hospital, lo que implica no ser atendido, ya que puede pasar todo el día y no recibir atención o recibirla muy tarde y de forma parcial.
El personal médico argumenta que, además de carecer de materiales básicos y especializados, no cuenta con apoyo del personal suficiente.
Datos estadísticos parecen confirmar la falta de aplicación de presupuesto al sector salud: según el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (Ciep), en 2023 el gasto en salud fue 6.6 % menor al aprobado y 2 % menor al ejercido en 2022, representando el mayor subejercicio en diez años. En términos absolutos, se dejaron de gastar 60 mil millones de pesos (mmp) de los 868.1 mmp aprobados.
¿Y a dónde va ese dinero? El señor Abraham N., familiar de una paciente hipertensa, se responde: “todo ese dinero se va a los programas del Bienestar: porque está bien que den apoyo directo, pero lo que está mal es que sea a costa de negarnos o dejar caer así de feo los servicios elementales como la salud; ¿de qué sirve el centavo mensual, si se va a ir de un jalón en unos estudios, en una receta que no se surte?”.
Esto corresponde con que, en dicho hospital, por ejemplo, sean sólo de paso o de puente para otros hospitales más grandes como el Central de San Luis, porque en el de Charcas carece de incubadoras suficientes y otros equipos especializados para atender emergencias.
Cabe mencionar que este hospital tuvo una crisis de personal cuando, en noviembre del año pasado, 2024, despidieron a todo el personal; ahora la situación no parece mejorar.
Los pacientes que son crónicos, como hipertensos, o que requieren de tratamientos especializados como hemodiálisis, enfrentan mayores problemas para ser atendidos.
Algunos refieren que la carencia de medicamentos e inversión en construcción y mantenimiento de infraestructura más descentralizada no son los únicos inconvenientes. Abraham N. añadió que existe mucha burocratización en los servicios públicos de salud, los trámites para traslados, de referencia o de generación de interconsulta son demasiado tardados e impracticables: “si te diagnostican una enfermedad que implica una operación, es casi una sentencia a que nunca serás atendido; mi esposa no tiene la fecha ni lugar para ser intervenida del corazón, tenemos que empezar a buscarle por el lado privado y eso cuesta cientos de miles de pesos que no tenemos”.
Pacientes de esta zona de San Luis Potosí lamentan que no se vea por dónde la situación puede cambiar; ambas familias concluyen: “… se demuestra que no les interesa la suerte de los pacientes de clase social humilde, somos carne de cañón electoral, somos los de las fotos cuando andan en campaña, pero somos los olvidados, los que nos ven mal si protestamos; no queda otro camino, la gente afectada debe juntarse y apoyarse con los médicos que sí quieren trabajar y no los dejan porque no les dan lo más básico; juntos buscar una solución porque este problema, literalmente, nos está matando”, sentenció.
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