MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

REPORTAJE | Ayotzinapa: 11 años de impunidad, mentiras y resistencia

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  • El dolor, la angustia, la impotencia y la tristeza de padres y madres persisten y se agudizan en estas fechas

A once años de la desaparición de 43 normalistas, aún no hay respuesta alguna a la exigencia de verdad y justicia de padres de familia, estudiantes, organismos de derechos humanos, organizaciones sociales, etcétera.

El camino de la lucha por encontrar a los 43 alumnos de la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa ha sido escabroso, principalmente para madres y padres de familia que, pese a su evidente cansancio, no cesan la búsqueda con la esperanza única de volver a abrazar a sus hijos o saber en dónde están… seis de ellos se quedaron en el camino (fallecieron) sin tener ningún indicio del paradero de sus hijos.

Mientras haya una silla vacía en su mesa, sus padres seguirán buscando a 43 jóvenes que la noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre de 2014 fueron víctimas de desaparición forzada mientras buscaban fondos para su plantel.

La jornada de lucha de este 2025, denominada “Ayotzinapa, once años Luces y Sombras”, se realizó del 17 al 27 de septiembre. Inició el 17 de septiembre con un Encuentro de la Normal de Ayotzinapa con la Federación de Estudiantes Campesinos y Socialistas de México (FECSM) y el 18 se llevó a cabo la difusión de la jornada de lucha en medios de comunicación del estado.

El día 19 se impartió una conferencia magistral en las instalaciones de la Normal Rural de Ayotzinapa; el 20, un acto político-cultural en el zócalo de Tixtla; el 21, acto cívico-cultural en el zócalo de Chilpancingo; el 22 de septiembre estaba programado un mitin en el monumento a los 43, de último momento cambiaron el plan y protestaron en la Autopista del Sol, a la altura del Parador del Marqués, donde realizaron un mitin político y después se trasladaron a las instalaciones del 50 Batallón de Infantería en Chilpancingo, donde pintaron algunas leyendas y arrojaron bombas molotov; personal del ejército respondió a la agresión con gases lacrimógenos.

El 23 de septiembre, se realizó la protesta en las instalaciones del 27 Batallón de Infantería de Iguala, donde también arrojaron bombas de fabricación casera; el 24 y 25, hubo mítines en la Secretaría de Relaciones Exteriores, en la Fiscalía General de la República y en las instalaciones del Batallón de Infantería 01 de la Ciudad de México, que también vandalizaron; el 26, una marcha nacional en la Ciudad de México, concluyendo las actividades el 27 de septiembre con una protesta estatal en Iguala de la Independencia.

Tras once años de la desaparición forzada de 43 estudiantes de Ayotzinapa, el dolor, la angustia y la tristeza de padres y madres persisten y se agudizan en estas fechas. 

Aunque su cansancio cada año es más evidente y sus pasos cada vez más lentos, con la mirada en lontananza continúan recorriendo calles y dependencias, asegurando que no claudicarán en su lucha hasta saber la verdad.

Rostros adustos por la angustia, piel quemada por las múltiples marchas que realizan bajo los intensos rayos del sol, manos cansadas, pies agrietados y pasos cada día más lentos, ojos de miradas apacibles de los que, repentinamente, como manantial inagotable, brotan lágrimas que recorren los surcos de las arrugas.

Ellos han dejado casa, trabajo y familia y, mientras no aparezcan, mientras haya una silla vacía en su mesa, seguirán buscando a los 43 jóvenes que la aciaga noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre de 2014 fueron víctimas de desaparición forzada mientras realizaban una actividad encaminada a recaudar fondos para su plantel, en la ciudad de Iguala de la Independencia.

En ese hecho perdieron la vida los normalistas Julio César Ramírez Nava, Julio César Mondragón Fontes y Dante Solís Gallardo; en estado vegetativo permanece Aldo Gutiérrez Solano. Durante once años de lucha, han fallecido seis padres y madres de familia: Minerva Bello en febrero de 2018 a causa de un cáncer; Tomás Ramírez en diciembre de 2018; Saúl Bruno en agosto de 2021; Bernardo Campos en septiembre de 2021; Ezequiel Mora en agosto de 2022 a causa de un infarto, y Donato Abarca en mayo de este año tras sufrir una embolia.

La Fecsm ha acompañado a los padres y normalistas de Ayotzinapa en cada lucha por conocer la verdad; son normalistas rurales y futuros maestros que no se cansan de luchar para recordar la tragedia y exigir justicia.

No nos vamos a callar, no nos vamos a rendir hasta que se haga justicia. Es hora de que las autoridades entreguen información y documentos clave, como los 800 folios que evidencian la participación directa del ejército en los hechos; según testigos, un grupo de jóvenes fue ingresado a las instalaciones del cuartel del Batallón de Infantería de Iguala. 

Sus demandas son claras: justicia y castigo a los responsables políticos y militares involucrados; entrega de información y documentos que esclarezcan los hechos; verdad y transparencia en las investigaciones; no más protección al ejército.

Del caso Iguala, el gobierno de Enrique Peña Nieto respondió con la llamada “verdad histórica”, descarada mentira que aseguró que los jóvenes fueron incinerados en un basurero de Cocula. Para sostener esta farsa se ocultaron pruebas, se torturaron testimonios y se protegió a autoridades federales y militares.

A la fecha, tres gobiernos —Enrique Peña Nieto, Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum Pardo— han prometido esclarecer el caso, pero terminan politizándolo, encubriendo a los culpables o usándolo como trampolín político.

Iguala fue testigo de la agresión que sufrieron los 43 normalistas; por tanto, en Iguala terminó la conmemoración del 11º aniversario con una marcha estatal el sábado 27 de septiembre.

Tras once años, Ayotzinapa sigue sin verdad ni justicia; en su lugar hay teatro judicial: son once años de impunidad, once años de resistencia, once años de mentiras que contrastan con la esperanza intacta de madres y padres de los 43 jóvenes a los que arrancaron sus sueños.

El caso, como admiten padres y madres, lejos de resolverse se ha convertido en un símbolo de impunidad, indignación y resistencia. A pesar del cansancio y enfermedades que les aquejan, como dolores de rodillas, diabetes y gastritis, no nos cansaremos: seguiremos de pie, no importa si morimos en la búsqueda de verdad y justicia, porque la esperanza de volver a abrazar a nuestros hijos permanece intacta.

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