Hace cinco largas décadas, la visión de cuarenta hombres, estudiosos de la sociedad —organización, problemas y soluciones para salir de ellos—, que analizaron a fondo el acontecer nacional y que, al darse cuenta de que México padecía un problema muy grave, por el que sufrían millones de mexicanos —la pobreza, que los mantenía en la miseria—, apostaron lo más valioso que posee un ser humano: su vida, su tiempo y su esfuerzo, para fundar la organización social más consciente y analítica, que con el tiempo se convertiría en la más vigorosa y numerosa: el Movimiento Antorchista.
La tarea de Antorcha, a lo largo de estas cinco décadas, no ha sido nada fácil, pues en este camino los obstáculos se han hecho presentes, enturbiando el trayecto de una organización del pueblo y para el pueblo, que lucha sin descanso los 365 días del año.
Han pasado varios años desde esta proeza, encabezada por el líder indiscutible de todo el antorchismo nacional, el ingeniero Aquiles Córdova Morán, de aglutinar a las masas.
El maestro Aquiles ha dedicado su vida precisamente a su educación y consolidación para la lucha; también ha creado en miles de mexicanos la idea de que solo luchando todos los días, con una meta y un objetivo claros, se podrá hacer un cambio profundo en el país, un cambio que rinda frutos y a través del cual se puedan mejorar las condiciones de vida de la clase trabajadora, que hoy en día vive de manera miserable, a pesar de ser la generadora de riqueza.
Antorcha nació en 1974 en Tecomatlán, Puebla, un pueblo enclavado en la mixteca poblana que también padecía la terrible y lacerante pobreza. Sin embargo, la unión y la lucha de sus habitantes, encabezados también por Antorcha y sus líderes, lograron cambiar el rostro de este lugar.
Hoy podemos, con gran entusiasmo, observar un Tecomatlán renovado, que viene mejorando a pasos agigantados y de manera sustancial en su infraestructura; en Tecomatlán no hay falta de empleo y, como pilar fundamental, se ha puesto a la educación, no solo de sus habitantes, sino también de decenas de estudiantes de otros estados de la república que ven en sus escuelas una excelente opción de estudio, desde el nivel preescolar hasta el superior. Ante esto, se siguen creando y mejorando las casas del estudiante.
La tarea de Antorcha, a lo largo de estas cinco décadas, no ha sido nada fácil, pues en este camino los obstáculos se han hecho presentes, enturbiando el trayecto de una organización del pueblo y para el pueblo, que lucha sin descanso los 365 días del año.
Antorcha, bajo la guía del maestro Aquiles y también de su Dirección Nacional y Comité Ejecutivo, no se rinde y trabaja y lucha por los más pobres, y lo seguirá haciendo porque el objetivo trazado es claro.
Este próximo 6 de junio, Tecomatlán y el país serán testigos de la conmemoración de un aniversario más de los mártires antorchistas. El 6 de junio es la fecha en que se rinde homenaje a los hombres y mujeres que han entregado su vida a la lucha por una patria mejor y más justa para todos los mexicanos.
Nuestros compañeros antorchistas son la base y la esencia del antorchismo, porque en su vida y obra se refleja el esfuerzo y el ánimo de trabajar en favor de las clases menos favorecidas en busca de mejorar sus condiciones de vida. Muchos de nuestros mártires han dejado este mundo terrenal por muerte derivada de alguna enfermedad —que en nuestros días abundan y, a pesar de que se les busca cura con mucho esfuerzo, terminan por vencer—, pero muchos otros han perdido su valiosa vida en manos de los enemigos del progreso, los que no quieren que Antorcha avance. A todos ellos, mi más profundo respeto y admiración.
Acudamos a Tecomatlán para recordar a quienes se nos adelantaron en el camino, pero que han dejado un legado valioso que debemos conocer y tomar como ejemplo para seguir adelante, sin claudicar un solo día en la lucha por un mundo mejor, porque los ideales de Antorcha son de progreso y eso ni sus enemigos más feroces lo pueden negar.
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