El pueblo organizado en Antorcha Revolucionaria se mantiene en plantón firme y decidido frente a las instalaciones de la Cámara de Diputados, exigiendo obras y servicios: agua potable, drenaje, luz eléctrica, pavimentación, mejores escuelas, clínicas, hospitales, caminos, carreteras, fertilizante para los trabajadores del campo, entre muchas otras peticiones para los mexicanos más pobres del país. Y porque sus necesidades son inmensas permanecerán en plantón hasta que haya una respuesta favorable a sus justas demandas.
La mayoría de los diputados federales de Morena se han ocultado en alguna parte de la Ciudad de México y han declarado que habrán de someterse a la decisión del presidente de la República de no hacer modificaciones al paquete del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF). El presidente ha dicho que no habrá modificaciones al PEF y que se "acabaron los moches", que ya "no habrá piquete de ojo", etc., refiriéndose a los plantonistas de la Cámara. La Prensa (la más objetiva) solo ha transcrito algunas de estas afirmaciones y se ha abstenido de conocer, investigar y profundizar sobre las legítimas demandas de los plantonistas. Los intelectuales, muchos de la Cuarta Transformación (4T), guardan silencio ante semejantes afirmaciones del presidente, muchos de ellos, cuidando no incomodar a AMLO o caer en el "hazmereír" del pueblo.
Mientras tanto, el pueblo pobre de México sufre cada día las consecuencias de este nuevo gobierno: sin pan y sin trabajo, sin tierras y sin obras, sin tarjetas y sin bienestar social. Eso sí, víctima de una violencia generalizada que crece y crece, una economía estancada con una tendencia franca hacia el retroceso, es decir, una pobreza que día a día aumenta como los hongos después de la lluvia, solo que aquí es después de la 4T.
Ahora bien, la dictadura es una forma de gobierno cuya característica principal consiste en que las decisiones recaen en un sólo individuo. La política económica, las leyes, la política política es decisión del dictador que, tomando en cuenta los intereses de clase que representa, es como define y resuelve dichos aspectos de la vida nacional. El gobierno de Franco, Pinochet y Mussolini, son ejemplos claros de esta política. Dicen que el dictador Sila mientras hallándose en el Senado de Roma y escuchando los gritos desgarradores de los torturados en Campo Marte, decía que "era el mejor castigo de los condenados".
No estamos en una dictadura propiamente dicha, pero lo que estamos viviendo en México es algo parecido a ella. Cuando los diputados de Morena se someten dócilmente a la decisión del presidente para no modificar el PEF, están violando flagrantemente el equilibrio de los tres poderes de la Unión. Cuando se hacen leyes acorde a los intereses del grupo en el poder, cuando renacen las leyes de Chapelier creando leyes penales para criminalizar la protesta social se viola el estado de derecho. Cuando el presidente de la República niega la gestión de las organizaciones sociales acusándolas de corruptas y negándoles el diálogo y la concertación, viola los derechos de organización y petición estipulados en nuestra Constitución. Cuando se impone una política social que le está haciendo daño al pueblo trabajador, que está generando miseria, dolor, hambre, inseguridad, falta de medicamentos, etc., comienzan a presentarse síntomas de un régimen dictatorial. Cuando se hace oídos sordos a las manifestaciones populares se está negando la democracia y violando la Constitución. Parece pues, que el nuevo Sila disfruta del dolor de los manifestantes afuera de la Cámara de Diputados.
Estamos mirando un gobierno de Morena pero jamás un gobierno de los pobres. Los intelectuales de "izquierda" deberían darse cuenta que quien está gobernando, con una visión limitada, sectaria y dictatorial, puede llevar al país al caos. Es por ello que necesitamos poner manos a la obra en la construcción de una verdadera transformación de la vida nacional. La Prensa veraz y objetiva debería denunciar ante la opinión pública nacional los terribles efectos económicos y sociales que traerán consigo los recortes al PEF 2020; documentar fehacientemente las legítimas demandas del pueblo pobre que hoy, frente a la Cámara, exige atención a sus necesidades; llamar al Congreso de la Unión a no asumir un papel de sumisión frente al Ejecutivo para que exista un verdadero equilibrio de poderes en la nación y, por tanto, el cese a la violación del estado de derecho.
Los pobres, por nuestra parte, no tenemos más opción que hermanarnos, unirnos y seguir luchando, no solo por obtener mejores condiciones de vida para nuestras familias, sino que debemos prepararnos para librar una nueva etapa de la lucha, la lucha por el poder político encabezado por el pueblo organizado.
La manifestación frente a la Cámara de Diputados nos está dejando lecciones que no aprenderíamos sentados en nuestras casas; nos está enseñando la política antipopular y dictatorial del gobierno de AMLO; y nos demuestra que no hay otro camino que la organización, la educación política y la lucha del pueblo pobre. Dijo Julio César, sucesor de Sila, al cruzar el río Rubicón "Alea jacta est" (la suerte está echada), de igual forma los antorchistas tampoco tenemos otra salida: seguiremos en pie de lucha.
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