MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

REPORTAJE | Egresar para no encontrar: la odisea laboral en Coahuila

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Yendo de la mano con el significado de “abandonar o renunciar a una obligación que se tenía”, la deserción es un fenómeno que se vive fuertemente en el estado de Coahuila, con un preocupante aumento del mismo en el ámbito escolar. Tal cuestión puede ser por sólo un tiempo o de manera definitiva, dependiendo de las causas que llevaron al estudiante a tomar dicha decisión, desde problemas familiares, económicos, hasta sociales en el entorno donde se desarrollan en el día a día.

“Es frustrante el cómo se queman las pestañas para pagar su universidad y a veces ni la terminan, porque al final del día no le ves apoyo ni futuro y terminas prefiriendo el dinero, no hay de otra”.

El conseguir llegar a la finalización de la etapa universitaria es de los sentimientos más esperados por cualquier alumno; sin embargo, en Coahuila se ha convertido en el inicio de una incertidumbre que nubla la vista de un éxito profesional. Año con año, un incontable número de personas, en su mayoría jóvenes, concluyen sus estudios repletos de ilusiones alineadas a empleos dignos que les lleven al camino de la independización. 

Tristemente, la realidad es diferente en la mayor parte de los casos, con pocas vacantes y una exigencia de experiencia previa, acompañados de sueldos bajos que no remuneran lo suficiente el esfuerzo que por años se llevó a cabo para terminar la universidad. Y sí, un sistema que escasea en las herramientas necesarias para incorporarse plenamente a la vida laboral.

Con estadísticas recientes, se ha ubicado al estado como uno de los más grandes con casos de desempleo juvenil en el territorio mexicano a la par de Durango y Nuevo León, con un 61 % de menores de 30 años, situación que logra impactar con fuerza no solamente en la estabilidad monetaria; va más allá del vacío en sus billeteras, pues el más profundo es el que logran sentir en su salud emocional, llenos de frustración y ansiedad.

Por su parte, según lo analizado por la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, un aproximado de 843 mil jóvenes entre 20 y 24 años habían quedado desempleados, con una tasa de desocupación juvenil del 5 %, misma que fue en aumento a diferencia del 2.7 % registrado años atrás, marcando uno de los porcentajes más bajos en la historia de México.

Para febrero del año en curso, Coahuila contaba con 866 mil 593 trabajadores con registro en el Instituto Mexicano del Seguro Social, también en caída del 0.58 % ante el mismo mes del año pasado.

A la par, esta problemática encuentra su comienzo sin necesidad de culminar la etapa universitaria; existen casos con niveles elevados de desaliento en el futuro, con historias de aquellos que no han logrado llegar a la etapa de egreso. Esto, debido a situaciones variadas como se comentaba al inicio de este escrito, como el sentir que, en la actualidad, un título no llena la garantía de una estabilidad.

Otros, de manera tan simple, no cuentan con las condiciones económicas suficientes para continuar sus estudios, especialmente si su familia carece del apoyo estatal o laboral.

De forma anónima, se compartirá un testimonio de un estudiante que tuvo que renunciar, con el corazón en sus manos, a su sueño de convertirse en un Licenciado en Sistemas Computacionales, esto a tan sólo meses de terminar los años necesarios para llegar a la meta final de su carrera ideal.

“Rondaba el año 2018; me faltaba alrededor de unos ocho meses para concluir mi licenciatura cuando tuve que salirme de estudiar. Mi familia atravesaba por fuertes problemas económicos que obligaban a mis padres a trabajar, yo tengo una hermana menor que por las mismas razones no estaba estudiando la preparatoria y, al tener que salir de casa a laborar o estudiar, se quedaba sola en casa, muchas veces sin comer. Era una batalla interna de querer terminar mi carrera y mejor dejarla para cuidar de mi hermana, así como ahorrar lo de colegiaturas y pasajes para comidas en casa u otras situaciones que se presentaran”.

Al cuestionarlo sobre haber solicitado algún apoyo o beca para que pudiera continuar estudiando, respondió lo siguiente:

“No, la verdad la escuela donde me encontraba no tenía esos programas. Apenas estaban comenzando los del gobierno pero, creo que se han enfocado en sectores que muchas veces no lo necesitan, actualmente veo cómo personas gastan ese dinero en salidas con amigos o más banalidades, mientras otros jóvenes deben laborar en lugares con horarios de hasta diez horas o partiéndose el lomo en las madrugadas para poderse pagar los estudios. Es frustrante el cómo se queman las pestañas para pagar su universidad y a veces ni la terminan, porque al final del día no le ves apoyo ni futuro y terminas prefiriendo el dinero, no hay de otra”.

El estado cuenta con variedad de programas de apoyo a la juventud, así como los otorgados por el actual partido en cargo del país, pero la realidad es que se necesitan iniciativas integrales que formen un vínculo entre la educación, empleo formal y seguimiento en el tiempo. Sin dejar de lado que muchas de estas iniciativas no llegan a las manos de los universitarios con mayor necesidad, al igual que no contemplan la transición al empleo, llevando a la precariedad.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía indicó que la falta de experiencia laboral es otra de las grandes causas de desempleo y uno de los mayores miedos de los estudiantes al comenzar a acudir a entrevistas para iniciar su recorrido en el mundo del trabajo, pues, a pesar de los conocimientos, habilidades y talentos con los que cuenten gracias a sus estudios o innatos, no llegan a ser lo bastante considerables para brindar una oportunidad laboral.

Esta otra difícil cara de la moneda que cae con fuerza en el duro suelo de la realidad, otro testimonio comparte su sentir. Se trata de Brayan, próximo a egresar como comunicólogo, quien en ocasiones ha tenido que lidiar con la negatividad liderando ante la felicidad de sus sueños.

“Estoy muy emocionado, después de tres años estoy a nada de salir de la universidad y sobre todo de la carrera que amo, es totalmente mi pasión. Pero no voy a mentir, se ha sentido difícil incluso antes de terminar porque he estado buscando algunas oportunidades, pero es complicado para alguien ‘chavo’ como yo.

Voy a egresar de comunicólogo y eso me encanta, me tiene muy emocionado pero también preocupado, sumándole a que en mi estado es algo cerrado el círculo para entrar a un trabajo, no tiene el valor suficiente y lo han deteriorado al ser “chayoteros”, ¿En dónde queda entonces el reconocimiento al esfuerzo por aprender para ser un buen profesional?

Está también el otro lado en donde se quejan de los jóvenes, que en la actualidad son muy flojos, que quieren las cosas sencillas y demás, pero luego, cuando un muchacho lleno de sueños y ganas de superarse busca una oportunidad y un empleo no que le brinde lujos, pero sí conocimiento y estabilidad, se lo niegan porque “no tiene experiencia”. ¡Pues claro que no! ¿Cómo voy a obtenerla y empezar a aportar a mi currículum si te cierran las puertas?

Es en realidad triste y decepcionante porque, aunque digan que en todos lados es así, yo sé que no. Estoy seguro de que el estado seguiría creciendo si abriera las puertas a empleos para principalmente sus habitantes, si nos voltean a ver un poco más y dan la confianza de que ser joven o recién egresado no es sinónimo de insuficiente o sin conocimiento”.

Debido a esta escasez de apertura a formar parte del mundo laboral, otra de las situaciones que se enfrentan es caer en trabajos que exigen renunciar a lo laboralmente fundamental, derechos como la seguridad social. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía marcó a Coahuila como uno de los primeros lugares en el país con porcentajes de empleo juvenil informal, con más de 200 mil personas en esta situación de quince a 29 años de edad.

Igualmente, se opta por emigrar a otro lugar fuera de casa, llevando en las maletas sus pertenencias, pero también sus ilusiones, sueños, metas y la sensibilidad de dejar lejos a sus familiares y amigos, en busca de encontrar el anhelado momento de formalizarse en un empleo. La Universidad Autónoma de Coahuila ha sido una de las tantas instituciones que han registrado la deserción escolar o la migración de sus estudiantes al culminar sus estudios.

Las soluciones a tomar para erradicar de mayor manera posible todas estas complicadas situaciones en el desarrollo profesional de los jóvenes son varias, como la mejora en los apoyos económicos a los sectores vulnerables. El apoyo psicológico y acompañamiento emocional es esencial, pues, sin los mismos, toda la carga en mente de frustración, ansiedad y miedo termina por también ser partícipe de la decisión de salirse de la universidad.

Los vínculos entre escuelas y el sector productivo crearían alianzas para asegurar prácticas profesionales, pasantías y oportunidades de empleo para los egresados. A su vez, el impulso al emprendimiento juvenil, programas de orientación vocacional y laboral, asesorarán de mejor forma a los estudiantes a tener más opciones para prepararse en su transición hacia la vida laboral.

La deserción escolar y el fantasma incrustado en el apoyo hacia los futuros profesionales no son problemas alejados de nuestra realidad o actualidad; son resultados de un sistema educativo que no ha logrado garantizar la equidad ni continuidad para todos.

Para romper este círculo rodeado de exclusión, es esencial que las políticas públicas no sólo prioricen el acceso y permanencia a la educación, sino que, igualmente, brinden una compañía integral antes y después del egreso, siendo de esta forma que se podrá construir una sociedad justa, con la enseñanza como una vía real de transformación y no un privilegio con fecha de caducidad. Que se egrese para encontrar y no para buscar sin fin.

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