La nueva Reforma fiscal en México propuesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador, contiene elevadas dosis de atentar en contra de las clases pobres del país, al pretender obligarlos a rendir tributo al Estado por las diversas acciones económicas que realicen.
De ninguna forma se trata de una medida favorable para la clase trabajadora, para los campesinos y demás o para erradicar los grandes males que aquejan a la patria, tales como la pobreza y la inseguridad, entre otros, sino que se ha confeccionado para sacar de la bancarrota al gobierno de la 4T.
Lo que hay de nuevo en la iniciativa anunciada por el presidente de México y en varios otros países de economías “emergentes” e incluso en algunas de las más ricas, como la de Estados Unidos, es que dicha reforma se promueve como un remedio urgente para los estragos económicos y sociales causados por la abrumadora concentración de la riqueza y el incontenible crecimiento de la desigualdad y la pobreza de las grandes mayorías, que es su contrapartida natural e inevitable, en fenómenos agravados a extremos no vistos antes por la actual pandemia de covid-19.
Es una trampa más para el pueblo que está impulsando el gobierno emanado de Morena, porque de acuerdo con los mismos publicistas de la iniciativa presidencial, gracias al coronavirus, nos hallamos inmersos en un círculo vicioso donde crece la ostentosa e insultante concentración de la riqueza en manos de unos cuantos y, como su consecuencia fatal, crece el mar de pobres que apenas sobreviven con lo indispensable.
Para tratar de justificarla, mañosamente se manejan argumentos de que con dicha reforma se estarán resolviendo los daños ocasionados por la pandemia al empleo, a los salarios y a los ingresos en general de las familias trabajadoras.
Lo cierto es que de esa manera lo único que se persigue es salvar de la bancarrota al gobierno de López Obrador, que se ha quedado sin recursos hasta para lo más indispensable por su pésima distribución del gasto federal y la contracción de la economía que viene desde 2019.
El Gobierno federal se ha percatado de una agudización de esta crisis financiera en el futuro inmediato por la caída de la recaudación fiscal, como consecuencia de la ya dicha contracción del crecimiento económico debida en parte a la pandemia y en parte al erróneo e improvisado manejo de la economía del gobierno actual.
Saben perfectamente que si no se instrumenta y aplica, a la mayor brevedad posible, una profunda reforma fiscal, el estallido del descontento social será inevitable; sin embargo, la 4T no se atreverá a tocar las utilidades de los grandes capitales.
A quienes se les estará gravando es a las clases medias, pobres y más pobres, con IVA a medicinas y alimentos, además de cargar el presupuesto de los ayuntamientos municipales sobre la espalda de quienes pagan impuesto predial y las tarifas de los servicios públicos.
Tal parece que los de la “Cuarta Transformación” y Morena están pensando que todos los mexicanos son latifundistas urbanos o dueños de residencias palaciegas que abusan del agua y la luz públicas.
Aquí lo que busca el Gobierno no es salvar a los pobres exprimiéndolos con una mano para devolverles con la otra solo una pequeña porción de lo previamente exprimido, ayuda ficticia que siempre hemos denunciado los antorchistas de la patria, donde no se han preocupado en disminuir la desigualdad y la pobreza, anunciando que de esa manera lo único que están cultivando es el inevitable estallido social.
Todo indica que hay una campaña mediática en marcha para convencer a la opinión pública, sobre todo a los trabajadores y a las clases medias, de que es urgente e indispensable una reforma fiscal de gran calado que refuerce las finanzas del Gobierno para atender las necesidades sociales. La intención sería que, cuando esa reforma llegue, todo mundo la acepte y que no provoque el rechazo de nadie, en un nuevo engaño proveniente del gobierno Lopezobradorista.
Lo único que nos queda a los mexicanos frente a esa andanada de agresiones es la fuerza organizada, crítica y demandante, porque solo el pueblo puede forzar una reforma positiva para las grandes mayorías de mexicanos, obligando al gobierno a procurar una mayor equidad social, que permitan vivir en una nación más justa para nuestras familias.
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