MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

¿Qué les espera a nuestros hijos bajo el actual gobierno "post neoliberal"?

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No sé usted, amigo lector, pero cuando yo pienso en los hijos de todos los mexicanos, sobre todo de aquellos que sufren en carne propia los estragos agresores de la injusta pobreza social, generada por los malos gobiernos del sistema neoliberal de producción, no logro reprimir nunca un sentimiento de ingenua esperanza, que siempre me hace exclamar con cierto regocijo: ¡cuánta juventud acumulada!, ¡cuántos cerebros creativos hay en el pueblo para dirigir bien y con justicia nuestra patria! En descargo de mi ingenua esperanza diré, que no hay, estoy seguro, padre o madre, aunque no sea biológica, que no asegure como yo, que nuestros hijos son y serán siempre, mejores que los padres, y por lo tanto harán siempre mucho más que ellos y que los demás.

Pero la espontánea ingenuidad que alimenta mi esperanza, topa siempre con la terca realidad social que, creada por los gobiernos del sistema capitalista de producción, eleva y destaca como prioridad social única, por encima de todo interés humano, la utilización de todo cerebro joven - incluso niño - existente, para elevar la capacidad de todo el aparato productivo de mercancías - es decir de riqueza -, que habrán luego de llevarse y acumular en su bolsa solo unos cuantos potentados. Aquí es, precisamente, donde chocan y se estrellan los buenos augurios y deseos sobre nuestros hijos. Y es precisamente por esto, es decir, porque el sistema capitalista adopta a nuestros hijos sólo como simples maquiladores de mercancías, que no logramos inspirar e inducir en ellos, los anhelos de superación personal y social que los hagan promover la transformación total de la realidad en que viven ellos y sus padres, y que es, justamente lo que la patria necesita.

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Entonces no nos queda de otra. Es decir, para rescatar también a nuestros hijos y exigir juntos un cambio social en nuestra patria, urge la organización social - y también política -, de todos, absolutamente de todos los integrantes de la sociedad, pero sobre todo de las clases sociales más pobres y maltratadas. Ya los artículos 8º y 9º de la Constitución Mexicana nos dicen cómo; de nosotros depende la defensa.

Para ilustrar un ejemplo de lo que ahora opino, permítaseme citar algunos datos que circulan en algunos medios, acerca de las oportunidades educativas de nuestros hijos y la contradicción en la realidad social que cité líneas arriba.

Hace unos días leí en la prensa local algunas notas sobre el nuevo ingreso al ciclo escolar que se avecina. "Recibe el Tec de Colima 800 estudiantes de nuevo ingreso" así se encabezó una nota; la información la dio la actual directora del plantel, Ana Rosa Braña Castillo, quien además declaró lo siguiente: "Todas y cada una de las oportunidades que se brinden para ser mejores, las van a encontrar con nosotros. No sólo a formar ingenieros, licenciados, contadores o arquitectos, sino buscamos una formación integral en cada uno". Apenas el pasado mes de abril, el entonces director informó que el Instituto Tecnológico de Colima (ITeC), pretendía incrementarse a 3 mil 400 alumnos, entre jóvenes de nuevo ingreso y reingreso, suponiendo que llegaran 900 nuevos.

Otros datos los encontré en AD Archivo Digital, los dio Carlos Eduardo Monroy Galindo, Coordinador general de docencia de la Universidad de Colima (UdeC): "Para el ciclo escolar 2019-2020 la Universidad de Colima incorporó a 9 mil 171 nuevos alumnos" [...] 5 mil 200 son de nivel medio superior, 3 mil 800 de licenciaturas y 171 de posgrado. Si se suma esta cantidad a los 19 mil 29 de reingreso, la matrícula total de la Universidad de Colima será de 28 mil 200 estudiantes, cifra similar a la del año pasado".

Ya tan sólo con estos datos, sin tomar en cuenta el resto de las instituciones de nivel superior y medio superior de todo el estado - que no son pocas - vemos que para este ciclo escolar, tan solo en el ITeC y la UdeC, suman de manera aproximada, 31 mil 500 los jóvenes hijos de los colimenses que buscan, como dijo la directora del ITeC, "Todas y cada una de las oportunidades que se brinden para ser mejores".

Veamos ahora qué dice de esto la realidad social del neoliberalismo mexicano, dirigida ahora por un gobierno qua se autonombra de la Cuarta Transformación (4T). Los datos los tomé del diario EL UNIVERSAL, del 15 de agosto pasado. "Desempleo pega a personas con más escolaridad: INEGI" así se encabeza la nota. Más adelante se dice que la población desocupada en México aumentó a 2 millones de personas en el segundo trimestre del año, con el gobierno de López Obrador; la cifra más elevada desde el tercer trimestre del año 2016. Según esta nota, con fuentes de INEGI, se dice que del total de desempleados en el país, el 47%, es decir, 945 mil 312 desempleados, tienen estudios de nivel medio superior y superior. Esto es una verdadera tragedia, porque quiere decir, muy a pesar de lo que ya citamos de la directora del ITeC, que en México, de seguir con la 4T, entre más estudios universitarios les promovamos a nuestros hijos, menos oportunidades laborales encontrarán.

Una explicación, según cita la nota, la pretende dar Héctor Magaña, Profesor del Tecnológico de Monterrey campus Estado de México: "La mayoría de las fuentes de trabajo que se están generando en el país, no requieren un nivel de conocimientos tan especializados e incluso que tengan experiencia laboral previa para desempeñarse, provocando que a la población que cuenta con educación superior a la secundaria le resulte más complicado encontrar un empleo donde pueda explotar sus conocimientos". Yo estoy de acuerdo con esta opinión. Las becas "Jóvenes Construyendo el Futuro" no son la solución laboral que el país necesita. A mayor esfuerzo en la preparación académica, el gobierno debería responder con más y mejor empleo y con un salario remunerador también.

La lección es dura, pero verdadera. Si en verdad queremos un futuro diferente y mejor para nuestros hijos, si anhelamos que sean ellos todo lo mejor que no pudimos ser nosotros, entonces permitamos y promovamos su participación social desde ahora, y para eso, pongamos el ejemplo. México necesita un verdadero cambio, pero no de partido, sino de clase social en el gobierno. Los pobres deben gobernar.

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