Desde siempre hemos estado bajo el fuego enemigo. El Movimiento Antorchista, la organización de los pobres de México, ha sido atacado sistemáticamente por los medios de comunicación desde su nacimiento; y a lo largo de los 45 años que tiene de existencia, jamás se ha detenido la lluvia de ataques mediáticos contra nosotros. En las primeras décadas, cuando los principales medios de comunicación masiva eran los periódicos, las revistas, la radio y la televisión, los dueños de esas empresas vieron en Antorcha al enemigo de clase. Con su gran aparato mediático, los empresarios atacaron a la organización catalogándola como una agrupación semiguerrillera que debía ser aniquilada por el Estado mexicano. Pero no solo las élites conservadoras enfilaron sus baterías contra el antorchismo; también lo hizo la izquierda desde los pocos espacios en los que se logró posicionar. Ejemplo de ello son La Jornada y Proceso, de donde se ha lanzado más de un infundio contra nuestra organización.
Con el paso de los años y la llegada de nuevas tecnologías que aceleraron la transmisión de la información, el espectro de los medios de comunicación se amplió; sobre todo a partir de la segunda década del siglo XXI. El internet permitió que se exploraran plataformas comunicativas ahora muy conocidas, como Youtube, y se crearon redes sociales con una gran aceptación entre los usuarios de internet, sobre todo Facebook y Twitter, lo que abrió un nuevo nicho en los medios de comunicación. En México, este espacio fue ocupado rápidamente por un sector ideológicamente más cercano a la izquierda de La Jornada y Proceso, que a la línea de Televisa y los principales diarios nacionales. Así, en 2018, desde sus respectivas trincheras, estos dos grandes grupos disputaron el poder: por un lado el conservadurismo empresarial nucleado en torno al PAN y el PRI, y por el otro la izquierda "renovada", que apostó por una transformación nacional de la mano de Obrador y su partido. Los resultados los conocemos todos.
Tenemos, pues, una clara división. Un sector identificado con los partidos históricos domina los medios tradicionales, mientras que el grupo morenista, ahora en el poder, domina los medios de internet. Una de las principales piezas propagandistas del obradorismo son los youtubers. Se trata de jóvenes pro obradoristas que se han ganado un público de miles, en algunos casos millones, de seguidores en la conocida plataforma virtual. Entre las figuras más destacadas de esta pléyade se encuentran Campechaneando, El Chapucero, y El Charro Político, canales de Youtube protagonizados por Edwin Granados, Nacho Rodríguez y Juncal Solano, respectivamente. Basta revisar sus canales para observar la creciente influencia que han adquirido estos voceros de la 4T: Campechanenado tiene un millón ochocientos mil suscriptores; El Chapucero, un millón; y El Charro Político, quinientos mil. A través de estos perfiles, el obradorismo llega al sector más joven del electorado, donde juega el mismo rol que en otros estratos de la sociedad desempeñan Televisa y TV Azteca.
Pero la capacidad obradorista de imponer una tendencia mediática va más allá de Youtube. Nadie puede dudar que Facebook y Twitter, "las benditas redes sociales", se han convertido también en una herramienta de propaganda del gobierno en turno. Es verdad, hay muchos usuarios reales, de carne y hueso, que creen en el gobierno de López Obrador y lo defienden a ultranza. Pero hay también mecanismos automatizados, los famosos bots, que son comprados por los grupos morenistas para crear tendencias artificiales y así generar estados de ánimo en la población. Ya el 31 de marzo de 2018 Reforma había publicado una lista de los candidatos presidenciales y la cantidad de bots que utilizaban en campaña: AMLO ocupaba el primer lugar, si bien todos los candidatos empleaban esta técnica. Por su parte, Carlos Páez, analista de big data y fundador de la empresa Mesura, afirmó en el programa de Carmen Aristegui, el pasado 30 de abril, que "en ambos lados de la radicalización que vive el país están utilizando automatismos". No hay duda, pues, del juego sucio que practican en las redes tanto AMLO como la derecha empresarial.
A los youtubers y las redes sociales se suman los portales noticiosos de internet. Páginas como sinembargo.mx, revoluciontrespuntocero.mx y themexico.news se han convertido en espacios desde los cuáles se lanzan ataques contra los detractores del gobierno de Andrés Manuel sin el más mínimo sustento periodístico. Protegidos por el poder que detenta Obrador, los portales referidos, y muchos más, golpetean un día sí y otro también a quienes consideran enemigos de la Cuarta Transformación. Estos portales son la "base" noticiosa en la que los youtubers e influencers de Facebook y Twitter sustentan sus acusaciones. Sin embargo, carecen de cualquier rigor periodístico, pues su objetivo no es ejercer el periodismo, sino crucificar mediáticamente a sus víctimas.
Si bien los medios tradicionales conservan todavía una importante capacidad de penetración en la sociedad mexicana, los medios virtuales han cobrado una relevancia incuestionable. De acuerdo con el estudio sobre Hábitos de los Usuarios de Internet en México 2018, en el país hay 79 millones de usuarios de internet -59 millones más que en 2006-, y la principal actividad que realiza este mundo de gente es acceder a las redes sociales: el 98% utiliza Facebook, el 82% Youtube, y el 57% Twitter. Entender la dinámica que vive el país en materia de comunicación, nos ayuda a entender por qué "chairos" y "fifís" se disputan hoy los espacios virtuales. Ambos bandos usan bots en Facebook y Twitter, ambos poseen portales de "noticias" creados ex profeso para atacar a su oponente, y ambos tienen sus estrellas youtubers, como Campechaneando y Chumel Torres.
En este nuevo hábitat se reproducen las viejas posiciones ideológicas y políticas de izquierda y derecha, y también aquí encontramos la misma vieja actitud de rechazo absoluto al Movimiento Antorchista. A nosotros no solo nos sigue atacando La Jornada, Proceso y Televisa, sino que ahora la avalancha de calumnias e infundios viene también de los medios de comunicación más novedosos. Por igual, empresarios de derecha y grupos de izquierda –asociados ahora a Morena- se siguen cebando contra Antorcha. Si antes lo hacían solo en la radio, la televisión, los periódicos y las revistas, ahora lo hacen también desde Youtube, Facebook, Twitter y los sitios web.
En los últimos meses la campaña de desprestigio contra nuestra organización ha cobrado nuevos bríos. La pseudoizquierda en el gobierno utiliza todo su arsenal mediático, desde la tribuna presidencial hasta los merolicos de Youtube, para debilitar al Movimiento Antorchista y eliminarlo del panorama político. El poder nos teme. Nos teme el empresariado conservador y nos teme la pseudoizquierda de la Presidencia. Los unos, nos atacan porque tienen el poder económico para hacerlo; los otros, porque tienen el poder político –y económico también, cómo no-, para barrer a sus oponentes. Nosotros, como siempre, nos defendemos como podemos, con la verdad de nuestra parte y nuestro modesto aparato de propaganda.
Es cierto que no tenemos el aparato propagandístico suficiente para hacer una defensa mediática a la altura de las circunstancias, porque tenerlo cuesta ríos de dinero que solo los verdaderamente ricos pueden pagar. Pero tenemos con nosotros un arma mucho más poderosa, y es el trabajo de base, el trabajo con las masas, con el pueblo mexicano de carne y hueso, que venimos desarrollando desde hace ya 45 años. El pueblo pobre de México conoce a Antorcha, y porque nos conoce bien, hoy como antes, nos abraza. Contra el poder que da el dinero, nosotros tenemos nuestro trabajo limpio y honrado de 45 años. Contra el poder de sus medios pagados, nosotros tenemos vidas enteras dedicadas a la educación y organización del pueblo. Contra sus calumnias e infundios, nuestra verdad. Contra sus bots y youtubers, nuestras obras y trabajo. Contra la sentencia a muerte que nos dictan todos los días, nuestro 45 aniversario. El poder de las élites contra el poder del pueblo. Su poder contra el nuestro. ¡Adelante, camaradas! Poder contra poder.
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