En el año 2018, cuando los mexicanos eligieron a Andrés Manuel López Obrador como presidente de México, la gente creyó todo lo que el exmandatario dijo de sí mismo: que el gobierno federal priorizaría la atención de los pobres. Lo dijo con tanta seguridad, y la gente tenía tanta necesidad de creerlo, que esa simple frase de “primero los pobres” fue la que lo llevó a ocupar la silla presidencial. Cierto es que también jugaron su papel las promesas de combate a la corrupción y a la impunidad, pero lo fundamental fue que se autoetiquetó como benefactor del pueblo, a quien aseguró que no mentiría, no robaría y no traicionaría.
No obstante que por López Obrador votaron más de 30 millones de personas, millones del resto de los electores se mostraron escépticos —aunque respetuosos— y esperaron que el tiempo revelara quién era en realidad el hombre que había arrasado en las elecciones. Su práctica demostraría si era consecuente con sus planteamientos o si solo había sido una farsa. El tiempo constató lo segundo y, a pesar de ello, los políticos emanados del partido Morena se han colocado en las máximas posiciones políticas de sus entidades federativas, incluidas las de representación popular como las curules en las cámaras de Diputados y Senadores. Todo gracias a que el partido Morena distribuye el dinero público —producto de los impuestos— mediante tarjetas del Bienestar, que no resuelven los problemas de fondo de la gente, porque esta sigue siendo tan pobre como antes de recibir esa “pensión” o “beca”.
No obstante, esos “apoyos” sí han jugado un papel muy importante para la permanencia de Morena en el poder: los 6 mil pesos que reciben los adultos mayores, y el dinero que reciben jóvenes y madres solteras, enceguecen tanto a la gente que ya no puede ver objetivamente la realidad en la que vive, tanto en México entero como en sus propias casas.
Entre las ilusiones que sembró la frase “primero los pobres” se encuentra la creencia de que los habitantes de colonias populares y comunidades campesinas pensaron que, gracias a la buena voluntad del presidente, tendrían casas bonitas —o al menos mejores que las que tienen—, agua potable, drenaje, pavimentos, parques para los niños y buenas escuelas.
La gente pensó que, para conseguir un beneficio para la comunidad, ya no tendría que hacer miles de gestiones en las dependencias gubernamentales, porque “ahora sí, las obras nos caerían del cielo… no, perdón, nos caerían de López Obrador”. Pero no fue así. Lejos de mejorar la infraestructura de los asentamientos urbanos y campesinos, el presidente cortó todo presupuesto para obras en las comunidades y, desde entonces —desde 2018 hasta este 2025—, no solo no se han realizado obras en beneficio de los asentamientos populares y rurales, sino que tampoco se ha dado mantenimiento a las realizadas por gobiernos anteriores. De tal manera que ahora el país está lleno de baches, socavones, viviendas y juegos infantiles deteriorados; millones de mexicanos sin agua potable, sin drenaje, sin pavimentos, y además, sin servicios de salud que los saquen de graves problemas.
En el Estado de México la situación no es diferente de lo que ocurre en el resto del país, porque los gobernadores de la entidad se han comportado igual que López Obrador: ni el gobierno estatal anterior, encabezado por Alfredo del Mazo Maza, ni el actual, encabezado por Delfina Gómez Álvarez —militante del partido que dice que “primero los pobres”—, han volteado a ver a los mexiquenses que día a día enfrentan problemas graves en sus comunidades, como falta de agua, pavimentos, cientos de baches en sus colonias y escuelas deterioradas. Por tanto, tampoco han ofrecido soluciones que permitan a la gente vivir más dignamente.
Han pasado cerca de tres meses desde que el Movimiento Antorchista del Estado de México presentó un pliego petitorio a la gobernadora Delfina Gómez Álvarez, y esta —al igual que sus antecesores, de quienes dice ser “diferente”— no ha dado señales de querer siquiera escuchar a los mexiquenses que solicitan apoyo gubernamental. En marzo pasado, el Comité Directivo del Movimiento Antorchista en el Estado de México presentó un listado de necesidades que aquejan a miles de mexiquenses vulnerables, y lo único que recibieron como respuesta fue una cadena interminable de oficios gubernamentales que negaron soluciones. Luego, en mayo, los mismos dirigentes antorchistas solicitaron una audiencia con la gobernadora para explicarle de viva voz las necesidades de los mexiquenses organizados en Antorcha. La respuesta fue: “Nosotros les llamaremos para informarles qué día los recibirá la gobernadora”. Ya transcurrió un mes y, hasta la fecha, los antorchistas no han recibido ninguna llamada telefónica de las oficinas de la mandataria.
El pasado jueves 12 de junio, cientos de mexiquenses de diferentes puntos de la entidad, mediante cadenas humanas, tendederos de demandas, perifoneo y una profusa difusión de volantes, trataron de llamar la atención de la gobernadora para que fije fecha a la audiencia prometida, con el fin de que conozca las necesidades más urgentes de los mexiquenses y, sobre todo, busque y encuentre soluciones para que la gente viva mejor. En esta ocasión, tampoco han recibido ninguna respuesta de la mandataria mexiquense.
Los antorchistas del Estado de México están inconformes con ese trato porque dicen: “Cuando la gobernadora Delfina Gómez pidió el voto, vino a vernos y dijo que haría mejoras en todo el Estado de México, pero no ha hecho nada. ¡No se vale!”, manifestó la señora Laura Mejía García, habitante del Ejido Santa María Chimalhuacán, quien participó en una cadena humana que solicitó audiencia con la gobernadora y presupuesto para el arreglo de su colonia. Ahí, dijo, viven sin agua, sin drenaje, sin pavimentaciones, con numerosos baches y con inseguridad. “A la presidenta de Chimalhuacán, Xóchitl Flores, se le dejó la mesa puesta, y aunque tiene dinero del gobierno, no quiere solucionar los problemas que tenemos en el ejido. Le pedimos a la presidenta que se ponga a trabajar y que nos haga caso. Igual se lo pedimos a la gobernadora”.
“Ningún capricho se incluyó en el pliego petitorio que entregamos a la gobernadora Delfina —agregó doña Laura—; ahí solo están contenidas las necesidades más urgentes de los mexiquenses de toda la entidad. Pero como no nos hace caso, pues tendremos que seguir manifestándonos públicamente, para ver si así voltea a vernos”.
“La señora gobernadora del Estado de México, la señora Delfina Gómez, no ha querido atender las necesidades de pueblos y colonias del Valle de Toluca —manifestó una vecina de San Miguel del Progreso—. Aquí hay muchas necesidades: vemos la inseguridad en muchos municipios; con las lluvias, los drenajes se han tapado y, el día que llueve, hay inundaciones; hasta los carros son arrastrados por el agua. Queremos que la gobernadora atienda todos esos problemas, que los solucione… Nada más nos dijo que el Estado de México estaría mejor, pero no es cierto. Hay muchos problemas. Debe dar soluciones y dar fertilizante para el campo”.
López Obrador y el partido Morena no son la solución a los graves problemas que padece el pueblo mexicano. Para acabar con ellos, es necesario que el mismo pueblo construya un partido que defienda y proteja sus intereses; un partido que no sea electorero, sino que luche por conquistar el poder político y, desde ahí, trabajar en serio por el bien del pueblo trabajador.
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