MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Organizar al pueblo para cambiar de raíz el poder

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Conforme avanza el tiempo y se acerca el proceso electoral del 2027, es evidente que las fuerzas políticas comienzan a reactivarse con mayor intensidad. Veremos surgir voces que nunca se habían escuchado y aparecerán personajes que tenían años en el olvido, todos buscando acomodarse para la siguiente elección.

Sin embargo, detrás de todo ese ruido electoral que se avecina, la situación real de nuestro país es alarmante, aunque el gobierno intente hacernos creer lo contrario todos los días.

La solución a los males que sufre nuestro país es el cambio de la clase social en el poder. Es necesario que gobierne el pueblo.

A través de las conferencias matutinas y de todo el aparato de propaganda oficial, se nos repite una y otra vez que las cosas han cambiado, que todo marcha bien. Para completar esta estrategia y evitar el descontento social, se masifica la entrega de dinero mediante las becas y programas del bienestar.

Si bien es un recurso que la gente recibe, la realidad es que funciona como una herramienta para mantener callado al pueblo, para que la gente sienta que debe agradecer y no exigir soluciones reales a los problemas de fondo.

Nuestra realidad diaria es muy diferente a la que se narra desde el Palacio Nacional. Se presume constantemente que el salario mínimo ha tenido aumentos históricos, y es cierto que la cifra es mayor, pero la capacidad de compra ha caído.

La inflación y el encarecimiento de la canasta básica han provocado que, aunque se gane un poco más, se compre menos que antes. El dinero ya no alcanza ni para cubrir las necesidades elementales en los hogares, y las familias trabajadoras siguen sufriendo para completar el gasto semanal.

Uno de los problemas más serios, y que demuestra el abandono gubernamental, es el colapso del sistema de salud. No se trata de números fríos, sino de casos reales de negligencia que afectan a nuestros compañeros.

Conozco de cerca la situación de gente trabajadora que ha cotizado toda su vida, como la compañera Martina, jornalera del Valle de Mexicali. Ella requiere una cirugía del oído desde hace ya varios años y se la han venido cancelando sistemáticamente.

Los argumentos siempre son los mismos: falta de insumos, falta de equipo, e incluso lo último que le dijeron fue que no tenían cirujano porque renunció por falta de pago. Es inaceptable que, tras una vida de trabajo, se le niegue el derecho a la salud.

Otro ejemplo claro es el de la compañera María Lidia, del Polígono seis, quien necesita una operación de hernia hiatal. Lejos de recibir la atención adecuada, sufrió maltrato por parte del personal médico de la Clínica uno en Tijuana.

Y así podríamos enumerar un sinfín de casos en las comunidades más vulnerables, donde los pacientes tienen que soportar malos tratos, falta de medicamentos y una atención deficiente que pone en riesgo sus vidas.

A este deterioro se suma la falta de servicios públicos esenciales. En Mexicali, la falta de electrificación es un problema crítico. No es sólo una incomodidad; es un peligro mortal.

Cada verano mueren personas por golpe de calor debido a que no cuentan con energía eléctrica para mitigar las altas temperaturas, y hasta el momento, ni la Comisión Federal de Electricidad (CFE) ni el gobierno federal atienden esta demanda urgente.

De igual manera, la falta de obra pública es evidente: no hay bacheo, y la construcción o mantenimiento de puentes en comunidades rurales es inexistente. Hay caminos en muy mal estado que ya han costado vidas por los accidentes que ocasionan, y las autoridades siguen sin atenderlos.

Para colmo de males, la inseguridad y la corrupción siguen creciendo. Para el Movimiento Antorchista queda claro que la pobreza no se terminará repartiendo despensas o dinero en efectivo, y que la inseguridad no se acabará comprando más patrullas o instalando cámaras de vigilancia en las avenidas.

Muchas veces, esa infraestructura sólo ha servido para que malos elementos extorsionen a los ciudadanos, sin atacar las causas reales de la violencia.

Los mexicanos debemos aprender la lección. Ya nos gobernaron los partidos tradicionales que surgieron después de la revolución, y los que faltaban por gobernar ya lo están haciendo ahora, pintados de color guinda.

Todo aquello que la gente terminó rechazando por las malas políticas del pasado, terminó incrustado en el partido que se presentaba como la “última esperanza”, la 4T. Al final, no hubo un cambio verdadero en la forma de hacer política.

Ante este panorama, no hay otro camino más que la organización y la lucha de todos los sectores de la sociedad. Los obreros, los campesinos, los jornaleros y las juventudes tienen que ser partícipes activos en esta tarea revolucionaria.

Para nuestro movimiento queda claro que el problema no son los individuos que nos gobiernan, ni el color del partido en turno. La solución a los males que sufre nuestro país es el cambio de la clase social en el poder. Es necesario que gobierne el pueblo.

Pero no que gobierne “de dicho”, como hasta ahora lo han pregonado, donde dicen representar a los pobres pero en sus acciones sólo han beneficiado a los grandes capitalistas del país, dándole al pueblo sólo lo mínimo para mantenerlo tranquilo.

Es necesario que gobierne el pueblo en los hechos. Esa es la tarea que se ha propuesto el Movimiento Antorchista Nacional: organizar y educar a la gente para lograr el cambio social que se requiere en nuestro país.

Por eso es importante que el pueblo eleve su voz y exija lo que por derecho le corresponde, pero guiados por una organización que tiene historia, trayectoria de lucha y un plan de trabajo claro para lograr la meta.

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