Según datos oficiales arrojados por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), existe en México un porcentaje de pobreza extrema entre el 15% y 17% de la población que ve como "normal" la deficiente calidad de vida que día a día enfrenta, mientras que, al sumar los diferentes grados de pobreza registrados, se puede decir que México tiene más de la mitad de su población viviendo en algún grado de pobreza. Para que comprendamos mejor la magnitud de estas cifras quizá habría que traducirlas a un número más familiar y definir con detalle lo que significa la pobreza extrema, por lo que nos daremos a esta tarea a continuación.
A pesar de que desde hace mucho tiempo ha existido la pobreza extrema, no fue hasta el 2001 que la Secretaría de Desarrollo Social realizó por primera vez la medición de ésta, tomando en cuenta solo el ingreso familiar, hecho que está por demás mencionar, generó que se obtuvieran datos muy alejados de la realidad. Posteriormente, en el 2006, se creó el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) y fue hasta el 2009 que esta institución presentó la nueva medición oficial que se enfoca en ciertas características y que, según la Ley General de Desarrollo Social (LGDS), son suficientes gracias a que abarca ocho dimensiones: rezago educativo, acceso a la salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, acceso a servicios básicos en la vivienda, acceso a la alimentación, grado de cohesión social e ingreso.
A pesar de que desde esta óptica pueden surgir varias interrogantes, la más importante, a mi juicio, es: ¿el gobierno no contemplaba a estos millones de pobres antes del año 2001?, ¿realmente los contempla ahora? Según la historia de México, han desfilado más de 80 diferentes representantes de gobierno y, en todos ellos, siempre se ha estado consciente de que existen millones de pobres, pero a pesar de que al día de hoy los tiempos "han cambiado" y ya se conoce que son casi 70 millones de mexicanos los que carecen de los servicios más mínimos para desarrollar su vida diaria, no se han atendido debidamente.
Además, en el porcentaje mencionado no se toma en cuenta a las familias que tienen algún grado de pobreza, sin ser extrema, y que se han clasificado en "pobreza moderada", "vulnerabilidad por ingreso" y "vulnerabilidad por carencia", sin olvidar a los denominados como clase media que, según un informe del Banco de México dado a conocer en 2012, se encuentran en alto grado de riesgo de volver a algún tipo de pobreza, si no es que, para el día de hoy, miles de ellos ya lo hicieron.
Aquí es donde surgen muchas más interrogantes; ¿se debe clasificar a la pobreza?, ¿fue un individuo pobre quien estableció estas ocho características según su propia experiencia o fue un grupo de burócratas que nunca ha padecido de carencia alguna? Sin enfrascarnos en la solución a estas preguntas, habrá también que interesarnos por saber cómo repercute la pobreza no sólo en la calidad de vida, en términos de lo delimitado por las instituciones, sino en la pobreza también como un inherente cultural que determina y afecta nuestra vida afectiva, emocional, interpersonal, cognitiva y, claro, a nuestro contexto inmediato que se crea y fortalece a través de las decisiones que tomamos diariamente.
Es increíble que después de todos los representantes de gobierno que han desfilado y que han hecho promesas al por mayor para resarcir o disminuir esta "enfermedad crónica" llamada pobreza, la cifra no disminuya, sino por el contrario, crece día con día. La desatención que ha sufrido la población más vulnerable es alarmante, personas que viven en las calles; personas que realizan una sola comida al día -y nos alarman las fotos de aldeas africanas que muestran a la gente muriendo de hambre sin saber que en México existen hoy por hoy, municipios que equiparan su nivel de pobreza con esos lugares que tanto nos asustan- y que según datos concentrados en el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) se concentran mayoritariamente en la Ciudad de México y el sureste de la República.
Es importante mencionar también que la pobreza es, según una rama de la sociología, un mal necesario, ¿será cierto?, ¿es así cómo nuestros gobernantes han definido sus posturas y con base a esta frase es como traicionan sus promesas de trabajar por disminuirla? En fin, el tema de la pobreza es un tema muy amplio y hay miles de opiniones sobre por qué se es pobre, por qué la gente se mantiene pobre y por qué la pobreza también se considera, incluso, como un estado mental.
Creo que nuestros gobernantes se han vuelto indiferentes a este mal que es más que evidente, así como se han vuelto indiferentes a tantos otros problemas sociales, ambientales, educativos, etc. Y es en este punto donde cabe señalar el trabajo antorchista que ha dado muestra de que no solamente está en contra de la pobreza material y alimentaria, sino que ha impulsado la educación, el deporte, la cultura y el arte luchado por escuelas, canchas deportivas, albercas olímpicas, centros culturales y todas aquellas condiciones que le permitan a la población desarrollar sus capacidades y talentos.
Es por ello que cobra mayor relevancia el 45 aniversario de trabajo del Movimiento Antorchista y por el que, sin esperar reconocimiento de las instituciones de gobierno, se ha mantenido en una lucha constante para intentar que esos 70 millones de pobres mejoren sus condiciones de vida.
A pesar de las difamaciones y los constantes ataques, el trabajo del antorchismo se ha mantenido en pie, gracias a que sus agremiados -que para el gobierno representan una estadística elaborada a partir de características tan generales-, se han unido como individuos, cada uno con características propias, con diferentes aspiraciones y con proyectos personales que los impulsan a no abandonar la lucha conjunta a través de la cual han logrado mejorar su entorno social. Creo que es por eso que el Movimiento Antorchista suma una razón más a su permanencia como organización social, a seguir añadiendo aniversarios a sus años de lucha y que, por eso, sigue engrosando sus filas día a día para extender así los beneficios en favor de la población más vulnerable, porque no ha olvidado que trabaja con y para las personas y no por estadísticas.
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