MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Moral y desigualdad social

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El concepto de moral es muy complejo, generalmente hablamos de ésta como una serie de comportamientos o conductas individuales encaminadas a hacer el bien o el mal. Para la religión, por ejemplo, la conducta moral correcta es aquella que proviene de los mandamientos divinos establecidos en la Biblia. Aristóteles, por su parte, decía que "la virtud moral es un hábito o facilidad adquirida por la repetición de actos para elegir y ejecutar el bien honesto". Para Kant, la moral quedaba ejemplificada en el imperativo categórico de "obra de manera que la máxima de tu voluntad pueda servir al propio tiempo como principio de legislación universal", es decir, que obremos de conformidad con el dictamen de la razón recta, de manera que nuestra acción pueda servir de norma y ejemplo para los que se encuentran en las mismas circunstancias. En estas dos últimas concepciones sobre la moral, la fuerza de la voluntad y de la razón se convierte en motor para la modificación de la realidad exterior, de la realidad concreta, creándose así un principio de moral universal que al mismo tiempo sirva al legislador para reglamentar la conducta individual y social.

Sin embargo, fue Marx quien descubrió que la moral era una forma de conciencia social (como lo es el derecho, la filosofía, la religión, la ética, el arte, la estética, etc.), fruto ideológico o espiritual de los hombres, que proviene de la vida económica de una sociedad históricamente determinada, cuyo desarrollo depende del progreso de los instrumentos de trabajo, de los medios para producir riqueza y de la fuerza de trabajo del hombre, y que, en última instancia, son estas fuerzas productivas las que constituyen el motor esencial de cualquier tipo de sociedad. Es pues el ser social quien determina la conciencia social.

Desde el surgimiento del esclavismo hasta el capitalismo de nuestros días, los sistemas económicos de producción se sustentan en la explotación y sometimiento de las mayorías en favor de las minorías: la inmensa mayoría de los pueblos trabaja para un puñado de explotadores dueños de los medios de producción. La sociedad se encuentra entonces dividida en clases sociales, los poseedores y los desposeídos. Consecuentemente, los intereses entre estas clases sociales son contrarios o antagónicos y, por tanto, la moral de una clase es contraria a la moral de la otra: explotar a los trabajadores para obtener enormes ganancias es bueno para el patrón pero malo para los obreros que reciben salarios miserables, lo que para uno es hacer el bien, para otro es hacer el mal y viceversa. Este antagonismo de intereses que existe entre las clases sociales crea una forma de conciencia social también antagónica y en constante lucha el uno contra el otro. Por ello, en una sociedad dividida en clases, como lo es el capitalismo en que vivimos, no puede existir una moral universal que satisfaga los intereses de ambas clases por igual, en la que la conducta individual resuelva la desigualdad social solamente con buenos deseos, sino que depende necesariamente de nuestra posición de clase, del entorno social, es decir, de la vida material y económica que es, finalmente, la que determina nuestra conciencia social.

El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha hecho eje de su gobierno la aplicación de una política moral. Veamos algunos ejemplos: 1. En su toma de protesta dijo: "todos vamos a portarnos bien y ya no habrá corrupción"; 2. La revista Forbes, el 16 de julio de este año, publicó así su nota: "El presidente AMLO aseguró que definiría como "economía moral" el modelo que impulsa como alternativa al neoliberalismo"; 3. En el tercer párrafo de su Cartilla Moral nos dice: "promover una manera de vivir sustentada en el amor a la familia, al prójimo, a la naturaleza, a la patria y a la humanidad"; 4. En su conferencia mañanera del 2 de julio dijo que los delincuentes "no deben hacer sufrir a sus mamas y deben de portarse bien"; 5. El periódico Milenio del 18 de enero, publicó así las declaraciones de AMLO: "los huachicoleros que pinchan los ductos deben portarse bien"; 6. El periódico digital reporteindigo.com, el 22 de enero, publicó así su nota: "AMLO acusa a Proceso de no portarse bien; ‘ya casi no la leo’, afirma"; 7. En su reunión con la cúpula empresarial del 12 de agosto les dijo: "Que la felicidad no solo es acumular bienes materiales, dinero, fama, títulos. La verdadera felicidad es estar bien con uno mismo, estar bien con nuestra conciencia y estar bien con el prójimo, esa es la verdadera felicidad". Pregunto: ¿Será verdad que solo siendo buenos chicos se resolverá la pobreza, la delincuencia, la inseguridad, la corrupción y demás calamidades que azotan a nuestro país? ¿Acaso será posible crear una república amorosa en donde todos estemos felices y contentos amando a nuestro prójimo solo con el ejemplo del presidente? ¿Dejarán los ricos de amasar fortuna y explotar a los trabajadores sólo porque el presidente los llama a ser hombres buenos?

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La realidad económica, política y social que vive nuestro país es compleja y, por tanto, requiere una verdadera transformación y soluciones de fondo, pero esto no ocurrirá mientras AMLO rechace lo evidente, dirija la administración pública con base a su distorsionado entender y siga aplicando absurdas recetas moralistas. Por ejemplo, mientras el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) dice que el crecimiento del Producto Interno Bruto en el segundo trimestre del año fue de 0.0 %, AMLO afirma que "vamos bien"; mientras el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) señala que el número de homicidios sigue creciendo al registrarse un aumento de 6% en el primer semestre del año, AMLO sale a reclamar que eso es falso y que él tiene otros datos; ante la más modesta crítica de sus correligionarios, él responde con despidos y destituciones contra todo aquel que no coincida con su opinión y su moral; ante los magros resultados de los programas asistenciales que por décadas ha creado el gobierno federal pretendiendo inútilmente reducir la pobreza, y ocultando sus verdaderos intereses clientelares para seguir aplicándolos, AMLO acusa a Antorcha Campesina y a otras organizaciones de ser "intermediarias" y de ser responsables del fracaso de dichos programas.

Aunque AMLO piense que "vamos bien" y que el pueblo está feliz feliz, lo cierto es que no hay trabajo para los pobres y el comercio informal aumenta; los empleos están muy mal pagados y el salario mínimo de 102.68 pesos no alcanza para cubrir la canasta básica; los impuestos pesan en los hombros de los trabajadores; la creación de obras y servicios es cada vez más raquítica, en fin, el crecimiento y sobre todo el desarrollo económico de nuestro país no solo se estanca sino que va en retroceso; las políticas públicas no cubren las verdaderas necesidades de la población; la violencia, los asaltos, los secuestros, las muertes de jóvenes a manos de la delincuencia organizada y no organizada es el pan de cada día.

En suma, la incorrecta política moralista de AMLO no avizora una mejor vida para el pueblo pobre de México: la razón fundamental radica, a mi juicio, en que el presidente parte de la falsa idea de que el problema toral de nuestro país es la corrupción, es decir, el mal comportamiento de los hombres que gobiernan y se corrompen. Para AMLO el problema es moral y con la llegada de un presidente bueno y honesto como él los problemas del país quedarán resueltos. Sin embargo, lo que la realidad nos dice es que el principal problema que vivimos los mexicanos es la pobreza y la desigualdad social, y estas son consecuencia inevitable del modelo económico capitalista neoliberal. La corrupción, la pobreza, la delincuencia y el narcotráfico, son resultado de un modelo económico de explotación y el reflejo claro de una sociedad dividida en clases, viciada, descompuesta, injusta, en la que unos cuantos se enriquecen mientras la inmensa mayoría se empobrece. Por tanto, para acabar con esta situación no basta con "portarse bien y ser buenos chicos", es necesario construir un modelo económico que produzca mucha riqueza, sí, pero que de igual manera se encargue de distribuirla, se requiere pues de una nueva política económica y social en favor del pueblo trabajador. Y esta nueva forma de ver y transformar al mundo no estará a cargo de los falsos redentores de la 4T, este nuevo país sólo lo podrá construir con sus manos el pueblo organizado y consciente. En él está la verdadera esperanza de México.

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