Después de la fallida estrategia de seguridad implementada por el Gobierno federal encabezada por el promotor de la llamada cuarta transformación Andrés Manuel López Obrador, manteniendo a los mexicanos con la vida pendiendo de un hilo, en lugar de trabajar por garantizar la paz en México, el presidente se ha dedicado a echar culpas, donde ha cometido el grave error de confrontar a los ministros de culto, a las diversas Iglesias del país.
El mandatario mexicano sabe perfectamente que ha sido rebasado por los criminales que siguen actuando con descaro e impunidad sobrados, después de que les ha brindado desde sus acostumbradas mañaneras, votos de apremio considerándolos como seres humanos que tienen derecho a la vida, pero olvidándose de que esas bandas se han abrogado el derecho de asesinar, secuestrar, desaparecer gente, a cualquier hora, en cualquier lugar del país, con alevosía y ventaja, imponiendo su Ley, que dista mucho de ser la Ley de Dios.
Se podría decir que la demanda del clero por los crímenes en contra de ministros religiosos, desde el asesinato del Cardenal Jesús Posadas Ocampo, se volvieron a manifestar después del artero asesinato de los jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín César Mora Salazar, en el interior del santuario de Cerocahui, en Chihuahua.
Desde Morelos, el Monseñor Ramón Castro Castro, confirmó que México se encuentra herido por el crimen, dando inicio a las Jornadas de Oración por la Paz del país y llamando al gobierno Lopezobradorista a redirigir su estrategia en contra de la inseguridad.
Cientos de muertos en tres años y medio es motivo suficiente para alzar la voz y reprobar las estrategias de seguridad: “La violencia ha escalado sin piedad, México se encuentra herido por el crimen organizado”, afirmó monseñor Ramón Castro, durante la homilía del domingo 10 de julio donde, en conjunto con la Comisión Episcopal para la Pastoral Litúrgica, se llevó a cabo la Jornada de Oración por la Paz en esta Nación.
Es innegable que los emanados del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) no han sabido gobernar en México, han abandonado a su suerte a sus propios compatriotas, destinándolos a sucumbir frente a enfermedades como la pandemia covid-19, el cáncer, la diabetes y otros males, dejando a estados y municipios así como a universidades, sin recursos con la finalidad de tener con qué realizar las obras faraónicas absurdas que emanaron del cerebro de la 4T.
Pero el mayor problema es el de la inseguridad, ese que se ha dejado crecer en esta administración federal pero donde López Obrador lavándose las manos como Pilatos acusa a los gobiernos del pasado, ese pasado donde se ha dedicado a vivir sin mirar el presente ni el futuro de México.
Fue el padre Raymundo Pacheco, de la Diócesis de Chihuahua, quien pidió a los creyentes no ser indiferentes ante el dolor del país y no perder la sensibilidad ante los crímenes que se están presentando diariamente.
Se ha reconocido por parte de los ministros de culto religioso que en el país existen muchas zonas de conflictos donde se ven envueltos feligreses y voceros de la palabra del señor, como ejemplo en Morelos, con muchos crímenes, robos y secuestros. Lamentando que en muchas ocasiones el Ejército no se encuentre en los lugares de los hechos.
Cabe destacar que las jornadas de oración tienen como propósito orar por el Papa Francisco, los obispos y presbíteros; por quienes gobiernan en México, el presidente, alcaldes y gobernadores, así como por quienes son víctimas de la opresión por la guerra y la injusticia.
México está herido y disperso por el miedo y la inseguridad, han señalado en recientes fechas obispos, arzobispos y padres de prácticamente todo el país pertenecientes a la Iglesia católica lanzando a la vez un “¡ya basta!”, por la violencia y asesinatos, pues se está llegando a un punto insostenible.
López Obrador les ha condenado a pesar de que los sacerdotes afirman que su jornada no es contra el presidente Andrés Manuel López Obrador ni contra su partido, sino contra un sistema que ya fue superado por la violencia y la impunidad, una vez que recibieran como respuesta del mandatario mexicano que desde el clero se esté impulsando la violencia para alcanzar la paz.
Esta jornada de llamado a la paz y la descalificación de la medida de seguridad equivocada en México, ha calado muy hondo en la vida de la llamada cuarta transformación, con la petición de que en todas las misas se haga memoria de los sacerdotes y religiosos asesinados, para lo que se podían colocar fotografías de ellos en los templos.
Asimismo, durante todo julio se llevarán a cabo misas y oraciones comunitarias en lugares significativos donde hayan desaparecido personas o hayan ocurrido asesinatos. Siendo el próximo 31 de julio, como signo profético, que se pedirá por los victimarios y por la conversión de sus corazones.
“Por eso los pastores decimos: ‘Ya basta’. Vamos buscando alguna estrategia de seguridad más efectiva, es tiempo de escucharnos, es tiempo de que todos busquemos la paz que tanto anhelamos, y por esta jornada en todo México, para no ser aquellos personajes que dan la vuelta y se van. Atendamos al México herido, atendamos con el aceite de nuestra esperanza y fe”, se precisó durante la homilía en la Catedral de Cuernavaca.
“No queremos tener en la conciencia haber sido pastores que ven la realidad y le dan la vuelta, porque tienen miedo o porque no se quieren meter en problemas. No. “Soñamos con un México en paz y por eso hemos alzado la voz con un comunicado todos los obispos, suplicando, pidiendo que haya paz. No declaramos la guerra a nadie. No queremos conflictos más de los que ya hay, estamos suplicando un diálogo para la construcción de una verdadera paz”.
“Cuánto sufrimiento tienen muchas familias de nuestro país a causa de la violencia, tienen que escapar, que huir; muchos otros han perdido y no saben dónde está su familia, y también muchos otros han perdido la vida”, se dijo.
Pero López Obrador insiste en confrontar a la Iglesia, saliendo en defensa de los criminales, grupos que siguen sembrando el terror en México, que mutilan y asesinan cobardemente mientras se sigue escuchando el famoso dicho del señor presidente…. “Abrazos, no balazos”.
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