Las guerras aumentan; los grandes capitales están interesados en ello: la mirada golosa, brillantes los ojos, la sonrisa de hiena los delata. Donald Trump, epítome del capital de carne y hueso, las anda promoviendo a diestra y siniestra; los descarados representantes de los monopolios más ricos del planeta, también. Los países atacados lo atestiguan con su sangre, con su tragedia, y a veces con su miedo.
Y es que la guerra sirve para incrementar la riqueza de los grandes productores de armas que tiene el mundo. Tan solo en la primera semana del ataque traicionero de Israel-Estados Unidos a Irán el valor de las acciones (unidades en que se divide la propiedad de una empresa) de cuatro de las cinco principales compañías productoras de armamento del mundo subió entre 0.3 y 3.9 por ciento. (El economista, 17 de junio de 2025) Para los que crean que esto es poco deben recordar que estas pequeñas variaciones en el valor de una acción multiplicadas por miles de ellas producen aumentos fabulosos en las fortunas de sus dueños.
El siete de octubre de 2023 se intensificó la masacre del pueblo palestino a manos del ejército comandado por el sanguinario Benjamín Netanyahu. Desde entonces han muerto, según los reportes oficiales, 56 mil gazatíes. Pero un científico israelí, profesor de la Universidad Ben Gurión del Neguev, de nombre Yaakob Garb, aplicando métodos modernos llegó a la conclusión de que en el mismo período hay “desaparecidos” 377 mil gazatíes, la mitad de ellos niños, pues la población pasó de 2.2 millones de personas a 1.85 millones: uno de cada seis habitantes de la franja de Gaza ha sido asesinado por el ejército sionista, solo que muchas personas permanecen bajo los escombros o fueron destruidas por las bombas de manufactura norteamericana, por lo que nadie los contabiliza como muertos. ¡Espantoso! El estudio, fechado el 1 de junio de 2025, fue publicado en el Harvard Dataverse, un sitio web para publicar investigaciones avalado por una de las universidades de más prestigio del planeta.
Para ubicar en la historia el tamaño de la tragedia conviene saber que Hitler comandó el asesinato del 14 por ciento de la población soviética en la Segunda Guerra Mundial, mientras que hoy, con los datos de Garb, el 17 por ciento de la población de Gaza ha sido asesinada. Pero sería un error atribuir esto a la maldad innata de nadie. Hoy como antes, son las ganancias de los grandes capitalistas, entre ellas las del llamado complejo militar-industrial, -los capitalistas del exterminio, bien podrían llamarse- las que obligan a que haya monstruos al frente de sus ejércitos.
Gracias en parte a esta tragedia las principales empresas de armamento del mundo se llenan los bolsillos; desde el 7 de octubre de 2023 impulsadas por las ventas de armas para la carnicería de Gaza, Lockheed Martin (LM) vio subir el valor sus acciones 16.55%; Northrop Grumman, 17.55%; Raytheon Technologies, 109.91%; BAE System, 96.61% y Elbit Systems, 101%. (El economista, 17 de junio de 2025) Ha aumentado grandementeme la riqueza de sus dueños. Ríos de sangre derramada por un pueblo inerme corren llevando entre sus aguas oro maldito a las manos de los tiranos.
Pero las empresas de la guerra solo son el ariete, la avanzada de los monopolios deseosos de aumentar sus mermadas ganancias; Black Rock, por ejemplo, el fondo de inversión más grande del mundo, financia a varias de ellas. ¿Quién no ha escuchado los planes de Trump para convertir Gaza en una “hermosa Riviera” donde se vendan miles de casas? ¿O de la compra de amplios territorios de Ucrania para lucrar con sus inmensos recursos naturales? ¿O de los pozos petroleros ocupados ilegalmente por el ejército gringo en Medio Oriente? ¿Y de los planes de derrocamiento del gobierno de Venezuela para controlar su petróleo? ¿Y de la soñada repartición de los inmensos recursos rusos? ¿Y de la intentona golpista en Irán? Los grandes capitales se abren paso con metralla cada vez más intensa.
Como este proceso no es nuevo, algunos países se han preparado desde hace años para resistir la invasión y la conquista: ahí están Rusia, China, Irán, entre otros, que han construido ejércitos poderosos de tipo defensivo. Hoy, Rusia contraataca exitosamente y derrota a la OTAN, e Irán cuando menos logra contener momentáneamente a las fieras hambrientas sionistas. Pero la cosa no está fácil: esta agresiva organización acaba de aprobar, presionada por los EE. UU. el aumento del gasto en defensa de sus 32 países miembros hasta que cada uno alcance el 5% de su PIB nacional; esto significará mayor cantidad de armas e invención de otras más destructivas, a menos que los pueblos afectados por los recortes al gasto en su salud, vivienda y servicios públicos digan otra cosa.
El capitalismo en su fase monopolista solo trae destrucción y muerte para la mayoría y bienestar para unos cuantos: debe ser cambiado. El socialismo que redistribuya la riqueza entre todos los seres humanos no está a la vuelta de la esquina. Pero se ofrece ante nuestros ojos la posibilidad de construir una sociedad más justa en un mundo multipolar, de desarrollo compartido, como dirían los chinos. Por eso el pueblo mexicano al que no le va nada bien como están las cosas, debe apoyar a Rusia, China, Irán, Palestina y a todo aquel que se defienda de las embestidas de los grandes capitales, porque en ello nos va nuestra integridad futura.
La casi invariable neutralidad del gobierno mexicano ante los conflictos mundiales, su obediencia ante los mandatos del imperio norteamericano, su distanciamiento de China, y más, solo demuestran que o no entiende los graves acontecimientos de hoy o que es, a despecho de sus turiferarios, una farsa de gobierno del pueblo, un fiel palafrenero de los ricos del mundo.
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