En la mayoría de los informes anuales que presentan los representantes del poder ejecutivo en los tres niveles de gobierno, se incluyen datos e información que no se corresponden con la dura realidad que vive la inmensa mayoría de los mexicanos.
No es que uno se niegue a aceptar los datos optimistas que contienen esos informes, que han sido difundidos por todos los medios de comunicación; una parte importante está totalmente descontextualizada de la realidad, las cifras están maquilladas y los discursos, adornados y llenos de optimismo, hacen parecer que hablan de otro mundo diferente al que la inmensa mayoría de los ciudadanos vivimos.
La mayoría del sector trabajador de más bajos ingresos sabe que las condiciones de vida de los sonorenses no han mejorado como se anuncian en los discursos de los informes.
No es que uno sea pesimista, pero el optimismo con que se brindaron los informes pareciera que la verdadera intención es querer engañar al pueblo con datos poco serios y discursos rimbombantes. En cada rincón de los municipios, estados y algunas regiones del país, sabemos de toda la pobreza, rezago social, inseguridad y pésimos servicios que se viven, padecen y sufren los mexicanos; en algunos de esos rubros no se ha hecho nada, al contrario, se han agravado.
Mientras no seamos realistas, objetivos y valientes para reconocer todos los problemas sociales que acechan a la sociedad, tomando esto como base en todos los niveles de gobierno, lo que los lleve a exigir mayores recursos públicos para atender de forma efectiva, transparente y eficiente y revertir esta grave realidad que nos golpea el rostro todos los días, los informes seguirán siendo adulaciones, discursos adornados pero huecos de contenido; al final, las obras y los hechos son los que deben hablar por sí solos. Mientras, los informes seguirán siendo sólo humo a los ojos para engañar y manipular al pueblo; seguiremos igual o peor.
Con motivo del cuarto informe de gobierno del estado de Sonora, el señor gobernador expresó algunos datos optimistas que debemos analizar con cuidado y contrastar con la realidad, por una sencilla razón: no se corresponden con lo que vivimos la mayoría de los sonorenses.
Expresó que “la reducción de pobreza en Sonora ha sido significativa entre 2020 y 2024, con más de 450 mil sonorenses saliendo de esta condición y la pobreza extrema bajando a 1.5 %, lo cual representa un nivel histórico”.
Este logro se atribuye a políticas sociales y programas como la Beca Sonora de Oportunidades, apoyos a personas con discapacidad y el fortalecimiento económico, además de la estabilidad económica generada por el Plan Sonora y el incremento salarial.
Primero, porque se nos presentan a los programas sociales como la panacea que está sacando a miles de personas de la pobreza y pobreza extrema, cuando eso es falso y una manipulación, porque los programas no sacan de la pobreza a la población, sólo aminoran su hambre y sus necesidades temporalmente, pero no resuelven de raíz el problema.
Segundo, en cuanto al incremento salarial, que ha sido significativo, pero no suficiente, sirve de poco, porque en paralelo se ha dado el incremento de los precios, en proporción hasta un poco más el incremento de los precios; entonces sigue perdiendo poder adquisitivo el salario; cada día que pasa alcanza para menos; eso todos lo vivimos y sabemos.
Con estas estrategias gubernamentales no se van a resolver las problemáticas sociales en la entidad. Estamos errando en el método de cómo estamos intentando resolver el fenómeno.
El problema más grave en nuestro país es la pobreza, lo acepten o no los gobernantes, y sostenemos que no se están aplicando correctamente las formas para erradicarla, sino que, por el contrario, el fenómeno se sigue agudizando.
Si preguntamos a las familias si notaron un aumento en su ingreso trimestral promedio en su hogar, nos dirán que no, pero el gobierno afirma que hubo un aumento a más de 94 mil pesos, lo que representa un aumento de 13.8 % respecto a la medición anterior.
Los trabajadores, cada fin de quincena, se truenan los dedos porque no les alcanza la quincena para cubrir lo básico. Sólo en el discurso la realidad social está mejorando; en los hechos seguimos igual o peor.
En los cuatro años que lleva gobernando la 4T, se ha destinado montañas de dinero para obras de relumbrón, mientras las comunidades no indígenas y las colonias populares permanecen en el rezago de servicios, al grado de ser insultante y ofensiva la precariedad en que se vive.
En la mayoría de los magnos proyectos de infraestructura se usa el discurso engañoso de que la inversión se hace para detonar la economía en beneficio de las mayorías, pero eso es un viejo cuento engañoso. Las grandes inversiones en Sonora se quedarán administradas por unas cuantas manos que son las mismas clases empresariales poderosas que han movido la cuna siempre.
Los programas sociales de transferencia monetaria directa para ciertos sectores sociales y el apoyo a las zonas indígenas no son la panacea que curará ni resolverá los agudos males sociales; ver así la solución es un grave error.
La mayoría del sector trabajador de más bajos ingresos sabe que las condiciones de vida de los sonorenses no han mejorado como se anuncian en los discursos de los informes; los datos que se exponen no corresponden con la realidad de la vida diaria, que es la última prueba de verdad; la pobreza sigue carcomiendo a la mayoría de la población de diferentes formas y en diferentes lugares.
Mientras no se designe el recurso que se necesita para resolver las carencias sociales y sólo se deje a voluntad de los gobernantes en turno, seguiremos viviendo en una sociedad de carencias; por eso urge cambiar de modelo económico, por uno más distributivo en los hechos y no sólo en los discursos.
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