MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La privatización de la educación

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La educación en México y en el mundo es uno de los sectores que más se han descuidado y a uno de los cuales se presta menos atención; este es uno de los rasgos del modelo neoliberal, que se caracteriza, principalmente, por que el Estado se desentiende de proveer al ciudadano de todo lo que obligadamente, y por derecho, debería garantizarle, como la salud, el empleo, los servicios básicos y, claro, la educación.

En este modelo, donde todo se convierte en mercancía, la educación ha pasado a serlo también; el Estado se ha venido desentendiendo paulatinamente de esta obligación, lo que, de manera perfectamente calculado, en clara connivencia con los empresarios de la educación, se ha creado un vacío que ha sido aprovechado por las empresas, con lo que se han generado instituciones privadas que ofrecen el servicio que niega el Estado. Obviamente estas empresas se convierten en gigantescos negocios, que lucran con una necesidad tan básica del pueblo. El problema es que a las escuelas privadas, con altas colegiaturas, costosos uniformes y mil gastos más, no pueden acceder quienes no tienen el dinero suficiente para costear todos esos gastos; de este modelo queda así excluida la gran mayoría empobrecida de los mexicanos.

Según datos publicados por "El Universal", tan solo en México, en el nivel superior, existen 2 mil 180 instituciones públicas y 3 mil 163 privadas, 41 y 49 por ciento, respectivamente, lo que deja claro que el abandono a la educación pública está fríamente calculado, para que sea el sector privado el que entre al quite dando la oportunidad solo a aquellos con capacidad de pagar.

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Es por eso que, en esta economía sometida a la fría e inhumana oferta y demanda, al servicio de los que tienen para pagar, donde todo se rige por la disponibilidad del dinero, esto es una alternativa para las familias de clase alta o de clase media alta; a ellos, el neoliberalismo puede ofrecerles una opción, pues constituyen, como se conoce, la llamada demanda solvente, la demanda de quienes tienen para pagar. Pero para las familias más pobres, para las grandes masas empobrecidas, este esquema de privatización no puede ser una opción, pues por su pobreza quedan de inicio excluidas de la educación: no tienen para pagarla.

En nuestro país, la situación económica de las familias es cada vez peor. Datos tomados de El Financiero nos permiten fundamentar esto: son dos millones 76 mil 894 habitantes los que perciben a lo sumo un salario mínimo, actualmente de 102 pesos con 68 centavos, lo cual para una familia promedio mexicana - que tiene entre cuatro y cinco integrantes- no alcanza ni para cubrir los gastos básicos; tan solo en útiles escolares, por hijo, la revista Forbes registra que se gastan 3 mil pesos, a esto debe sumarse los pagos de colegiaturas, uniformes, transporte, entre muchos otros más.

El pueblo mexicano, ese pueblo trabajador que sostiene sobre sus espaldas todo el trabajo de su país, es el que más resulta afectado con este sistema. El neoliberalismo daña socialmente a los mexicanos, pues les quita la educación por medio de la privatización, siendo un servicio que el Estado debería ofrecer; los mexicanos pagan sus impuestos, mismos que deberían ser aplicados en su beneficio. Sin embargo, ocurre que estos impuestos los dedica el Estado a ayudar a empresas privadas, y a los pobres, en lugar de regresarles en forma de servicio lo que aportaron en impuestos, se les obliga a pagar por la educación de sus hijos, y al no poder hacerlo, no pueden educarse; así, el neoliberalismo daña la educación popular.

En esta situación, los mexicanos debemos buscar y luchar por que se reivindique la educación pública. Pero esto solo podrá lograrse si se eleva el gasto gubernamental para el sector educativo: los impuestos que el pueblo paga deben ser invertidos en el propio bienestar del pueblo. Ya es hora de que los afectados por esta situación obliguemos al gobierno a ocuparse realmente de atender las condiciones de vida del pueblo.

El Movimiento Antorchista Nacional ha sabido orientar la lucha en este sentido, sin que ello signifique pelear con el sistema que rige a todo el mundo, y para eso hemos propuesto cuatro ejes principales: 1) Empleo para todos los que estén en edad de trabajar, 2) Salario bien remunerado, 3) Una política fiscal progresiva, es decir, que paguen más los que más ganan, y 4) Reorientación del gasto público con sentido popular. Todos estos puntos pueden aplicarse perfectamente en nuestro país; para lograrlo, el pueblo debe unirse y dirigir el barco en una misma dirección, hacia puerto seguro en pos de una mejor calidad de vida para los pobres de nuestra patria, que somos la inmensa mayoría.

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