Debemos darnos cuenta de que, problemas como el desempleo, la violencia, la inseguridad, la pobreza, el hambre, las guerras, las crisis económicas y demás calamidades sociales, cada día se convierten en el común denominador de la mayoría de las naciones de este planeta, principalmente de aquellas cuyo modo de producción es el capitalista, que actualmente han adoptado el modelo neoliberal y globalizado, donde dichas calamidades sociales no son la confirmación de maldiciones antiguas sino el resultado de la mala distribución de la riqueza, donde sólo el 1% de la población mundial tiene acaparada más del 50% de la riqueza mundialmientras que el 99% de la población padece pobreza. El modelo económico es el verdadero culpable de que existan miles de millones de seres humanos empobrecidos y unos cuantos miles de multimillonarios con inimaginables fortunas.
Hoy en día, los medios de información, controlados por poderosas agencias de noticias, dan cuenta del nuevo éxodo de migrantes hondureños que prácticamente huyen de su país tras el sueño americano. Diversos grupos han emprendido su viaje hacia Estados Unidos, pasando por Nicaragua, Guatemala y México. El más mencionado es el contingente formado por un poco más de tres mil hondureños, que ante las amenazas del presidente estadounidense Donald Trump de ser detenidos y deportados, respondieron que le tienen más miedo a la pobreza y a la delincuencia existente en su país, que a sus amenazas.
El presidente Trump solicitó al Gobierno mexicano su colaboración para detener al flujo migratorio hondureño y presionó a los países centroamericanos para que detengan el avance de los migrantes hacia su país con la amenaza de la suspensión de la ayuda económica que les ha brindado. El gobierno encabezado por Peña Nieto respondió enviando policías federales que intentaron detener el avance migratorio en suelo mexicano, sin tener resultados efectivos. Por su parte, ni tardo ni perezoso, el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, inmediatamente declaró públicamente que instaurará un programa de empleo para ciudadanos centroamericanos que evite que dichas personas lleguen a suelo norteamericano, dejando ver, clara y anticipadamente, cuál será su postura ante los deseos e intereses del Tío Tom.
Cosa muy distinta ocurrió hace unos meses, en el caso de Venezuela, donde no sólo se permitió la migración de algunos miles de personas, sino de más de tres millones de venezolanos que, de igual forma, decidieron huir de la crisis en su país para buscar un mejor futuro en otras tierras. Se dijo que los venezolanos huían de la crisis económica, desabasto de alimentos y medicinas, de la inseguridad en la región, de la presencia de grupos criminales afines al régimen chavista y de un Gobierno que persigue y amedrenta a todo aquel que no se alinea a "la revolución bolivariana".
En palabras comúnes, se trató de presentar a Venezuela como el peor país del mundo, un lugar inhabiltable en el que existe persecución política a los disidentes del régimen. Se sabe perfectamente que Estados Unidos no le perdona a Hugo Chávez ni a Nicolás Maduro— un exchofer de transporte público— el tratar de administrar la gran riqueza de este país en beneficio de la mayoría de la población venezolana, nación que no sólo es rica en recursos petroleros sino también en minerales como es el caso del coltán (mineral compuesto que se utiliza en microelectrónica, telecomunicaciones y en la industria aeroespacial) y el thorium (elemento radioactivo con mayor potencial atómico que el uranio); del que Venezuela posee el mayor yacimiento a nivel mundial
Ahora, comparando ambos casos;mientras Honduras tiene una población que no rebasa los 10 millones de habitantes, con una extensión territorial no mayor de los 113 mil km² y muy pobre económicamente hablando, dedicada principalmente a las actividades agrícolas, sin petróleo y sin minerales importantes; Venezuela tiene una población de casi 30 millones de habitantes, de la cual el 94% es urbana, con una extensión territorial de 916 mil 445 km² (ocho veces más grande que la de Honduras), con una de las explotaciones petroleras más importantes del mundo, pues tiene la principal reserva petrolera a nivel mundial, al igual que uno de los principales yacimientos de minerales radioactivos.
Observamos, el mismo fenómeno migratorio con dos tratamientos opuestos. Cuando emigran más de tres millones de venezolanos, que representan el 10% de la población total del país, Estados Unidos no sólo permite el ingreso de 390 mil venezolanos a su país, sino que a través de los sutiles hilos diplomáticos y los no tan sutiles hilos económicos, "convence" a la mayoría de los países de centro y Sudamérica proporcionarles todas las facilidades legales para cruzar sus fronteras, así como ofrecerles establecimiento. Colombia, por ejemplo, recibió (1 100 000), seguido por Perú (410 000), Chile (240 000), Ecuador (180 000), Argentina (120 000), México (95 000), Panamá (80 000) y Brasil, (59 000). Aquí no se envió al ejército a cerrar las fronteras.
En este caso, los medios de "información" se abocaron a difundir que el fenómeno migratorio venezolano se debía a que la gente huía de la terrible pobreza, a la escasez de alimentos, medicamentos y demás artículos de primera necesidad, a la que la tenía sometida el Gobierno dictatorial de Hugo Chávez y Nicolás Maduro.
Ahora, cuando cambian las circunstancias económicas y políticas, y se trata de un país pequeño y muy pobre, sin recursos naturales importantes que despierten el deseo de rapiña del imperialismo yanqui, la respuesta es muy diferente, porque un poco más de tres mil hondureños (el 1% de su reducida población total), huyendo de la pobreza y de la delincuencia, en busca de mejores condiciones de vida,os amenazan con no dejarlos ingresar al país porque son considerados "delincuentes y portadores de enfermedades infecciosas".
Así cambia la política migratoria cuando se trata de desprestigiar un Gobierno progresista que defiende sus riquezas naturales y lucha por beneficiar a las mayorías y no sólo a unos cuantos multimillonarios; y cuando se trata de un país debilitdo y pequeño al cual no hay nada o casi nada que arrebatarle.
Sólo los países dirigidos por los elementos más conscientes y consecuentes con una visón humanista, cuyo propósito sea erradicar las causas más profundas que provocan las calamidades sociales y económicas que hoy padece la mayor parte de la población, serán los que verdaderamente podrán resolver esta terrible situación. Los pobres, organizados y educados, son los que lucharán por el poder político, en el momento en que estén preparados para ello y cuando las condiciones sean idóneas para lograr el establecimiento de un modelo económico justo y humanitario que, en una primera etapa, trabaje para dinamizar la economía, creando fuentes de empleo en todas las ramas productivas posibles para la mayoría de la población, que les proporcione salarios justos, que le permita a los trabajadores satisfacer sus necesidades vitales, recreativas y de desarrollo espiritual. Donde, entendiendo esto como un proceso, se consiga que los que ganan más, por concepto de ingresos netos, puedan contribuir con el pago de impuestos acorde al monto de sus ganancias para que estos se puedan reinvertir en la producción y en el gasto social con el fin de mejorar la infraestructura utilizada por la población (escuelas, hospitales, clínicas, centros comunitarios, museos, teatros, instalaciones deportivas, casas de cultura, bibliotecas, etc.).
Cuando las mayorías cada uno de nuestros países se organice y tome conciencia del importante papel que le toca desempeñar, tendremos la posibilidad de acabar con las causas que producen tan lamentables fenómenos como el de tener que abandonar la patria, nuestra gente y nuestras raíces para tener que ir a buscar en tierras extranjeras lo que en su país se le tiene negado por ser humilde.
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