Sin duda el pasado fin de semana, acontecieron hechos que de alguna forma darán más claridad a las personas que, estando convencidas de los planteamientos que escuchan en los medios de comunicación, redes sociales o por comentarios de sus vecinos o compañeros de trabajo, con base en su libre albedrio, dan por hecho que es verdad lo que se dice en nuestro entorno social. Toman como referencia la afirmación que machaconamente escucharon al inicio del sexenio morenista: con el arribo del nuevo presidente, todo cambiará y será diferente.
Llevando una vida de trabajo intenso, operando medios de producción ajenos, recibiendo una parte mínima de la riqueza que produce, se dieron cuenta que sus padres y abuelos vivieron trabajando igual que él y ,convencido por costumbre, que sus hijos, su descendencia, le tocará vivir en las mismas condiciones; escuchar cualquier noticia donde se afirme que habrá un cambio, y se prometa que será diferente la vida del trabajador, la gente, cansada de la situación en que vive, sin más cuestionamiento de las causas por la que vive así y, siendo como es de buena fe, cree que es verdad lo que le dicen y escucha.
Pero hay también trabajadores más avezados, que saben que no es posible un cambio de la situación económica en que vivimos, solo por el hecho de que llega a la presidencia del país un lengua larga que dice que ahora sí “primero los pobres”.
La realidad es muy diferente a la que nos pintan. En la calle, los comentarios que se escuchan son de impotencia y descontento por qué; si van al mercado a proveerse de sus víveres; cada día que pasa les alcanza para menos, si tienen la desgracia de utilizar los servicios de salud públicos; no reciben la atención que se merecen y, lo que es peor, no hay el medicamento que necesitan para remediar sus males. Pero, sin embargo, no hay día que, ante cualquier cuestionamiento que se hace a la ineficiente administración pública, el cliché que espetan al atrevido, para que le quede claro a toda la opinión pública que escucha, es que: ¡no somos iguales!
¿Qué es en lo que comparan? Nada relevante. Desde 1824 año en que se elige a Guadalupe Victoria, primer presidente del México independiente, el aparato administrativo del Estado solo ha venido evolucionando y el costo ha sido el bienestar de la mayoría de los trabajadores. Siendo estos una fuerza de presión para el Estado, este no ha tenido otra alternativa que conceder, a cuenta gotas, derechos y beneficios a la clase mayoritaria y más necesitada; con la finalidad de que la armonía social sea posible. Así, la sociedad civil, los trabajadores en nuestros días, disfrutaban hasta hace poco de instituciones y beneficios que se establecieron con la finalidad de hacer más llevadera la dura vida diaria.
En nuestra historia reciente, después del movimiento revolucionario de 1910 y la sucesión de 14 presidentes de la república, nada significativo se ha hecho, solo ha pasado el tiempo, y con este, el desarrollo “natural” de las instituciones, con la implementación de beneficios, arrancados a las autoridades con la insistencia y la fuerza social de los trabajadores.
Para que todos los trabajadores conozcan esta realidad hay que politizarlos, explicarles pacientemente el porqué de los fenómenos sociales que suceden en nuestro país y el mundo. Solo así los estaremos encaminando para que, no solo contemplen como se desarrolla nuestra sociedad o solo se quejen, inadvertidamente, de la actitud de gobernantes mediocres que prometen y dicen una cosa y, cuando se trata de anteponer los interese de quienes en realidad representan, hacen todo lo contrario.
Estando como está la situación: Inflación creciente, falta de obra prioritaria, pésimos servicios públicos, inseguridad galopante, cancelación generalizada de instituciones y programas sociales (establecidos en administraciones anteriores para brindar algo de bienestar a los cerca de 80 millones de mexicanos en situación de pobreza). Con este deplorable panorama social, la prioridad de morena y sus dirigentes es tener presencia mediática. Por eso este fin de semana nos “deleitaron” con la renovación de su consejo nacional. Gracias a la tecnología, pudimos ver e informarnos ¡durante dos días! de los detalles de cómo se las gastan los morenistas a la hora de renovar su partido.
Desde luego que están en su derecho de darle vida a su institución política. A lo que no tienen derecho, es a coaccionar a la gente para que participe, prácticamente a fuerza, en las aventuras políticas de los improvisados lideres morenistas de nuestra región y de los demás lugares donde fueron noticia relevante el fin de semana.
El lugar donde vivo fue escenario de esto que menciono. Días previos a la elección de sus concejeros, las personalidades interesadas en hacer un papel relevante en este proceso, se dieron a la tarea de visitar domicilios, padrón en mano de los beneficiarios de las “ayudas directas” (60+, Becas Benito Juárez, etc.) diciéndoles que tenían que participar porque “estaban recibiendo apoyos…” y que “iba a ver más…” Además de “que no se preocuparan por el transporte” (tenían que trasladarse a la cabecera del distrito, 3 horas de viaje en vehículo, aproximadamente); ”va a ver autobuses y lonche”
Desde la revolución de 1910 hasta nuestros días, han pasado 29 presidentes. Los grupos políticos que los encumbraron, se las ingeniaron para mantener el poder y sus privilegios. Unos más que otros, utilizaron la demagogia y las promesas fáciles para convencer a los electores para que los legitimaran en el poder; trámite necesario en toda democracia. Morena ha replicado todo lo que ellos mismos han criticado a sus antecesores. Los actuales integrantes del partido político en el poder; la 4T, lo que tienen de diferente es que son más descarados.
Ante este previsto panorama, es impostergable, la organización y educación política del pueblo, para que sea parte activa en un próximo cambio de modelo económico, que además anhelan; que realmente les beneficie. Esta es la razón y el motivo por lo que surgió Antorcha en 1974; como la organización de los pobres de México. “…el ave canta aunque la rama cruja, como que sabe lo que son sus alas”.
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