MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La realidad mexicana y el próximo encuentro Nacional de Teatro

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Los antorchistas del país realizaremos en este mes de noviembre el XXVI el Encuentro Nacional de Teatro en esta ocasión con sede en Tecomatlán, Puebla, emblema y botón de muestra de la capacidad de realización del pueblo pobre organizado y consciente, por su enorme desarrollo social, cultural, económico y humano; ese microcosmos vivo, modelo a escala, ejemplo de lo que será México cuando lo gobierne verdaderamente el pueblo y sus genuinos representantes. 

Opino sobre el tema porque desde mi punto de vista, este evento hermoso y lucido tanto como aleccionador, no es una manera de evadir la realidad volteando para otro lado, cuando hay tantos y tan serios problemas en el país; por el contrario, se trata más bien de la implementación concreta de una estrategia que tiene por objetivo, en su centro, la preparación y la defesa real, verdaderamente efectiva de los más caros e importantes intereses de las masas trabajadoras y empobrecidas del país que son sin duda, por aquello de la democracia, la inmensa mayoría de la población y a las cuales, de ser congruentes debieran de servir también los esfuerzos de todas las demás expresiones políticas, en vez de ser, como hasta hoy en su inmensa mayoría, parte de la superestructura jurídico-política e ideológica que procura y defiende, bajo el pretexto de la estabilidad y el orden, sólo la concentración de la riqueza en una élite minúscula en su número pero terriblemente poderosa en lo económico que, utilizando a esa superestructura de poder, mantiene sojuzgada, y “contenta”, a toda la sociedad.  

No es que los antorchistas permanezcamos ajenos a lo que acontece en el país, a la crisis social y económica, que amenaza con convertirse rápidamente en una crisis política de considerables dimensiones  según se vislumbran en las marchas convocadas por los jóvenes, por distintas expresiones,  pero sobre todo con la exigencia de  revocación de mandato que obligaría, de darse, a elecciones constitucionales anticipadas de presidente de la república, sobre todo a partir de las manifestaciones de inconformidad y protestas  llevadas a cabo en el estado de Michoacán a raíz de los lamentables acontecimientos de violencia e inseguridad ya imposibles de ocultar, de los últimos tiempos.

En realidad con la realización del Evento Nacional de Teatro, como con el de Declamación o Música;  como con las Espartaqueadas Culturales y Deportivas, las presentaciones culturales en pueblos marginados y colonias, el funcionamiento de clubes y grupos culturales en los diversos centros de trabajo donde realiza labor organizativa el Movimiento Antorchista, lo fundamental es que el pueblo haga y conozca en la práctica y la teoría el arte, porque el arte es otra forma, es otro canal, válgase la expresión, de conocer a profundidad la realidad; es otra forma de cultivar su inteligencia y su sensibilidad como seres humanos, paralelo al curso que puede seguir  la ciencia con sus métodos  y objetos de estudio propios, o la filosofía. Y este es esencialmente necesario para el pueblo porque sin esto, sin estos “canales”, no tiene forma de conocer verdaderamente la realidad en la que vive, y en esa medida está impedido para modificarla en provecho suyo, dado que no todo cambio es para bien aunque represente una variación, puesto que ésta variación puede ser en sentido positivo pero también puede representar un resultado negativo; cuando no, incluso, puede permanecer en esencia la misma situación aunque varíe la forma o superficie de la misma, pues, como afirmaba Giussepe di Lampedusa en su famosa obra literaria del Gatopardo, se puede cambiar todo para que todo siga igual, haciendo un cambio cosmético que nada cambia, dando por resultado más una ilusión de los sentidos que un cambio real y efectivo. 

Y en el México de ahora, convulso y atosigadas las masas por las  condiciones miserables reales de vida de las mayorías, es indispensable el conocimiento profundo de la realidad como herramienta indispensable para su transformación; igual que su organización como palanca material de esa transformación, pues veamos: sin crecimiento económico, endeudado hasta las manitas, sin autoproducción de alimentos básicos, sin empleos suficientes, sin salud, sin salarios remuneradores, sin educación suficiente y de calidad, sin vivienda, sin caminos y vialidades en buen estado, con los niveles de inseguridad más altos en la historia reciente,  con la corrupción galopante entre los que otrora se dijeron campeones olímpicos de la honestidad, etc., y para rematar con las acechanzas externas de intervención militar en nuestro país, que sólo de palabra sigue siendo soberano e independiente mientras en los hechos nos plegamos a los caprichos de nuestros poderosos vecinos del norte que pretenden arrastrarnos junto a ellos al despeñadero histórico, empezando en lo económico que pretenden mantener supremasistamente por la vía de las guerras e invasiones de otras naciones del mundo, haciendo polvo su vieja máscara de respeto al derecho internacional, de los valores de la libertad, democracia y los derechos humanos y otros mitos. 

El pueblo debe conocer la realidad para poder saber qué hacer con ella, para poder tener conciencia de qué le corresponde hacer a él en lo concreto y ahora a modo de garantizar que las crisis que se presentan o puedan presentarse en lo futuro desemboquen en algo realmente benéfico para él y no para los poderosos de ahora o de antes; que le permita saber que éstas crisis se resolverán de fondo cuando arrojen resultados profundamente diferentes los cuales serán posibles sólo por su intervención decidida sí, pero sobre todo necesariamente organizada, atinada e inteligente, es decir consciente, que ponga a las masas en perspectiva de hacer que haya un cambio real en las condiciones sociales y políticas, las cuales tendrán que llevarlo necesariamente a una nueva posición económica en la estructura social, de tal manera que se transforme de raíz la organización de la sociedad dando paso a una formación más desarrollada, pero también más justa mediante una distribución más racional y equitativa de la riqueza, partiendo para ello de nuevas relaciones sociales de producción. Así de necesario y trascendente, para Antorcha, es el papel del arte y la cultura. Por eso, que Viva el Encuentro Nacional de Teatro del Movimiento Antorchista Nacional. 

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