Para nadie es novedad que, en los últimos meses, el gobierno del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, ha caído en la aceptación de la sociedad mexicana (esto según una publicación de la revista Forbes, donde indica que, del 80% de aceptación con la que entró, se ubica ahora en un 70%) esa misma sociedad que el pasado 1° de julio del 2018 le dio 30 millones de votos, y es una de las pruebas más contundentes de que cae más rápido un hablador que un cojo.
En el primer semestre de un gobierno que se decía "la esperanza de México" ha tenido ya un total de 14 renuncias de subsecretarios y 227 directores generales, todos ellos puestos por la propia administración, y recientemente, en los últimos días, los medios de comunicación volcaron su atención en la renuncia de Carlos Urzúa, quien era Secretario de Hacienda y Lilia Aguilar, directora de Atención a Organizaciones.
El 1° de julio, millones de mexicanos fincaron sus esperanzas en el gobierno de la Cuarta Transformación, un gobierno que prometió ver primero por los pobres, aunque esa promesa, la que cargaba con los sueños de millones de mexicanos que viven en pobreza y en pobreza extrema, evidentemente se destruyó, pues comenzó a desaparecer, casi al azar, programas de asistencia social que ayudaban en cierta medida con la lacerante pobreza que los azotaba.
PROSPERA, comedores comunitarios, estancias infantiles, recorte a becas para el CONACYT y al sector deporte, fueron unos de los primeros en salir a la luz, y sin importar los reclamos sociales justificados, la presidencia de la República siguió su curso.
En el periodo de campaña para la presidencia de la República, el Movimiento Antorchista Nacional alzó la voz en todo el país y dijo lo que hoy es ya un hecho, que votar por López Obrador sería un error, pues los intereses que él defiende no son, ni de cerca, los intereses del pueblo.
Con un presidente que no vele por los intereses del pueblo, las carencias de infraestructura, seguridad, salud, educación y la introducción de servicios básicos en las colonias y comunidades más marginadas de nuestro país, nunca será un hecho, y la situación, en vez de mejorar, empeorará, haciendo la vida de los mexicanos más difícil de llevar.
Nuestra organización desde su nacimiento, se planteó como meta final terminar con la pobreza en México, y hoy, a sus 45 años de existencia, ha demostrado ser la única organización que realmente cumplirá ese objetivo.
Hemos propuesto desde hace varios años cuatro ejes que se conectan entre si y que lograrán formar una sociedad más justa y equitativa para todos; 1) una política fiscal progresiva, donde sean los que ganan más los que paguen más impuestos; 2) redistribución del gasto social, que de lo recaudado con los impuestos se invierta en obras y servicios básicos que logren mejorar la calidad de vida de todos los habitantes; 3) empleo para todos, pues según datos obtenidos del portal animalpolitico.com.mx, el 52 % de los mexicanos labora en el sector informal; 4) salarios bien remunerados, que todos los trabajadores logren obtener un salario que les alcance para cubrir sus necesidades básicas y las de sus familias.
El pueblo, por separado, es como el polvo, frágil y disperso, pero si se une, si voltean todos hacia el mismo rumbo y trabajan en conjunto, lograrán crear una roca que será invencible, que logrará llevar al país por un rumbo destinado al triunfo. El Movimiento Antorchista Nacional ha logrado crear la senda de ese camino, unamos nuestras fuerzas, y sigamos a la organización de los pobres de México.
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